Por María del Carmen Fuentes. Televisión Camagüey.
Para hablar de la construcción en Cuba hay que remontarse a los apuntes de Fray Bartolomé de las Casas quién describió en el siglo XVI las rústicas construcciones aborígenes. De entonces a la actualidad, 500 años después del descubrimiento del Nuevo Mundo, mucho ha cambiado el entorno en este sentido.
Más notable aún resulta la diferencia si la mirada al sector constructivo de la Mayor de las Antillas se significa a partir de la existencia del proceso revolucionario cubano, próximo a cumplir, el 1ro de Enero, 50 años. Sentenció el líder histórico, Fidel Castro, que “Revolución es construir” y la realidad desde entonces se ha encargado de demostrarlo. Bajo el precepto de que las construcciones están presentes prácticamente en todas las actividades que materializan el desarrollo, son ellas un elemento que permiten apreciar, tal vez como ningún otro, el desarrollo de un país.
En 1958 existían en Cuba 83 mil trabajadores de la construcción y la distribución de las obras no era equitativa, pues el 70 % de ellas se concentraban en la capital de la nación. Pero, el 1ro de enero de 1959 marcó el inicio de un proceso donde se daba respuesta a las necesidades económicas y sociales del país, con un orden de prioridades, y aplicando medidas para desarrollar la base material del sector.
Actualmente las capacidades constructivas de Cuba están preparadas para diseñar y construir en el ámbito nacional e internacional, impulsar el desarrollo del país y asociarse con beneficios mutuos, con entidades foráneas de diseño, construcción y producción de materiales y asimilar conocimientos y tecnologías de avanzada.
Hoy, sólo en Camagüey, son 13 mil 500 los obreros del gremio quienes, por ejemplo, en esta centro-oriental provincia permiten al Ministerio de la Construcción (MICONS) culminar el año 2008 con 120 millones de pesos de producción bruta ejecutada, aumento de la productividad por trabajador y un crecimiento total del 8 % respecto al año anterior. Los camagüeyanos y los villaclareños son los únicos del país que cumplen con todos los programas.
Estos resultados productivos y económicos son comparables sólo con las holgadas épocas que precedieron al Período Especial y el recrudecimiento cada vez mayor del bloqueo yanqui contra el territorio cubano.
Cruel medida estadounidense que no puede ignorarse si se hace un análisis de la evolución del sector en Cuba. No obstante, no se detuvieron programas tan vitales como el de la vivienda, la salud, el electro energético, el de recursos hidráulicos, entre otros. Surgieron alternativas con el uso de producciones locales, pero los elevados costos de materiales básicos, más otros imprescindibles de importar, continúan hoy siendo un freno.
En este año los constructores agramontinos han recibido el beneficio de nuevos equipos de procedencia china y venezolana. Con este equipamiento su labor ha sido decisiva en la recuperación de la provincia luego del azote devastador de los huracanes Ike y Paloma. Tanto en la recogida de escombros, movimiento de tierra para las nuevas viviendas, la construcción de las baterías de grupos electrógenos, los denominados por Fidel “hombres de los cascos blancos” han sido protagonistas y en ningún momento dosifican su esfuerzo para que la obra grande de la Revolución continúe adelante.
Razón que justifica la permanencia de alrededor de 900 constructores camagüeyanos en otras provincias en la ejecución de significativas obras en el ámbito económico y social que sientan bases para no detener el desarrollo del país.
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