El profesor Joel Sangronis, de la Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt, estima que desde el principio el plan golpista fue sacar a Zelaya del país para negociar su posterior regreso al poder, pero condicionado y controlado.
En un artículo titulado Si hay negociación la oligarquía hondureña habrá triunfado, Sangronis advierte que los golpes de Estado, como la mayoría de las operaciones militares son planificados cuidadosamente antes de ser llevados a cabo.
En su criterio la negociación busca suspender el referendo sobre una Asamblea Constituyente, dejar intactas las estructuras de poder que llevaron a cabo la sedición y no llevar a juicio a los militares y congresistas criminales.
Ítalo González, secretario general del Partido Comunista de Venezuela, advirtió que con el plazo dado por la Organización de Estados Americanos (OEA) el movimiento popular hondureño puede perder fuerza y contundencia.
También considera que propicia que se diluyan en la retórica los integrantes de las fuerzas armadas indecisos y proclives a los intereses del proletariado.
Coincidente, el músico venezolano Francisco Morales alerta que con el ultimátum de 72 horas dado por la OEA los golpistas disponen de un tiempo valioso para neutralizar las acciones contra el golpe.
Precisa que en ese tiempo el gobierno de facto detendrá a todos los líderes de la resistencia dentro del país para anular cualquier vestigio de apoyo popular al presidente Zelaya.
En otro artículo publicado en el sitio digital Aporrea titulado ¿Caímos en la trampa de la OEA?, Raúl Bracho advierte sobre lo que define como una distracción calculada, en definidas cuentas: una trampa.
Innegablemente que algo raro está pasando, uno se queda como esperando por donde es que viene la puñalada, expresa el articulista.
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