Enrique Milanés León
Oriundo de una zona campesina, Nilo Enrique Luis Camacho vivió muchas etapas épicas de la Revolución: la alfabetización, la Asociación de Jóvenes Rebeldes, la lucha contra bandidos y limpia del Escambray. Después estuvo varios años en la dirección de la Juventud, como cuadro profesional, desde el nivel de municipio hasta el de provincia y llegó a ser cuadro en la Columna Juvenil del Centenario (CJC). Allí y en el EJT transitó casi toda su vida militar, durante 29 años.
El coronel de la Reserva Nilo E. Luis Camacho tiene una larga trayectoria como combatiente y cuadro agropecuario.
Más tarde cumplió misiones en Angola, como combatiente y constructor internacionalista, para ocupar después responsabilidades en la actividad agropecuaria de las FAR, en la que va a cumplir 10 años. Actual coronel de la Reserva y director de la Empresa Agropecuaria de las FAR en Camagüey, conversa con Granma sobre la aplicación en su Empresa de las ideas del Héroe de la República de Cuba, Orlando Cardoso Villavicencio.
Lleva consigo la frase del Raúl : "si alguna vez dije que los frijoles eran importantes como los cañones, hoy digo que son más importantes".
"Por los frijoles comencé. Exactamente dio la coincidencia que al estar en el EJT y recibir la misión de pasar a la Agropecuaria, existía una granja de la DAAFAR cuyo objetivo era sembrar granos para las Fuerzas Armadas, allá en la Empresa Juventud Heroica, en Sanguily, Ciego de Ávila; esa fue mi primera tarea, producir frijoles".
O sea, comenzó honrando la frase de Raúl al pie de la letra¼
"Así fue. Él dijo primero que eran tan importantes como los cañones y después que eran más importantes, porque en el tránsito por el periodo especial nos hemos visto en una situación muy difícil y tuvimos que esforzarnos más para no constituir una carga para la economía. Somos algo así como el brazo productivo de las FAR, en tiempo de paz y de guerra".
A pesar de su origen, ¿ha aprendido al paso por esta tarea?
"Al comenzar en la actividad empresarial de las Fuerzas Armadas nos hemos tenido que introducir en todo lo relacionado con la producción con eficiencia, porque no somos una institución presupuestada, tenemos que sustentar nuestra actividad con lo que hagamos. Eso nos lleva al perfeccionamiento de las estructuras para buscar la rentabilidad. Es un sistema empresarial con trabajadores civiles, el cual cuenta con ingenieros, médicos, economistas y obreros agrícolas".
¿Cuánto tiempo hace que aplican las experiencias de Villavicencio y cuáles beneficios concretos avizoran?
"Las hemos venido aplicando desde febrero. Teníamos algo adelantado, recibimos indicaciones y en febrero comenzamos. Ahora las ponemos en práctica en 18 hectáreas dedicadas a distintos renglones, buscando probarlas en suelos con características diferentes para medir su comportamiento en la tierra roja, en la negra, en la baja... Todavía es incipiente. Sembramos 4 hectáreas de calabaza empalada, una se cosechó ya en Guáimaro, y con la quinta parte del agua prevista, que ya era poca, regando a jarritos, logramos 23 toneladas de las 46 estimadas.
"O sea, a pesar de los problemas, 23 toneladas de calabaza en una cosecha de una hectárea, da la idea de las perspectivas de ese tipo de cultivo, no como solución total, sino como opción de la agricultura. Si a esa misma hectárea le sacamos cuatro rotaciones en el año, conseguimos 92 toneladas. Además hay que tener en cuenta las pocas personas que participan: con solo dos hombres se puede mantener y estabilizar la producción por ese sistema en una hectárea. Esa es la experiencia hasta hoy; ya comenzamos a cosechar otras 2 hectáreas, y aunque todas dieran lo que dio esa se justificaría sobradamente que lo hagamos, no para toda la agricultura de una empresa grande, sino como una variante importante que nos ayudará a marchar a una agricultura más intensiva. Si no tengo agua para una caballería, puede que tenga para una hectárea, y de muchas hectáreas se suma un aporte significativo.
"No es sembrar por sembrar, no es gastar mucho petróleo preparando extensas tierras para que den un bajo rendimiento. A lo mejor no hace falta utilizar ningún petróleo: un empalado se puede aprovechar tres años y si a cada año se le sacan tres cosechas, que puedo rotar, son nueve cosechas.
"Mucha gente me pregunta si se va a resolver todo el problema con eso, y le digo que no, pero que una parte importante sí.
"El otro asunto son nuestras campañas de siembra; a veces sembramos mucha calabaza en primavera y a lo mejor producimos mucho más de lo que se necesita en ese momento, ¿y después? Las tropas, igual que el pueblo, necesitan comer todo el año, si no se produjera tanto en los momentos picos y se produjera más establemente durante todo el año estarían mejor abastecidas.
"Estamos probando las experiencias, pero queda mucho camino por transitar".
¿Qué defectos de la agricultura cubana tradicional corrige este sistema?
"Para no echarle a los demás, voy a hablar de nosotros mismos. Cuando decía que hemos promediado 4 toneladas de calabaza por hectárea, estaba sugiriendo que hemos sido ineficientes. Lo que yo aprecio es que siempre se ha tratado de cumplir grandes metas: sembrar 100 caballerías, 500, una campaña de miles de caballerías... Por años hemos tenido bajas poblaciones en los surcos, del 60 o el 70%, por ejemplo, y cuando eso pasa, se está botando un 40 o 30% de salarios, combustibles, fertilizantes, y al final faltará también un 40 o 30% de producción".
Se habrá botado también el 40 o 30% de la tierra...
"Cierto. Por años hemos sembrado mucha cantidad de manera extensiva a riesgo de lograr bajos rendimientos, altos costos de todo tipo. Hemos querido mucha maquinaria, mucho combustible, mucho fertilizante...
"Con este sistema, el campesino, que generalmente tiene pequeñas cantidades de tierra, puede aportar más cantidad de alimentos. Y también las entidades de la ganadería, la industria y demás, que no tienen obligación formal de desarrollar la agricultura, pueden producir, incluso en unos pocos cordeles".
Esto de más rendimiento en menos áreas es algo que venimos oyendo desde hace mucho. ¿De qué depende que prenda, se mantenga y no sea otra buena idea abandonada?
"Depende de los hombres. De los mecanismos que seamos capaces de crear para que no se quede en el campo de las ideas. Es cierto que tenemos ese peligro, que aparecen buenas ideas y al tiempo se abandonan. Hay una intención de generalizarla, de estimularla; en la Unión Agropecuaria de las FAR se generaliza a todas las empresas. Hay empresas en el país con grandes inversiones en sistemas de riego y mecanización de punta; usted no las va a quitar, pero ¿cuántas tierras ociosas están alrededor de esas máquinas, aptas para explotarse también?".
¿Este proceder, acogido por las FAR, desconoce otros métodos tradicionales?
"Para nada. Con el primero que cogí experiencia fue con un campesino: Nicomedes Pérez. Pero esto empezó en Najasa, y en Najasa no hay institución militar. No es una cuestión militar o civil, es la necesidad del país de usar cuantas variantes posibles tengamos para mejorar. Lo que no pueden faltar son los hombres que ejecuten esto con un alto sentido de responsabilidad, mucha disciplina, capacitación y constancia para asumir la tarea".
¿Cómo ve el futuro de esta práctica?
"Pienso que se introduzca cada vez más en los lugares donde sea posible, combinando la ciencia, la técnica y la práctica".
Hablamos de cañones fuertes y frijoles seguros.
"Así mismo. Esa es la idea".
Objetivos de la experiencia
1- Producir más alimentos en una hectárea que en una caballería.
2- Lograr la producción escalonada de todos los productos, que permita el abastecimiento estable durante todo el año de nuestros mercados agropecuarios con variedad de alimentos.
3- Alcanzar una reducción notable de los recursos, sobre todo la mano de obra. En muchos casos, podemos eliminar el uso de tractores, sin dañar en lo más mínimo la producción.
4- Lograr la especialización del campesino, así como su mayor vinculación con la tierra gracias a un sistema de pago muy favorable.
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