Tras recibir la presidencia de la UNASUR de manos de su colega chilena, Michelle Bachelet, Correa recordó que en esa misma sala el 10 de agosto de 1809 se registró el primer grito de independencia que forzó la liberación de esta nación.
Aunque no estaba en la agenda, el jefe de Estado venezolano, Hugo Chávez, manifestó enorme preocupación por la decisión colombiana de instalar en su territorio siete bases militares estadounidenses, lo cual, dijo, afecta la seguridad de su país y de la región en general.
Se trata de un acontecimiento que pone en peligro la estabilidad en Suramérica y la UNASUR, que deberá analizar este tema para evitar la desestabilización y la guerra en el continente, alertó.
Correa advirtió por su parte que esta decisión del gobierno de Bogotá constituye un asunto extremadamente peligroso para su nación y toda Suramérica.
Se pronunció por analizar este problema en la reunión de ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa de esta organización, que se celebrará el 24 de agosto próximo en esta capital.
Su colega de Argentina, Cristina Fernández, propuso a Buenos Aires como sede para una cita urgente de mandatarios de la UNASUR, a la cual invitarían al gobernante de Colombia, Álvaro Uribe, para analizar la instalación de bases norteamericanas en ese territorio.
Poco antes de esta discusión, Bachelet destacó los logros de su mandato al frente de la Unión de Naciones Suramericanas, período durante el cual se crearon los Consejos de Defensa Suramericano, Estructura y planeamiento, Desarrollo Social Suramericano, y Lucha contra el narcotráfico.
Condenó asimismo el golpe de Estado en Honduras, exigió la restitución de su presidente constitucional, Manuel Zelaya, y resaltó la actuación de UNASUR para superar una crisis política en Bolivia.
La Declaración de Quito, firmada por nueve jefes de Estado miembros de este bloque, reconoce a Zelaya como presidente de Honduras.
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