jueves, 9 de julio de 2009

La increíble partida de Nicolás Guillén

Ni la fama, ni la prolongada ausencia, ni las condecoraciones, ni los cargos públicos, ni su condición de Poeta Nacional de Cuba.

Nada ni nadie pudieron desterrarle aquel amor irrevocable por Camagüey a Nicolás Guillén, quien residió la mayor parte de su existencia en La Habana, donde falleció en julio de 1989, hace 20 años.

Poemas, textos en prosa -incluidos los periodísticos-- y reiteradas visitas de hondo disfrute proclamado a los cuatro vientos, testimoniaron entre otras pruebas los vínculos con la localidad en la cual nació el 10 de julio de 1902.

El poema "Elegía camagüeyana" y la crónica "Mis queridas calles camagüeyanas" devinieron el pináculo escrito de esas pasiones.

Fue en Camagüey donde Guillén comenzó a cultivar dos facetas creadoras que acrisolaron el compromiso con su pueblo y lo condujeron a la fama: la poesía y el periodismo.

A fines de 1926 fijó su residencia en la capital del país, en la cual prosiguió la labor en ambas vertientes, y publicó en 1930 "Motivos de son".

En ese texto introdujo el son en la poesía como una forma rítmica apoyada en la visión de la gracia, el color y la explotada vida del negro cubano.

Así empezaba la consagración de su inextinguible primavera poética.

Después escribió obras igualmente antológicas, como Sóngoro cosongo, West Indies LTD, Cantos para soldados y sones para turistas, El son entero, Elegía a Jesús Menéndez, La paloma de vuelo popular, Tengo, El gran zoo, Che Comandante, y sus principales creaciones dedicadas a la ciudad natal.

Las notables expresiones de su talento insertaron también textos periodísticos, una parte de ellos reunidos, entre otros libros, en Prosa de prisa.

Fue y es el Poeta Nacional de Cuba.

Conquistó suficientes méritos para ese atributo, avalado por la maestría estilística, técnica y de contenido, de su lirismo apasionado, contundente y de amplia diversidad temática.

En sus letras monumentales reflejó las dos fuentes nutricias de la sociedad y cultura de la Isla, manifiestas en la piel y en el espíritu guilleaneanos: el mestizaje entre el abuelo blanco y el abuelo negro.

Su legado literario es una síntesis de la cubanía y confluencia de lo culto y lo popular, al servicio de la patria en la convergencia de elevados valores nacionales culturales, sociales y políticos.

Constituye, además, un baluarte de connotación internacional legado por uno de los fundadores y principal exponente de la lírica cubana con profundo contenido social, y uno de los más sobresalientes bardos de habla española.

En julio de 1989 dejó de existir, pero en realidad esa fue una formal transmutación.

Así empezó la nueva vida de Nicolás Guillén, la vida resucitada entre las apariencias de la muerte.

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