sábado, 3 de enero de 2009

Arribará este sábado a Cuba el Presidente de Panamá

Llegará a nuestro país, en horas de la tarde, cumpliendo una invitación del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros

Cumpliendo una invitación del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, llegará a nuestro país, en horas de la tarde de hoy, el Excmo. Sr. Martín Torrijos Espino, Presidente de la República de Panamá.

Esta nueva visita del presidente Torrijos es expresión de las excelentes relaciones entre ambas naciones, y constituye una muestra de la amistad que une a los pueblos cubano y panameño.

Durante su estancia en Cuba, el distinguido visitante sostendrá conversaciones oficiales con el compañero Raúl. Asimismo, dejará develado el monumento en honor al General Omar Torrijos Herrera.

Envía Chávez saludo al pueblo cubano

El Presidente venezolano expresa su admiración por los cincuenta años de la Revolución Cubana, y manifiesta la admiración del Pueblo venezolano

Miraflores, 1 de enero de 2009
Compañero
Raúl Castro Ruz
Presidente del Consejo de Estado
de la República de Cuba
Querido hermano Raúl:
Camarada Raúl:

En nombre de mi Pueblo, e interpretando su más hondo sentir, recibe la más fraterna de las felicitaciones por estos cincuenta años que hoy celebra la Revolución Cubana junto al mundo entero, avivando el más puro y genuino fervor revolucionario y socialista, martiano y bolivariano.

Compañero y hermano: Un día como hoy y apenas tocando un año nuevo, se materializa la síntesis histórica de una revolución iniciada por Oriente, el 10 de octubre de 1868, y dirigida por Carlos Manuel de Céspedes, el primer hombre en decir: ¡Viva Cuba libre!

Tú lo has dicho, y el tiempo ha dado cuenta de ello: el Pueblo cubano está preparado para resistir otro medio siglo; ante estas palabras no puedo menos que expresar mi admiración y la plena disposición del Gobierno Bolivariano y del Pueblo venezolano a continuar acompañándolos en esta dura Batalla que se ha transformado en ejemplo de esperanza: medio siglo de construcción de una República Socialista basada en aquello que Martí llamó la dignidad plena del hombre.

De esa dignidad martiana ha dado demostración irrefutable el Pueblo cubano, confirmando que es posible vivir con y en dignidad; que se puede aspirar a una existencia decorosa, como bien lo señaló nuestro Fidel en su memorable autodefensa «La historia me absolverá».

Basta con revisar la historia de estos últimos tiempos y encontraremos un amplio memorial de agravios, afortunadamente frustrados y enfrentados, con la valentía de los hombres que tienen en sí el decoro de mil hombres, al decir de ese grande de Nuestra América que fue José Martí.

Decía Simón Bolívar: La libertad del nuevo mundo, es la esperanza del universo. Siento que el Pueblo cubano ha sido uno de los principales continuadores de este hermoso legado, materializando su dimensión histórica en el presente.

Recuerdo las iluminadoras palabras de José Martí, durante su discurso en la Sociedad Libertaria Hispanoamericana en 1893: ¡Pero así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado aún en la roca de crear, con el inca al lado y el haz de banderas a los pies; así está él, calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hoy; porque Bolívar tiene que hacer en América todavía!

Eran palabras de un visionario que supo entender a tiempo que la independencia de Nuestra América venía sangrando de antes y no venía más que de sí misma.

Durante tu primera visita a Venezuela como Presidente del Consejo de Estado de Cuba, confirmé que la esperanza es el destino común de nuestros Pueblos, que Venezuela es Cuba, que Cuba es Venezuela, y que la dignificación de las condiciones de vida de un Pueblo son el gran legado de tu amada Patria, son la herencia de la Revolución Madre, como llamo y siento a la Revolución Cubana.

Y luego, en la histórica Cumbre de América Latina y el Caribe en Salvador de Bahía, confirmamos que este destino común es y será una siembra compartida. Tú lo dijiste con una claridad meridiana, no solo fuimos capaces de reunir a los jefes de Estado de nuestra región en un foro de nobles y justas pretensiones, sino que marcamos una postura continental, elevando desde cada uno de nuestros gobiernos una voz solidaria a favor de Cuba, a través de la Declaración Especial de la Cumbre, en la cual reclamamos el cese de esa infamia imperial materializada en el Bloqueo económico.

Te pido que transmitas al hermano Pueblo cubano mis palabras de agradecimiento y admiración junto con el sentimiento de solidaridad y de fraternidad del Pueblo venezolano.

¡¡¡Hasta la Victoria Siempre!!!
¡¡¡Patria, Socialismo o Muerte!!!
¡¡¡Venceremos!!!
Hugo Chávez Frías

Mortalidad Infantil: Sigue bajando... ¡4,7!

• Felicita el ministro José Ramón Balaguer a los trabajadores de la Salud.

• Nueve provincias y el municipio especial Isla de la Juventud, muestran tasas por debajo de 5,0 y 26 municipios cero mortalidad infantil.

• Ocurrieron 122 556 nacimientos: 10 184 más que en el 2007.

• Apoyo especial de la Defensa Civil en el cuidado y atención a madres, embarazadas y niños durante el paso de Gustav, Ike y Paloma.

• Ni los años más duros del periodo especial lograron socavar nuestras conquistas en salud pública. Desde los años 90 hasta la fecha se han establecido 40 sub- programas para la atención materno-infantil que permiten los éxitos de hoy.


¡4,7!

La aplicación de una política social centralizada en manos del Estado permitió la concentración y distribución de los recursos con un mayor grado de integralidad y con igualdad de condiciones para lograr la equidad en el acceso a los servicios asistenciales.

A 50 años de la Revolución triunfante, Cuba alcanzó la más baja tasa de mortalidad infantil en toda su historia C ( 4,7 por mil nacidos vivos en el 2008!C , indicador internacional que sintetiza el bienestar y desarrollo de una población, porque presupone la calidad y accesibilidad al sistema sanitario de una nación y altos niveles educacionales.

Esta política ha posibilitado dar prioridad a la atención de los sectores más vulnerables, de manera especial a las madres y los niños, lo que se muestra de forma inequívoca cuando observamos el indicador de mortalidad infantil en las 14 provincias del país y el municipio especial Isla de la Juventud.

De acuerdo con los datos preliminares ofrecidos este primero de enero por directivos del Programa de Atención Materno Infantil (PAMI) y de la Dirección de Estadísticas del Ministerio de Salud Pública, nueve provincias muestran tasas por debajo de 5,0. Son ellas, Las Tunas, 2,7; Villa Clara 3,3; Holguín, 3,3; Granma, 4,0; Matanzas, 4,1; La Habana, 4,2; Sancti Spíritus, 4,2; Camagüey, 4,7; y Cienfuegos, 4,8. También el municipio especial Isla de la Juventud con 2,9.


Asimismo, 26 de los 169 municipios cierran con una tasa de cero en mortalidad infantil. En Pinar del Río: San Luis y Mantua; La Habana: Bejucal y Guanajay; Matanzas: Martí, Unión de Reyes, Ciénaga de Zapata, Calimete y Los Arabos; Villa Clara: Caibarién y Cifuentes; Cienfuegos: Aguada de Pasajeros; Sancti Spíritus: Jatibonico y La Sierpe; Ciego de Ávila: Florencia y Baraguá; Camagüey: Guáimaro; Las Tunas: Majibacoa y Amancio Rodríguez; Holguín: Cueto y Sagua de Tánamo; Granma: Cauto Cristo, Media Luna y Campechuela; Guantánamo: Imías y Manuel Tames.
Estos indicadores ponen de manifiesto, además, la fortaleza del justo sistema social que prevalece en un país de poco más de 11 millones de habitantes, criminalmente bloqueado y devastado con saña por tres huracanes que afectaron en apenas un mes prácticamente a toda la Isla y durante los cuales se mantuvo con especial celo el cuidado y la atención médica de las embarazadas, madres y niños bajo la dirección de nuestro sistema de la Defensa Civil.
Fuente UNICEF: Estado mundial de la Infancia 2008. (Cuando redactamos esta tabla, el primero de enero, no aparecía aún en internet la edición del 2009.) (*) Año 2008. Dirección Nacional de Estadísticas del MINSAP.

Contrasta que Estados Unidos, el país bloqueador, registra una mortalidad infantil de 6, aunque atendiendo a las barreras existentes entre ricos y pobres, en las franjas habitadas por la población más desposeída esta tasa es, como mínimo, 2,4 veces superior. En su conjunto los países industrializados tienen un indicador de 5.
En Cuba durante el 2008 ocurrieron 122 556 nacimientos, con un incremento de la natalidad de 10 184 niños y niñas con relación al año anterior, de los cuales fallecieron 579 como consecuencia fundamentalmente de afecciones perinatales, anomalías congénitas e infecciones.

La causa de muerte que más descendió, de una tasa de 1,3 a 0,9 por mil nacidos vivos, fue la de malformaciones congénitas, como resultado de los programas de pesquisaje prenatal y el de Ultrasonido que se realiza a todas las gestantes durante el primero y tercer trimestre del embarazo.

Al conocer la noticia del 4,7 de mortalidad infantil, el ministro de Salud Pública, doctor José Ramón Balaguer, comentó a Granma que constituye un A excelente resultado@ . Fue Fidel quien nos planteó, dijo, la posibilidad de obtener cifras por debajo de 5,0, y citó entre los factores que han determinado estos resultados la dedicación y calidad científica de los trabajadores de la salud, la integración de la atención primaria y el nivel hospitalario, la existencia del hogar materno, la tecnología incorporada a las neonatologías y terapias intensivas pediátricas.

Felicitamos por ello a nuestros trabajadores de la salud, que nos permiten arribar al cincuentenario del triunfo de la Revolución con este resultado, destacó el también miembro del Buró Político del Partido.

Durante el 2008 mejoran además la tasa de mortalidad del menor de cinco años, que disminuye de 6,7 a 6,2; la de mortalidad escolar, de 2,1 a 1,8, con 57 fallecidos menos; y el índice de bajo peso al nacer con una reducción de 5,2 a 5,0.

A FAVOR DE LA MADRE Y EL NIÑO

Desde cualquier ángulo que se miren los logros alcanzados por la salud pública cubana en medio siglo de Revolución, habrá que concluir que, al menos, descansan en cinco factores fundamentales: la firme voluntad política del Gobierno Revolucionario; la accesibilidad y gratuidad de la atención en salud; la formación creciente de recursos humanos; el desarrollo y dominio de los avances científico-técnicos, lo que se traduce en la eficiencia de los medios para controlar la frecuencia de enfermedades y la mortalidad infantil y general; y en una gran movilización social en tareas de promoción y prevención sanitaria.

En los indicadores de mortalidad infantil, década a década, pueden apreciarse los significativos avances: antes de 1959, una tasa de más de 60; 1969, 46,7; 1979, 19,4; 1989, 11,1; 1999, 6,5, y en el 2008, 4,7.

En los años 60 se crea el Servicio Médico Rural, áreas de salud y policlínicos y un sistema nacional sanitario accesible para toda la población, universal y gratuito. También se inicia el programa de lucha contra las enfermedades infecciosas y un plan de vacunación con amplia participación popular.

El policlínico comunitario y el programa de atención materno-infantil se establecen en los 70, periodo en que pasa a los gobiernos locales la atención al sector salud y la formación de sus recursos humanos. En la década de los 80 se introduce el modelo de medicina familiar, hay facultades de Ciencias Médicas en todas las provincias, y un fortalecimiento de la red de servicios hospitalarios. Comienza la introducción y extensión de las tecnologías de avanzada y el desarrollo del programa de especialidades médicas y de la industria médico-farmacéutica.

La decisión del gobierno en los 90 de mantener un alto nivel de apoyo presupuestario al sistema nacional de salud, evitó una catástrofe humana en los años más duros del periodo especial (1990-1995), luego del desmantelamiento de la Unión Soviética, el recrudecimiento del bloqueo y la aprobación en 1992 de la Ley Torricelli, que agudizó carencias y no pocas acciones de salud perdieron fuerza e hicieron peligrar incluso algunos indicadores.

No obstante, la firme voluntad política de mantener aun en las más difíciles circunstancias los logros alcanzados, hizo posible encontrar vías alternativas conducentes a la preservación de las conquistas en Salud, con especial énfasis en los cuidados a las madres y los niños. Desde entonces hasta la fecha se han establecido 40 subprogramas para la atención materno-infantil que han permitido alcanzar los éxitos de hoy.

Ellos abarcan desde la vacunación contra 13 afecciones prevenibles, el control de las enfermedades diarreicas, reducción del bajo peso al nacer, detección del cáncer cérvico-uterino, de mama y de la infancia, detección prenatal y en los recién nacidos de dolencias congénitas, que incluye una red de Cardiología Pediátrica, hasta la atención y dietas a los niños con enfermedades crónicas.

La tasa de 4,7 de mortalidad infantil que logra Cuba ahora es el resultado de una épica lucha, contra viento y marea, que ha librado la Revolución a favor del primero de los derechos humanos: la Salud.

En esa indeclinable batalla ha prevalecido una idea básica sostenida por Fidel en la esfera sanitaria que es la de resolver los problemas, satisfacer las necesidades del pueblo, sustentado en una concepción verdaderamente socialista, sin que medien elementos mercantiles ni económicos.

Esta es la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes

Hablo en nombre de todos los que hemos luchado, desde los primeros disparos en los muros del Moncada, hace 55 años, hasta los que cumplieron heroicas misiones internacionalistas. Hablo, por supuesto, también en nombre de los que cayeron en las guerras de independencia y más recientemente en la Guerra de Liberación. En representación de todos ellos, hablo en nombre de Abel y José Antonio, de Camilo y Che, cuando afirmo, en primer lugar, que ello exige de los dirigentes del mañana que no olviden nunca que:

Esta es la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes

Toda Cuba hubiera querido estar anoche allí, oyendo a Raúl en el Parque Céspedes de la heroica ciudad de Santiago, para vivir en carne propia las emociones de una celebración trascendente: Llegamos al primero de enero del 2009, con una Revolución más fuerte que nunca, sin haber cedido jamás un milímetro en sus principios, con unidad, y conciencia plena de nuestros errores y deficiencias, de la lucha que deberemos reforzar contra todo lo mal hecho.

Fue una ceremonia sencilla de casi dos horas de duración, iniciada con la proyección de Oda a la Revolución, un documental del realizador Roberto Chile. La multitud reunida, unas tres mil personas, también tuvo la posibilidad de escuchar a representantes de varias generaciones, quienes destacaron, desde su óptica personal y vivencias generacionales, el valor de la Revolución. Esa hermosa oportunidad recayó en una pionera de Secundaria Básica, la alumna de noveno grado Claudia Pérez Espinel; el estudiante universitario Oscar Pérez Portales, el trabajador Jesús Manuel Columbié Rodríguez, del Combinado Lácteo de Palma Soriano, y en Asela de los Santos, destacada combatiente de la clandestinidad, que ahora recuerda a Vilma con el justo esbozo de sus excepcionales virtudes.

Durante el acto se disfrutó de bandas de música del conservatorio Esteban Salas y Provincial de Santiago de Cuba, y un coro gigante integrado por Vocal Áurea, Madrigalista, Orfeón Santiago y Conservatorio Esteban Salas y de la solista Zulema Iglesias, quien junto a la Compañía Danza del Caribe interpretó El Mambí, de Luis Casas Romero.

También subió a la escena la solista Bárbara Llanes, quien acompañada por la Orquesta Sinfónica de Santiago de Cuba y la compañía Danza del Caribe, cantó el Gran Día de Enero, del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque.

Por momentos en el Parque Céspedes parecía que no había prácticamente nadie. Silencio casi total; con ese respeto fueron escuchados cada uno de los oradores. Sin embargo, las palabras de Raúl invitaron más de una vez al aplauso continuado, a la ovación como río crecido que baja de las montañas. Así lo sentí dos veces, la primera C y lo recuerdo por el orden de su discursoC cuando reafirmó que no dejaremos destruir la Revolución, porque si algún día se viera en peligro, nuestro pueblo sabrá dar la batalla. La segunda, cuando rindió homenaje al Comandante en Jefe de la Revolución Cubana.

Al acto asistieron integrantes del Buró Político, del Comité Central del Partido, de los Consejos de Estado y de Ministros, Comandantes de la Revolución y del Ejército Rebelde, generales en activo y de la reserva de las FAR, asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, expedicionarios del yate Granma, familiares de los Cinco Héroes, una delegación de la hermana Venezuela, encabezada por el canciller Nicolás Maduro.

Conformaron una multitud compacta que, junto a Raúl, retomó el grito de lucha de los mambises en el siglo XIX, el mismo que sabrán repetir en el futuro nuestra gente: ( Viva Cuba libre!)

¡Jamás regresará el dolor al corazón de las madres ni la vergüenza al alma de cada cubano honesto!

Discurso pronunciado por el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, General de Ejército Raúl Castro Ruz, en el acto por el aniversario 50 del triunfo de la Revolución, efectuado en Santiago de Cuba, el 1ro. de enero de 2009, "Año del 50 aniversario del triunfo de la Revolución".

Santiagueras y santiagueros;

Orientales;

Combatientes del Ejército Rebelde, la lucha clandestina y de cada combate en defensa de la Revolución durante estos 50 años;

Compatriotas:

El primer pensamiento, un día como hoy, para los caídos en esta larga lucha. Ellos son paradigma y símbolo del esfuerzo y el sacrificio de millones de cubanos. En estrecha unión, empuñando las poderosas armas que han significado la dirección, las enseñanzas y el ejemplo de Fidel, aprendimos en el rigor de la lucha a transformar sueños en realidades; a no perder la calma y la confianza frente a peligros y amenazas; a levantar el ánimo tras los grandes reveses; a convertir en victoria cada reto y a superar las adversidades, por insuperables que pudieran parecer.

Los que hemos tenido el privilegio de vivir con toda intensidad esta etapa de nuestra historia, sabemos bien cuán cierta ha resultado la alerta que nos hizo aquel 8 de enero de 1959, en su primer discurso al entrar a la capital:

"La tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil", concluyó.

Por primera vez el pueblo cubano alcanzaba el poder político. En esta ocasión, junto a Fidel, los mambises sí entraron a Santiago de Cuba. Atrás quedaban 60 años exactos de dominación absoluta del naciente imperialismo norteamericano, que no tardaría en mostrar sus verdaderos propósitos, al impedir la entrada a esta ciudad del Ejército Libertador.

Atrás quedaron también la gran confusión y sobre todo la frustración enorme que generó la intervención norteamericana. Sin embargo se mantuvo en vilo, más allá de su disolución formal, la voluntad de lucha del Ejército Mambí y el pensamiento que guió las armas de Céspedes, Agramonte, Gómez, Maceo y tantos otros próceres y combatientes por la independencia.

Vivimos algo más de cinco décadas de gobiernos corruptos, de nuevas intervenciones norteamericanas; la tiranía machadista y la revolución frustrada que la derrocó. Más tarde, en 1952, el golpe de Estado, con el apoyo del gobierno norteamericano, instauró nuevamente la dictadura, fórmula aplicada en esos años para asegurar su dominio en América Latina.

Para nosotros quedó claro que la lucha armada era la única vía. A los revolucionarios se nos planteaba nuevamente, como a Martí antes, el dilema de la guerra necesaria por la independencia que quedó trunca en 1898.

El Ejército Rebelde retomó las armas mambisas y después del triunfo se transformó para siempre en las invictas Fuerzas Armadas Revolucionarias.

La Generación del Centenario, que en 1953 asaltó los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, contó con el importante legado de Martí, con su visión global humanística que va más allá de la consecución de la liberación nacional.

En términos históricos, fue breve el tiempo que medió entre la frustración del sueño mambí y el triunfo en la Guerra de Liberación. A comienzos de este período, Mella, uno de los fundadores de nuestro primer partido comunista y creador de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), se convierte en heredero legítimo y puente que une el pensamiento martiano y las ideas más avanzadas.

Fueron años de maduración de la conciencia y la acción de obreros y campesinos, y de formación de una intelectualidad genuina, valiente y patriota que los ha acompañado hasta el presente.

El magisterio cubano, fiel depositario de las tradiciones de lucha de sus predecesores, las sembró en lo mejor de las nuevas generaciones.

Desde el mismo momento del triunfo, se hizo evidente para cada hombre y mujer humilde que la Revolución era un justiciero cataclismo social que tocó todas las puertas, desde los palacetes de la Quinta Avenida en la capital, hasta el más misérrimo y apartado bohío de nuestros campos y montañas.

Las leyes revolucionarias no sólo dieron cumplimiento al programa del Moncada, lo superaron con creces en la lógica evolución del proceso. Además sentaron un precedente para los pueblos de nuestra América que hace 200 años iniciaron el movimiento emancipador del colonialismo.

En Cuba, la historia americana tomó rumbos diferentes. Nada moralmente valioso ha sido ajeno al torbellino que aun antes del primero de enero de 1959, comenzó a barrer oprobios e inequidades, a la vez que abrió paso al gigantesco esfuerzo de todo un pueblo, decidido a darse a sí mismo cuanto merece y ha logrado levantar con su sangre y su sudor.

Millones de cubanas y cubanos han sido trabajadores, estudiantes, soldados, o simultáneamente las tres cosas, cuantas veces las circunstancias lo han exigido.

La síntesis magistral de Nicolás Guillén resumió el significado para el pueblo del triunfo de enero de 1959: "Tengo lo que tenía que tener", dice uno de sus versos, refiriéndose no a riquezas materiales, sino a ser dueños de nuestro destino.

Es una victoria doblemente meritoria, porque ha sido alcanzada a pesar del odio enfermizo y vengativo del poderoso vecino.

El fomento y apoyo al sabotaje y el bandidismo; la invasión de Playa Girón; el bloqueo y demás agresiones económicas, políticas y diplomáticas; la permanente campaña de mentiras dirigida a denigrar a la Revolución y sus líderes; la Crisis de Octubre, los secuestros y ataques a embarcaciones y aeronaves civiles; el terrorismo de Estado, con su terrible saldo de 3 478 muertos y 2 099 incapacitados; los planes de atentados a Fidel y otros dirigentes; los asesinatos de obreros, campesinos, pescadores, estudiantes, diplomáticos y combatientes cubanos. Esos y otros muchos crímenes dan fe del tozudo empeño de apagar a cualquier precio la luz de justicia y decoro que significó la alborada del Primero de Enero.

Una tras otra, todas las administraciones norteamericanas no han cesado de intentar forzar un cambio de régimen en Cuba, empleando una u otra vía, con mayor o menor agresividad.

Resistir ha sido la palabra de orden y la clave de cada una de nuestras victorias, durante este medio siglo de ininterrumpido batallar, en que hemos partido invariablemente de jugarnos nuestra propia piel, sin dejar de reconocer la amplia y decisiva solidaridad recibida.

Desde hace muchos años, los revolucionarios cubanos nos atenemos a la máxima martiana: "La libertad cuesta muy cara, y es necesario o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio".

En esta plaza, en el 30 aniversario del triunfo, Fidel nos dijo: "Aquí estamos porque hemos podido resistir". Una década después, en 1999, desde este mismo balcón, afirmó que el período especial constituía "la más extraordinaria página de gloria y firmeza patriótica y revolucionaria, (…) cuando nos quedamos absolutamente solos en medio de Occidente a 90 millas de Estados Unidos y decidimos seguir adelante". Fin de la cita. Así lo repetimos hoy.

Ha sido una resistencia firme, ajena a fanatismos, basada en sólidas convicciones y en la decisión de todo un pueblo de defenderlas al precio que sea necesario. Ejemplo vivo de ello en estos momentos es la inconmovible firmeza de nuestros gloriosos Cinco Héroes (Aplausos y exclamaciones de: "¡Viva!") .

Hoy no estamos solos frente al imperio en este lado del océano, como ocurrió en los años sesenta, cuando los Estados Unidos impusieron el absurdo de expulsar de la OEA, en enero de 1962, a Cuba, el país que poco antes había sido víctima de una invasión organizada por el gobierno norteamericano y escoltada hasta nuestras costas por sus buques de guerra. Precisamente, como se ha demostrado, esa expulsión era el preludio de una intervención militar directa, impedida sólo por el despliegue de los cohetes nucleares soviéticos que desembocó en la Crisis de Octubre, conocida mundialmente como la crisis de los mísiles.

Hoy la Revolución es más fuerte que nunca y jamás ha cedido un milímetro en sus principios, ni en los momentos más difíciles. No cambia en lo más mínimo esa verdad que algunos pocos se cansen y hasta renieguen de su historia, olvidándose de que la vida es un eterno batallar.

¿Significa que han disminuido los peligros? No, no nos hagamos ilusiones. Cuando conmemoramos este medio siglo de victorias, se impone la reflexión sobre el futuro, sobre los próximos cincuenta años que serán también de permanente lucha.

Observando las actuales turbulencias del mundo contemporáneo, no podemos pensar que serán más fáciles, lo digo no para asustar a nadie, es la pura realidad.

También debemos tener muy presente lo que Fidel nos dijo a todos, pero especialmente a los jóvenes, en la Universidad de La Habana, el 17 de noviembre del 2005: "Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra", sentenció.

Ante esta posibilidad, me pregunto: ¿cuál es la garantía de que no ocurra algo tan terrible para nuestro pueblo?

¿Cómo evitar un golpe tan anonadante que necesitaríamos mucho tiempo para recuperarnos y alcanzar de nuevo la victoria?

Hablo en nombre de todos los que hemos luchado, desde los primeros disparos en los muros del Moncada, hace 55 años, hasta los que cumplieron heroicas misiones internacionalistas.

Hablo, por supuesto, también en nombre de los que cayeron en las guerras de independencia y más recientemente en la Guerra de Liberación. En representación de todos ellos, hablo en nombre de Abel y José Antonio, de Camilo y Che, cuando afirmo, en primer lugar, que ello exige de los dirigentes del mañana que no olviden nunca que esta es la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes (Aplausos); que no se reblandezcan con los cantos de sirena del enemigo y tengan conciencia de que por su esencia, nunca dejará de ser agresivo, dominante y traicionero; que no se aparten jamás de nuestros obreros, campesinos y el resto del pueblo; que la militancia impida que destruyan al Partido. Aprendamos de la historia.

Si actúan así, contarán siempre con el apoyo del pueblo, incluso cuando se equivoquen en cuestiones que no violen principios esenciales. Pero si sus actos no estuvieran en consonancia con esa conducta, no contarán siquiera con la fuerza necesaria ni la oportunidad para rectificar, pues les faltará la autoridad moral que sólo otorgan las masas a quienes no ceden en la lucha. Pudieran terminar siendo impotentes ante los peligros externos e internos, e incapaces de preservar la obra fruto de la sangre y el sacrificio de muchas generaciones de cubanos.

Si ello llegara a suceder, nadie lo dude, nuestro pueblo sabrá dar la pelea, y en la primera línea estarán los mambises de hoy, que no se desarmarán ideológicamente ni dejarán caer la espada (Aplausos y exclamaciones).

Corresponde a la dirección histórica de la Revolución preparar a las nuevas generaciones para asumir la enorme responsabilidad de continuar adelante con el proceso revolucionario.

Esta heroica ciudad de Santiago, y Cuba entera, fue testigo del sacrificio de miles de compatriotas; de la ira acumulada ante tanta vida tronchada por el crimen; del dolor infinito de nuestras madres y del valor sublime de sus hijas e hijos.

Aquí nació un joven revolucionario, de sólo 22 años al caer asesinado, que simboliza esa disposición al sacrificio, pureza, valentía, serenidad y amor a la patria de nuestro pueblo: Frank País García.

En esta tierra oriental nació la Revolución. Aquí fue la clarinada de La Demajagua y el 26 de Julio; aquí desembarcamos en el Granma e iniciamos el combate en montañas y llanos, que luego se extendió a toda la isla. Como dijo Fidel en La Historia me Absolverá, aquí "cada día parece que va a ser otra vez el de Yara o el de Baire".

¡Nunca más volverán la miseria, la ignominia, el abuso y la injusticia a nuestra tierra!

¡Jamás regresará el dolor al corazón de las madres ni la vergüenza al alma de cada cubano honesto!

Es la firme decisión de una nación en pie de lucha, consciente de su deber y orgullosa de su historia (Aplausos).

Nuestro pueblo conoce cada imperfección de la obra que él mismo ha levantado con sus brazos y defendido a riesgo de su vida. Los revolucionarios somos nuestros principales críticos. No hemos dudado en dilucidar deficiencias y errores públicamente. Sobran los ejemplos pasados y recientes.

Desde el 10 de octubre de 1868, la desunión fue causa fundamental de nuestras derrotas. A partir del primero de enero de 1959, la unidad, forjada por Fidel, ha sido garantía de nuestras victorias. Nuestro pueblo logró mantenerla frente a todos los avatares e intentos divisionistas y ha sabido situar los anhelos comunes por encima de las diferencias, derrotar mezquindades a fuerza de colectivismo y generosidad.

Las revoluciones sólo avanzan y perduran cuando las lleva adelante el pueblo. Haber comprendido esa verdad y actuado invariablemente en consecuencia con ella, ha sido factor decisivo de la victoria de la Revolución cubana frente a enemigos, dificultades y retos en apariencia invencibles.

Al arribar al primer medio siglo de Revolución triunfante, llegue el principal tributo a nuestro maravilloso pueblo; a su ejemplar decisión, valor, fidelidad, vocación solidaria e internacionalista; a su extraordinaria demostración de voluntad, espíritu de sacrificio y confianza en la victoria, en el Partido, en su máximo líder y sobre todo en sí mismo (Aplausos).

Sé que expreso el sentir de mis compatriotas y de muchos revolucionarios en el mundo, al rendir homenaje en esta hora al Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz (Aplausos y exclamaciones).

Un individuo no hace la historia, lo sabemos, pero hay hombres imprescindibles capaces de influir en su curso de manera decisiva. Fidel es uno de ellos, nadie lo duda, ni aun sus enemigos más acérrimos.

Desde muy joven hizo suyo un pensamiento martiano: "Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz". Lo convirtió en escudo contra lo fatuo y lo pasajero, en su principal arma para transformar halagos y honores, por merecidos que fueran, en mayor modestia, honradez, voluntad de lucha y amor por la verdad, que invariablemente ha situado por encima de todo.

A estas ideas se refirió, en esta misma plaza, hace 50 años. Sus palabras de aquella noche mantienen absoluta vigencia.

En este especial momento que nos hace meditar en el camino recorrido y sobre todo en el aún más largo que está por delante, cuando ratificamos nuevamente el compromiso con el pueblo y nuestros mártires, permítanme concluir repitiendo la alerta premonitoria y el llamado al combate que nos hiciera el Comandante en Jefe en este histórico lugar, el primero de enero de 1959, cuando señaló:

"No creemos que todos los problemas se vayan a resolver fácilmente, sabemos que el camino está trillado de obstáculos, pero nosotros somos hombres de fe, que nos enfrentamos siempre a las grandes dificultades. Podrá estar seguro el pueblo de una cosa, que es que podemos equivocarnos una y muchas veces, lo único que no podrá decir jamás de nosotros es que robamos, que traicionamos".

Y agregó:

"Nunca nos dejaremos arrastrar por la vanidad ni por la ambición, (…) no hay satisfacción ni premio más grande que cumplir con el deber", concluyó.

En una fecha de tanto significado y simbolismo, reflexionemos sobre estas ideas que constituyen guía para el revolucionario verdadero. Hagámoslo con la satisfacción de haber cumplido el deber hasta el presente; con el aval de haber vivido con dignidad el más intenso y fecundo medio siglo de historia patria y con el firme compromiso de que en esta tierra siempre podremos exclamar con orgullo:

¡Gloria a nuestros héroes y mártires! (Exclamaciones de: "¡Gloria!")
¡Viva Fidel! (Exclamaciones de: "¡Viva!")
¡Viva la Revolución! (Exclamaciones de: "¡Viva!")
¡Viva Cuba libre! (Exclamaciones de: "¡Viva!")
(Ovación).