martes, 28 de julio de 2009

Ramírez

Por: Ernesto Pantaleón Medina | Televisión Camagüey

Su ronca voz de carcelero medieval impresionaba; su pelo cuidadosamente peinado, como planchado con brillantina, llamaba inmediatamente la atención; una sonrisa irónica y mucha, muchísima sabiduría en el oficio y en la vida, completaban el retrato de Rolando Ramírez, un veterano periodista camagüeyano.

A cualquier hora se le veía con el cigarrillo en una esquina de la boca, observándolo todo, callado y cortés, o tecleando en su máquina o en el télex a una velocidad vertiginosa, sin equivocarse nunca.

Todos acudíamos a él ante una duda o para que revisara nuestras cuartillas, lo mismo yo, por entonces un jovencito que atendía la redacción de noche en una emisora radial, que cualquier avezado reportero del diario local o de la naciente Agencia de Información Nacional, de la cual él era el director.

Eran característicos los “mapas” que hacía del material revisado, el cual llenaba de señales, tachaduras y correcciones, pero su fallo era inapelable, indiscutido y aceptado como bueno
porque el conocimiento del “Rolo” era enciclopédico a pesar de que no había cursado estudios superiores y se abrió paso en la vida desde sus comienzos como limpiabotas, en una familia muy humilde.

Lo admirábamos y respetábamos, y aún cuando casi todos sus compañeros de entonces pasamos hace rato los 50, seguimos considerándolo un maestro.

Hace algunos días, en ocasión del aniversario 35 de su “Agencia”, lo recordamos y lamentamos su partida hacia ese lugar desconocido a donde van los grandes.

Pero no aceptamos que simplemente no está más.

Por eso, porque de alguna manera inexplicable sigue aquí, el premio periodístico que se otorga por la obra de la vida, instituido en la provincia de Camagüey lleva su nombre: Rolando Ramírez Hernández.

Imagino que si lo sabe, en este mismo momento esbozará una media sonrisa y murmurará entre dientes su característica expresión: “Ah, bueno…”

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