jueves, 2 de julio de 2009

Venezuela y Estados Unidos: entre esperanzas y duda

CARACAS, 2 de julio (PL).— El embajador de Estados Unidos en Venezuela, Patrick Duddy, reanuda hoy su trabajo aquí en medio de expectativas encontradas de recomposición de relaciones y el papel de su país en el golpe de Estado en Honduras.

A su llegada ayer a Caracas, después de haber sido expulsado en septiembre pasado, Duddy consideró el restablecimiento de vínculos a nivel de embajadores una posibilidad para lograr relaciones bilaterales más fluidas.

Los buenos augurios, sin embargo, tienen la sombra de una creciente duda sobre el papel real de sectores de poder estadounidenses en el golpe militar en Honduras, que algunos ven como inicio de una contraofensiva regional de la derecha.

Fuentes venezolanas consultadas por Prensa Latina coincidieron en alertar sobre la posible participación de grupos económicos y militares estadounidense en la elaboración de una nueva política hacia América Latina, con Honduras como cabeza de lanza.

El veterano político y escritor Domingo Alberto Rangel estima que es muy difícil para militares hondureños dar un golpe sin haber tenido alguna garantía de oficiales castrenses estadounidenses con los cuales mantienen relaciones estrechas.

Para Rangel se trata de un golpe conversado con sectores de poder de Estados Unidos y Bolivia y Ecuador deben poner sus barbas en remojo ante posibles nuevas arremetidas, mientras en Venezuela la lucha se concentrará en el campo electoral.

Coincidentemente el diputado venezolano Julio García Jarpa admite que los acontecimientos dejan un margen de duda sobre el papel de estamentos del poder estadounidense, presionados por grupos derechistas y fascistas.

Aunque ambos eluden atribuir una participación en los hechos al presidente estadounidense, Barack Obama, otros como William Izarra, un ideólogo de la izquierda venezolana, estiman que Obama es responsable de lo que haga su gobierno.

Con conocimiento de causa o sin saber lo que arman sus subordinados, todo será de su incumbencia. Sin embargo, creo que Obama no se entera de los asuntos que tejen los factores del poder real, opinó Izarra en un artículo difundido en medios electrónicos.

Otro elemento que conspira con la perspectiva de recomponer las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos es la posición del jefe del Comando Sur, Douglas Fraser, que motivaron una protesta de la cancillería venezolana.

Recientemente el canciller Nicolás Maduro deploró declaraciones de Fraser sobre un supuesto programa armamentista del país suramericano, que calificó de injerencia en los asuntos internos.

Los elementos ambivalentes abren la nueva etapa de los vínculos bilaterales para el mandato de Obama, luego de una difícil relación durante el gobierno de George W. Bush, que llevó a la retirada de embajadores el pasado mes diciembre.

La hostilidad de Washington hacia el gobierno de Hugo Chávez se manifestó asimismo en el rápido reconocimiento de las autoridades impuestas brevemente en Venezuela mediante un golpe de Estado en 2002.

Para el gobierno venezolano no existen dudas que el gobierno de Bush estuvo detrás de la acción anticonstitucional entonces, así como respaldó financiera y organizativamente movimientos opositores tanto democráticos como violentos.

Prudentemente o de forma más decidida, existe entre voceros de la izquierda venezolana una duda, que se podría calificar de creciente, sobre el papel de Estados Unidos, al menos de un sector, en el movimiento castrense hondureño.

La preocupación es comprensible en un país que sufre durante 10 años la presión y hostilidad de Washington, abrió una puerta a la esperanza de mejoramiento con la llegada de Obama y duda ahora otra vez ante los acontecimientos en Centroamérica.

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