viernes, 4 de diciembre de 2009

El foto reportero

Por Ernesto Pantaleón Medina / Televisión Camagüey.

Un fotógrafo es esa persona cuyo oficio consiste en captar con habilidad y mediante una cámara, momentos y sucesos que, años más tarde, recordamos con particular emoción.

Llega el cumpleaños del nene y “a ver, a ver… sonrían todos…” aprieta el obturador y ya está. ¡Ah, qué bien!, los ojos del pequeñín brillan con picardía, el hoyuelo en su mejilla es un amor, y hasta la abuela, en la foto de familia, parece más joven, con un reflejo azulado en sus níveos cabellos.

El foto reportero no; ese es un cazador que busca con olfato excepcional la imagen única que habla por sí misma, el enfoque y encuadre que, en fracciones de segundo, ofrecen toda la noticia y son irrepetibles.

Así es mi amigo Orlando, un avezado profesional de la lente con incontables “horas de vuelo” y el certero ojo de un francotirador, luego de cuatro décadas de infatigable ejercicio periodístico.

Premios, reconocimientos y una galería infinita de anécdotas constituyen su currículo, pero no se envanece el buen colega, sino que sigue inquieto y persistente en busca de “la buena foto”.

Y ésta llega, como la que hace apenas un par de días casi le cuesta la vida.

Resulta que el infatigable Orlando, junto a un grupo de periodistas de distintos medios, cubría unos ejercicios militares, con su particular despliegue de equipos y tropas.

Llegan los blindados, esas moles de acero que hacen temblar la tierra al paso de sus esteras… vienen a toda velocidad por el polvoriento camino…

¿Y dónde está mi amigo Orlando? Nadie lo sabe, hasta que lleno de rasguños, arrastrando una pierna y muy pálido, surge de entre unos arbustos de espino, a un lado de la cuneta, tembloroso, pero con un brillo como de triunfo en la mirada.

“Estuvo cerca, el golpe de aire casi me arrastra, y la estera me rozó… ¡qué susto, compadre!”.

Pero ¡qué foto! Allí estaba, en la diminuta pantalla de su Nikon digital, el instante congelado de una realidad que casi lo lleva a la muerte, y que acompaña a este texto.

En una de sus manos, los pedazos de lo que fuera una poderosa lente, y en el pensamiento de quienes lo rodearon, la certeza de estar ante un hombre excepcional, con verdadera vocación de foto reportero.

A sus alumnos de la Escuela de Periodismo, bien les valdría seguir el ejemplo de quien dice lo que dice, pero sobre todo hace, y muy bien, lo que hace.

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