Discurso pronunciado por el compañero Esteban Lazo Hernández, miembro del Buró Político del Partido y Vicepresidente del Consejo de Estado de la República de Cuba, en el acto por el 60 aniversario de la fundación de la República Popular China. Sala Universal FAR, 30 de septiembre del 2009, Año del 50 aniversario del triunfo de la Revolución.
General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros;
Compañero Zhao Rongxian, Embajador de China en Cuba;
Compañeras y compañeros, chinos y cubanos, presentes en este acto:
Hoy la humanidad progresista, junto a todo el pueblo chino, celebra con júbilo el aniversario sesenta de la proclamación de la República Popular China.
En medio de una larga y difícil lucha antifeudal y antimperialista, los revolucionarios del gran país asiático sentaron las bases ideológicas que condujeron a la fundación del Partido Comunista de China y el Ejército Popular de Liberación.
Comenzó así una nueva y definitiva fase de la lucha contra los agresores y ocupantes japoneses con el objetivo definido de construir una nueva nación, que significó un cambio radical en el curso de la historia nacional.
Mao Zedong, Presidente del Partido, movilizó, organizó y guió a las masas populares hasta alcanzar la gran victoria que condujo a la proclamación de la República Popular, el primero de octubre de 1949.
Con la fundación de la nueva China, en medio de las complejas circunstancias de la época, su pueblo pasó a ser dueño definitivo de su destino. Azada en mano, se dio al empeño de construir una sociedad socialista que correspondiera a las características propias de su nación.
Atrás quedó la época de humillantes y onerosos tratados, los años de miseria, semiesclavitud, cruel explotación, bloqueos y ocupaciones imperialistas.
Gracias al socialismo, China pudo enfrentar los difíciles desafíos surgidos a lo largo de todos estos años, mantener la unidad de esa multiétnica nación y superar las dificultades internas.
A esa extraordinaria hazaña se suma la de haber alcanzado indicadores de crecimiento económico que hoy asombran al mundo y el innegable mérito de haber logrado sacar de la pobreza a cientos de millones de sus pobladores en pocos años y además erigirse entre las tres primeras economías del mundo; al mismo tiempo que, con apenas un 7% de la superficie cultivable del planeta, alimentar a un quinto de la población mundial.
Las tradicionales laboriosidad y disciplina del pueblo chino, estrechamente unido a su Partido, le han permitido exhibir los éxitos de hoy y trazarse objetivos superiores, como el de lograr un desarrollo científico y equilibrado que favorezca a toda su gigantesca población, con vistas a alcanzar las metas propuestas para conmemorar el primer siglo de la fundación de la República Popular.
Al mismo tiempo, los éxitos y retos que enfrenta China constituyen un importante aporte a la paz y al propio desarrollo de la humanidad, debido a la magnitud de su repercusión, en particular en los países de América Latina y el Caribe, quienes a su vez ven en ellos positivas oportunidades y beneficios.
El Comandante en Jefe, en el prólogo de la edición en mandarín del libro Cien Horas con Fidel, escribió: "Con China hay que contar en el panorama mundial del siglo XXI, y muchos de los grandes desafíos de la humanidad no tendrán solución sin su activa y cardinal participación".
El mundo enfrenta hoy la mayor amenaza a la supervivencia de la propia especie humana que se agrava por el impacto de varias crisis: la económica global, la de los alimentos, la energética, la medioambiental y la ampliación de la pobreza.
A ellas se suman los efectos devastadores de las guerras imperialistas de nuevo tipo y sus ansias de control de los principales recursos naturales existentes en los países subdesarrollados.
Asimismo, la peligrosa manipulación, desinformación y tergiversación de la vida en nuestros países por los grandes medios de comunicación en poder de monopolios occidentales, ha abierto otro frente de combate silencioso que los pueblos tenemos que enfrentar cada día, en primer lugar con la verdad de nuestras ideas.
El actual siglo presenta nuevos desafíos para todos, pero los pueblos despiertan. América Latina es diferente a años atrás. Renacen las luchas, los reclamos de libertad y justicia social. Frente a esos justos empeños, el imperialismo acude a todos sus recursos. Llega hasta amenazar con sus fuerzas militares, con el fin de tratar de desestabilizar y revertir los procesos progresistas en curso.
Tampoco ceja en su viejo anhelo de derrotar nuestra Revolución, sin preocuparse por los métodos ni considerar los más elementales principios morales. Son cincuenta años de digna resistencia por el derecho a la soberanía e independencia conquistadas.
El próximo año, celebramos el aniversario 50 del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países
Compañeras y compañeros:
La amistad entre Cuba y China tiene profundas raíces históricas que, un día como hoy, no podemos dejar de mencionar. Hace más de siglo y medio arribaron a esta isla los primeros emigrantes chinos. Ellos y los muchos que les siguieron, personas humildes y laboriosas, contribuyeron al nacimiento de nuestra nacionalidad y cultura, y no pocos ofrendaron la vida en las luchas independentistas.
Gonzalo de Quesada, patriota, discípulo y gran colaborador de nuestro Héroe Nacional José Martí, expresó en 1892 lo justo que sería erigir un monumento digno a la memoria de los "mambises chinos", idea materializada en un monolito de mármol negro en nuestra capital que señala con letras indelebles: "No hubo chino cubano desertor, no hubo un chino cubano traidor".
El próximo año, cuando estemos celebrando el aniversario 50 del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre nuestros dos países, recordaremos con satisfacción el momento en que Cuba, luego de librar una larga lucha por alcanzar, el primero de enero de 1959, su definitiva independencia, se convirtió en la primera nación del hemisferio occidental en reconocer a la República Popular China.
El pueblo cubano no olvidará que el 16 de abril de 1961, fecha en que comenzó el ataque mercenario por Playa Girón, China orientó a su Misión Diplomática en La Habana: "Defender con firmeza la Embajada y correr la misma suerte que el pueblo cubano".
Treinta y dos años después, en 1993, cuando enfrentábamos los duros rigores del período especial, el Presidente chino fue el único Jefe de Estado que nos visitó para trasladarnos la confianza de su partido, Gobierno y pueblo en nuestra capacidad de resistencia y victoria.
Fueron momentos de especial significación y trascendencia las visitas a China del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en los años 1995 y 2003, y del General de Ejército Raúl Castro Ruz, en 1997 y el 2005, que fortalecieron y elevaron a planos superiores las relaciones bilaterales.
Fidel y Raúl pudieron apreciar la simpatía que se siente en China por nuestra Patria, que enfrenta el bloqueo, el resto de las agresiones y persiste en el empeño de construir el socialismo.
De igual forma, nuestro pueblo valoró altamente la segunda visita oficial a Cuba del Presidente Hu Jintao, en noviembre del año pasado, como una nueva muestra de la confianza del Gobierno chino en la solidez y el prestigio de la Revolución Cubana.
Los intercambios sistemáticos de delegaciones de alto nivel han contribuido no solo a consolidar nuestros vínculos, que se caracterizan actualmente por la profundidad de los intercambios políticos y la cooperación económica mutuamente beneficiosa, sino a relanzarlos a niveles superiores.
Nuestras relaciones son ejemplo de fraternidad y hermandad
Por todo ello, podemos afirmar que las relaciones entre Cuba y China se encuentran hoy en su mejor momento histórico y son un referente de la cooperación, sobre la base de la igualdad, el respeto y el beneficio recíproco.
Ambos países nos hemos apoyado en los momentos difíciles y superado complejas pruebas en medio de las circunstancias internacionales actuales.
China se opone clara y rotundamente al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto a nuestro país por el gobierno de los Estados Unidos.
Cuba, por su parte, mantiene inalterable su apoyo irrestricto y decidido a la política de una sola China y su oposición a cualquier tentativa de socavar su soberanía e integridad territorial.
Cuba no ha dudado en expresar su rechazo a todas las formas de intromisión extranjera en sus asuntos internos.
Cuando ambos pueblos fuimos afectados por graves catástrofes naturales, se patentizaron los sentimientos de hermandad y humanidad. Solo unos días después del terrible terremoto de Sichuan, una brigada médica cubana brindó su modesto aporte en la atención directa a las víctimas.
En nuestro caso, recibimos hondas expresiones de solidaridad y valiosa ayuda material tras las afectaciones de los tres huracanes del año pasado.
Cuba y China han demostrado con creces el valor de haber hecho revoluciones verdaderamente autóctonas y populares. Hemos resistido y derrotado similares presiones y agresiones, sobrevivimos a décadas de bloqueo y enfrentamos con dignidad las burdas campañas mediáticas que se orquestan contra nuestros pueblos.
Conmemoramos este 60 aniversario en momentos en que nuestros países están más unidos que nunca en la defensa de sus intereses comunes y en la adhesión al socialismo, en correspondencia con las características de cada país, como única vía para construir una sociedad mejor, "con todos y para el bien de todos", como anhelara nuestro Héroe Nacional José Martí.
Abierto está el camino para lo mucho que aún podemos alcanzar en beneficio de ambos pueblos. De nuestras acciones dependerán los avances de los proyectos que avizoramos. Nuestras relaciones continuarán siendo ejemplo de fraternidad y hermandad por un mundo mejor.
¡Viva la inquebrantable amistad entre los pueblos, partidos y gobiernos de Cuba y China!
¡Viva el 60 aniversario de la República Popular China!
Muchas gracias.
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