Además de Guanahacabibes, en el Sur de la Isla de la Juventud y en la Ciénaga de Zapata se producen migraciones similares.
Entonces, con la primera lluvia de la primavera, en un espectáculo casi exclusivo de la Península de Guanahacabibes, el Gecarcinus ruricola, viajará dos veces seguidas hacia la playa con el sagrado propósito de dejar descendencia.
Cuentan quienes le han seguido el rumbo con fines científicos, que mientras tanto permanece entre los orificios de las rocas cársicas, predominantes en la península, donde se alimenta de materias en descomposición. Por esa razón, es considerado un saneador del ambiente.
Tras la primera lluvia de la primavera, el Gecarcinus ruricola se traslada desde el monte hasta la costa para reproducirse.
Sin embargo, entre los meses de marzo y abril, hembras y machos realizan un largo peregrinaje hacia la costa. "Primero para aparearse, luego ellas vuelven para depositar los huevos en la orilla", explica Abel Sosa, especialista del Parque Nacional Guanahacabibes.
Poco después, los cangrejitos recién nacidos siguen el rastro de sus progenitores hacia las profundidades del bosque.
El aumento del tráfico en la zona conspira contra el cangrejo rojo.
Aunque posee marcadas diferencias con otras especies, durante años el hombre ha aprovechado esta migración para cazarlo. Hay personas que le sacan la carne y se la comen o la venden, asegura Abel.
Pero los estudios han demostrado propiedades tóxicas en el cangrejo rojo que hacen de su ingestión un peligro para la salud humana.
"Se ha comprobado que acumulan tungsteno, un metal tóxico pesado que se aloja en las uñas, el pelo, el hígado y puede producir tumores malignos, disminución de la producción de espermatozoides, o la muerte del feto en las embarazadas", comenta el especialista.
Por ello, los trabajadores del parque han debido llevar a cabo acciones de prevención en las comunidades cercanas.
No obstante, el hombre continúa siendo el principal enemigo del Gecarcinus ruricola. Sobre el asfalto, los restos de miles de ejemplares triturados por las ruedas de los automóviles lanzan una señal de alerta hacia quienes deben obrar rápidamente para que Guanahacabibes no quede fuera de la lista exclusiva de sitios donde el cangrejo rojo sale por millones, como si se rigiera por el más estricto de los calendarios, tras el primer aguacero de la primavera. (Ronald Suárez RivasR)
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