lunes, 28 de diciembre de 2009

Yaetris y sus gemelos, salvados de la influenza A (H1N1)

Por Yainerys Avila Santos / AIN

Sancti Spíritus, 28 dic (AIN) Hacía años que Yaetris Toledo Madrigal ansiaba un hijo, cuando el ultrasonido arrojó un embarazo gemelar; pero, el virus de influenza A (H1N1) obligó a los médicos a practicarle una cesárea temprana, a las 34 semanas de gestación.

En la semana 31 -recuerda el doctor Omar Rangel Armas, especialista en Ginecología y Obstetricia- esta paciente espirituana fue ingresada por retardo en el crecimiento de uno de los fetos, pero luego de algunos días, comenzó con secreciones nasales, tos y malestar.

Desde los primeros síntomas, me realizaron la prueba y salió positiva para A (H1N1), me asusté mucho y la presión arterial subió, por lo que fui trasladada a la sala de cuidados intensivos del Hospital Provincial Camilo Cienfuegos, rememora Yaetris, mientras lacta a sus dos pequeños, Renata María y Pablo Enrique.

Cuando de noche despertaba, veía a los médicos junto a mi cama, dándome los antivirales, tomándome la presión, yo no lo decía, mas sabía que mi situación era crítica, subraya.

Mis padres y esposo recibieron también tratamiento médico, agrega.

El doctor Armas explicó que, a las 34 semanas y ante alteraciones respiratorias, de presión arterial y cardíacas, un equipo multidisciplinario de obstetras, intensivistas y ginecólogos decidió practicarle la cesárea a Yaetris.

Luego de la intervención quirúrgica, Renata María y Pablo Enrique padecieron algunos síntomas respiratorios y carecían del peso adecuado debido al tiempo de gestación, pero hoy están junto a su madre.

Según cuenta Yaetris -en extremo ocupada y sin tiempo para maquillajes, pero feliz con sus dos pequeñines- ahora la tarea es titánica: cuando uno duerme, el otro aguarda por el alimento o hay que cambiarle el pañal.

Ellos aún están muy pequeños para agradecer por sí mismos a los médicos los cuidados que recibieron mientras estaban en el vientre de su madre o en cualquiera de las salas del hospital.

Pero Yaetris reconoce que -de no existir un sistema de salud preparado para enfrentar estos casos- los niños jamás hubieran sobrevivido y quizás tampoco ella.

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