Por Noel Manzanares Blanco / Televisión Camagüey
Como continuidad de mi título “Camino de una contrarrevolución en Camagüey”, grosso modo trataré el clímax del proceso reaccionario de marras —a tono con una investigación que realicé al respecto.
Un punto clave en el análisis del desenlace del complot contrarrevolucionario encabezado por Hubert Matos en Camagüey, en el oriente cubano, se encuentra en la carta “privada” de renuncia a su jefatura en la Plaza Militar Provincial, enviada al Comandante en Jefe Fidel Castro —recibida el 19 de octubre de 1959— y previamente dada a conocer a sus incondicionales.
De este episodio, Jorge Enrique Mendoza, quien el 21 de septiembre anterior fue designado por el Gobierno Revolucionario para desempeñarse como Delegado en Camagüey del Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA) y uno de los testigos más significativos del incidente que se aborda, recuerda:
“[…] esta carta dejó de ser absolutamente privada y llegó primero a los oficiales del Regimiento, a las direcciones provinciales del Movimiento 26 de Julio, de la CTC [Confederación y luego Central de Trabajadores de Cuba], de las asociaciones de estudiantes, de las asociaciones campesinas, de la fiscalía, y otros funcionarios.
“Pero lo extraño era que cada hora que pasaba más y más personas, que no integraban ninguna dirección de las mencionadas, se iban enterando de su contenido. Un grupo de oficiales y clases habían renunciado por escrito, con fecha 20 de octubre, al Ejército Rebelde, en apoyo al traidor, en evidente acto de sedición [algunos confundidos y otros haciéndole el juego contrarrevolucionario].
“Todo el aparato de dirección de la provincia, que a su vez había sido nombrado por el traidor, se disponía a renunciar y presentarle al Gobierno Revolucionario la situación de una dirigencia provincial que renunciaba en contubernio con el traidor. Se llegaba incluso a exigir una explicación de por qué este jefe militar renunciaba y a definir el contenido ideológico de la Revolución [recuérdese el fantasma del comunismo], o sea, hasta dónde iba a llegar la Revolución”.
Mientras tanto, las organizaciones político-revolucionarias en Camagüey fomentaban la necesaria unidad y colaboración entre ellas, y también con el pueblo. Así, la actuación del Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR 26-7), el Partido Socialista Popular (PSP —Comunista) y el Directorio Revolucionario 13 de Marzo (DR 13-M) servía para incrementar el accionar e influencia de la Revolución en las masas populares del territorio. Por tanto, el escenario en la región era desfavorable al éxito de las acciones hubertmatistas.
El clímax entre las fuerzas revolucionarias y reaccionarias en Camagüey, llegó del 20 al 21 de octubre de 1959:
En la noche del día 20, el acto por el onceno aniversario del asesinato de Sabino Pupo, líder del campesinado camagüeyano, comenzó pasadas las diez porque las principales figuras del MR 26-7 y de la Federación de Trabajadores en Camagüey esperaban por la presencia de Hubert Matos, quien al final no asistió. Algunos ofrecieron discursos vacilantes; de ahí que el propio Mendoza, al intervenir, se viera en la necesidad de precisar la línea revolucionaria, sobre todo respecto a la Reforma Agraria.
Alrededor de la una de la madrugada, el Capitán Mendoza se comunicó con Fidel Castro, a quien impuso de la grave situación existente en el territorio. El Comandante en Jefe le dio instrucciones precisas acerca de qué y cómo debía actuar. En consecuencia, una de las primeras cosas que se hizo fue ir al periódico Adelante, donde se encontraron dos notas reveladoras de qué se estaba tramando:
Una decía: “La noticia de renuncia del Comandante Hubert Matos Benítez al cargo que ostenta en esta provincia causó conmoción en la ciudadanía. Sin confirmarse la renuncia se vieron rostros tristes, se oyeron confesiones de adhesión al gran líder […]. Sus dolores o alegrías se vierten emocionalmente en el pueblo, que lo admira y lo estima como algo suyo”.
En la otra nota se lee: “La Federación Provincial de Estudiantes Secundarios de Camagüey teniendo conocimiento por la prensa de la renuncia del doctor Matos Benítez […], y conocedores de la gran labor de Hubert Matos, queremos dar a conocer al pueblo en general y a todos los estudiantes de la provincia que nos mantenemos expectantes en estos momentos y esperamos las noticias oficiales del Gobierno Revolucionario, porque brille la verdad y solo la verdad, única forma de triunfo verdadero de este proceso revolucionario”.
Al analizar estas notas, se comprende: por un lado, que con ellas se verifica la falsedad acerca del carácter privado de la referida carta de renuncia escrita por Hubert Matos; por otro lado, que quienes escribieron eran incondicionales al jefe de la Plaza Militar en Camagüey y se empeñaban en fabricarle liderazgo a quien ante el pueblo no rebasaba el marco de la jefatura; y en correspondencia, que usaban la mentira (“el pueblo que lo admira y lo estima como algo suyo” y “la gran labor de Hubert Matos”) para intentar apuntalarle desde un supuesto arraigo popular.
Es válido recordar que en alguna medida había contribuido al ambiente de traición, la propaganda que se hacía Hubert Matos a través de una revista que él hizo al costo de siete mil pesos mensuales, donde todo era canto y elogios “al valeroso comandante, al valeroso y heroico Jefe del Regimiento”.
Para resolver esta situación, cumpliendo órdenes de Fidel Castro, el Comandante Camilo Cienfuegos llegó a Camagüey, aproximadamente a las seis de la mañana del día 21 de octubre. Inmediatamente se traslada al Regimiento Militar hasta llegar a la casa de Hubert Matos, que estaba ubicada en los predios del Cuartel. Allí hace prisionero al Comandante sedicioso.
Ello fue facilitado por el hecho de que, para ese momento, los revolucionarios en la provincia tenían bajo su control las dos estaciones de Policía y las Fuerza Tácticas del Ejército Rebelde, el aeropuerto, la central telefónica y la Prensa (estaciones de Radio y Televisión y el periódico Adelante).
Todavía en horas de la mañana, llegó el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana a suelo camagüeyano y se trasladó a la sede del INRA. En este lugar se encontró con Camilo, quien le informó sobre la situación imperante.
En conocimiento del escenario concreto, Fidel orientó marchar hacia el Cuartel sede de la Plaza Militar de Camagüey, e ir sin armas, a pie y con el acompañamiento del pueblo. Eran ya alrededor de las once a.m. Quedaba el camino expedito para que se protagonizara lo que quizás sea el primer antecedente de lo que en años posteriores fueron las Marcha (s) del pueblo combatiente en la Revolución, a instancia de las masas camagüeyanas en respaldo a Fidel y Camilo.
Este histórico acontecimiento quedó reflejado de la siguiente manera en el periódico Adelante, el consecutivo día 22:
“La Revolución ganó una batalla ayer en esta ciudad cuando más de 50 000 personas abandonaron sus hogares y labores habituales [y] se lanzaron a la calle para consolidar la libertad obtenida después de sufrir la tiranía que costó la sangre de más de 20 000 compatriotas, para respaldar plenamente al máximo líder de la Revolución [...]. El peligro lo conjuró el pueblo, llegando en masa para demostrar que los campesinos y los obrero no cederán y defenderán el triunfo pulgada a pulgada”.
Entre paréntesis, dejo constancia de dos elementos relacionados con el suceso en cuestión: uno, vísperas de la traición del ex jefe de la Fuerza Aérea, Pedro Luis Díaz-Lanz, Hubert Matos lo había visitado en su casa —¿casualidad que el propio Díaz-Lanz bombardeó La Habana, el 21 octubre de 1959, causando dos muertos y cincuenta heridos?—; y dos, vísperas de la traición del ex presidente Manuel Urrutia a mediados de ese año, Hubert Matos había estado alentando los propósitos del antiguo mandatario y viceversa.
La conclusión de tal asunto, fue de una marcada significación tanto para el desarrollo de la Revolución en sentido general como para desatar los obstáculos que dificultaban la materialización de las transformaciones que necesitaba la sociedad camagüeyana; al tiempo que constituía prueba fehaciente del acompañamiento popular en la provincia al proceso revolucionario encabezado por Fidel Castro.
El propio Camilo Cienfuegos, al hacerse eco de lo anterior, escribió: “Por conducto del Diario Adelante somos nosotros quienes decimos Gracias, Gracias pueblo Camagüeyano, tu presencia en el Campamento Agramonte ayudó a solucionar una nueva traición a la Patria, hombres habrá traidores pero pueblos no y menos Camagüey” (Sic) —consta en el mismo periódico.
De este modo, la desarticulación del complot hubertmatista, por una parte, contribuyó a la eliminación de la principal barrera que frenaba a la Revolución en la región, en particular la Reforma Agraria; y por otra, tributó a la cohesión del MR 26-7, el PSP y el DR 13-M. y, por ende, a la posterior concertación de esas organizaciones político-revolucionarias en aras del desarrollo de la Revolución Cubana.
No obstante, el desenlace de esta acción contrarrevolucionaria, una semana después, también devino luto nacional: precisamente por estar al frente del proceso de reestructuración política, militar y administrativa en la provincia, el Comandante Camilo Cienfuegos se mantuvo en contacto directo con el territorio camagüeyano, y el 28 de octubre de 1959, tras partir del aeropuerto local “Ignacio Agramonte” a las seis de la tarde rumbo noroeste, la inexperiencia del piloto en medio de condiciones climatológicas adversas provocó su desaparición física. Infructuosa resultó la búsqueda al “Señor de la Vanguardia”, encabezada por el Comandante en Jefe Fidel Castro con la participación prácticamente de todo el pueblo. Así quedaba develada la peor consecuencia de la traición de Hubert Matos, quien se convirtió en connotado integrante de la terrorista mafia gusano-yanqui radicada en Miami.
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