viernes, 8 de enero de 2010

Fidel Castro entra a La Habana

Por Noel Manzanares Blanco / Televisión Camagüey

Al cumplirse 51 años de la entrada triunfal de Fidel Castro con la Caravana de la Libertad a La Habana, deseo significar dos aspectos de su discurso pronunciado el 8 de enero de 1959 en el Campamento de Columbia —hoy Ciudad Libertad.

Entre otros elementos, en aquella oportunidad el Máximo Líder de la Revolución hizo un aparte con el siguiente asunto:

“Lo primero que tenemos que preguntarnos los que hemos hecho esta Revolución es con qué intenciones la hicimos; si en alguno de nosotros se ocultaba una ambición, un afán de mando, un propósito innoble […]”.

También, Fidel reflexionó con los allí reunidos sobre si se había hecho la Revolución pensando que, apenas la tiranía fuese derrocada, se iba a disfrutar de los gajes del poder; si cada uno de ellos iba a vivir como un rey, con un palacete; si lo que estaban pensando era quitar a unos ministros para poner a otros.

“Esa pregunta hay que hacérsela —manifestó el Guía de la Revolución—, porque de nuestro examen de conciencia puede depender mucho el destino futuro de Cuba, de nosotros y del pueblo”.

A la distancia de 51 años, la vida demuestra cuánto de certeza tenía la pregunta formulada por el Comandante en Jefe al culminar el recorrido de la Caravana de la Libertad aquel 8 de enero, pues en efecto solo evidenciando verdadero desinterés, verdadero espíritu de sacrificio, el propósito de darlo todo a cambio de nada, se podía garantizar el ejercicio del poder para el pueblo alejado del dictado de “Don Dinero” —propio de las seis décadas en que Cuba estuvo al amparo del Águila Imperial, a partir de 1898.

El otro elemento que deseo subrayar se vincula al legado martiano entorno a la unidad revolucionaria. Vale recordar que José Martí consideraba acerca del Partido Revolucionario Cubano proclamado el 10 de abril de 1892: “Nació uno, de todas partes a la vez. Y erraría, de afuera o de adentro, quien lo creyese extinguible o deleznable. Lo que un grupo ambiciona, cae. Perdura, lo que un pueblo quiere. El Partido Revolucionario Cubano, es el pueblo cubano”.

Asimismo, vale recordar que en el artículo publicado por la revista Bohemia, el 1ro de abril de 1956, el emergente Líder de la Revolución Cubana escribió: “EL MOVIMIENTO 26 DE JULIO es la invitación calurosa a estrechar filas, extendida con los brazos abiertos, a todos los revolucionarios de Cuba sin mezquinas diferencias partidaristas y cualesquiera que haya sido las diferencias anteriores”.

Entonces, se comprende que carece de casualidad que Fidel Castro, en el referido discurso en Columbia, haya reflejado su convicción según la cual desde el primer momento de la última gesta por la liberación de la Mayor de las Antillas, debió permanecer “una sola organización revolucionaria”. He aquí lo que dijo textualmente:

“Creo que todos debimos estar desde el primer momento en una sola organización revolucionaria: la nuestra o la de otro, el 26, el 27 o el 50, en la que fuese, porque, si al fin y al cabo éramos los mismos los que luchábamos en la Sierra Maestra que los que luchábamos en el Escambray, o en Pinar del Río, y hombres jóvenes, y hombres con los mismos ideales, ¿por qué tenía que haber media docena de organizaciones revolucionarias?”.

Sin lugar a dudas, este pasaje ilustra acerca del porqué en el Primer País Socialista de Nuestra América existe un solo Partido Dirigente de la Revolución, el Partido Comunista de Cuba.

A esta altura, puedo asegurar que la entrada del compañero Fidel con la Caravana de la Libertad a La Habana hace más de media centuria, devino brújula para el perfeccionamiento de la Revolución Cubana en cada momento histórico-concreto.

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