por Ariel Soler Costafreda / AIN
Guantánamo, 14 oct (AIN) Este podría ser un comentario alarmante: un asesino anda suelto y lo que es peor, “recibe ayuda y protección” de un sector poblacional nada despreciable y sordo al amenazador zumbido circundante: el mosquito Aedes Aegypti, que acecha en el mismo entorno familiar.
No exagera Alcides Correoso, director de la Unidad provincial de Lucha Antivectorial en Guantánamo, cuando intransigente exige a sus trabajadores el máximo de calidad en las inspecciones y fumigaciones, y llama al permanente “combate en la ciudad”, casa a casa, en cada centro de estudio o trabajo, batalla que involucra a todos contra uno: el Aedes aegypti.
Y es que por estos días el insecto gana espacio aéreo y sus larvas proliferan y danzan burlonas en aguas desprotegidas, sobre todo en tanques bajos de viviendas.
Las estadísticas indican que de 59 focos de Aedes aegypti detectados durante octubre en la provincia de Guantánamo, el 88 por ciento se encontraron en la ciudad capital y de éstos casi la mitad en tanques bajos, donde la población almacena el agua de consumo.
Tras el desfavorable reporte afloran el descuido a la periódica inspección domiciliar o en centros estatales de los depósitos, también conocida como “autofocal” y el negligente tapado de los tanques.
El mosquito, sin ánimo alarmista, mata. Transmite encefalitis viral o fiebre amarilla y el dengue, virus que desencadena procesos hemorrágicos muy peligrosos para la vida. Por su picada lo puede inocular al bebé de la familia, al abuelito querido; a papá, a mamá, al hermano... La tragedia acecha y es tan fácil padecerla como conjurarla.
Correoso, con la experiencia que dan años de enfrentamiento al vector, señala como la principal acción contra el alado el saneamiento medio ambiental, desde el entorno hogareño y reitera: “los efectivos de Salud, sin el decisivo, puntual y masivo respaldo ciudadano, tenemos de antemano perdida la batalla, cuyo teatro de operaciones es la casa, el patio, el solar yermo…”.
Se trata de cumplir medidas tan elementales como imprescindibles por su efectividad: limpiar el entorno es el mejor “veneno” contra el mosquito, capaz de reproducirse en los más increíbles contenedores, desde las insignificantes tapitas de botella, hasta en aguas negras, antes despreciadas por la hembra Aedes aegypti, pero hoy aceptada para conservar su especie.
El Aedes ataca en este instante con agresividad particular en las ciudades de Guantánamo, Santiago de Cuba, Bayamo, Camagüey, Santa Clara y Ciudad de La Habana, donde viven más de tres millones 600 mil cubanos, pero combatirlo rebasa esas demarcaciones, es obligación de toda la Isla.
“Cortarle las alas” al Aedes, silenciar su zumbido es en definitiva conjurar el dengue, enfermedad endémica en la cuenca del Caribe, entorno geográfico con el cual tenemos prominente interacción.
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