jueves, 19 de marzo de 2009

Japón nos dejó fuera del Clásico Mundial

Todo nuestro pueblo vivió intensamente cada jugada del decisivo partido de la madrugada pasada frente a Japón, en el cual el equipo asiático nos dejó fuera de las posibilidades de seguir avanzando en este II Clásico Mundial.

De manera que este espacio debemos aprovecharlo para el análisis, más que para un recuento del choque. Primero, habría que reconocer las virtudes de un adversario que con su principal arma, el pitcheo, ha neutralizado nuestra ofensiva. Han sido 18 capítulos consecutivos sin poder anotar, sin descifrar ese certero cuerpo de lanzadores, que en esa cantidad de entradas solo regaló un boleto.

Segundo, nos enfrentamos a un conjunto que lo aprovecha todo, que juega con las probabilidades para poder producir, con un bateo que no es poderoso, pero sí de mucho tacto, lo que lo hace muy efectivo con hombres en circulación. Y tercero, al campo se defiende con exactitud.

Frente a esas cualidades, Cuba ha tenido una gran debilidad, su pitcheo. En el primer desafío transfirió a cuatro hombres y anoche a seis, siempre se estuvo por debajo en el conteo, letal ante el poder de chocar con la pelota que apuntábamos de los nipones, pues el pitcher tiene que forzosamente buscar el home con envíos más nobles. Esto se transformó en dos derrotas.

El otro gran problema han sido las alineaciones. No fueron productivas, se nos cae mucho del séptimo al noveno, con posibilidades en el roster de una mejor solución. Por ejemplo, la que lo hizo ante México el pasado lunes se ajusta más a las características de un enfrentamiento con Japón. Solo un ejemplo, en todo el certamen, el octavo y noveno bate (Pestano-Paret), conectaron cuatro jits en 22 turnos y todos del receptor villaclareño.

Muchas serán las interrogantes de nuestra exigente afición con este resultado. Sin embargo, este es un gran equipo que no demerita a nuestro béisbol, porque luchó, por su gran sentimiento patrio y vergüenza deportiva, porque lo dio todo en el terreno defendiendo un deporte digno, hecho totalmente en esta tierra, con mucho esfuerzo, y esos atributos son los que le seguirán motivando para empeños futuros y por supuesto, para buscar nuevas victorias.

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