jueves, 9 de julio de 2009

Cambio Climático, un desafío que urge enfrentar

Por :Yeter Palmero

Pensamos en el Cambio Climático y las noticias se presentan por sí solas. El tema se debate a todas las instancias posibles. Gobiernos y organismos internacionales buscan alternativas a lo que constituye hoy uno de los mayores desafíos del siglo. Sin embargo, gran parte de la población del Orbe parece no comprender en que consiste ni la seriedad del problema.

La Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático define el concepto como “una modificación del clima atribuida directa o indirectamente a la actividad humana, que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural observada durante períodos de tiempo comparables”.

Tales transformaciones se producen a muy diversas escalas de tiempo. Se perciben en los parámetros: temperatura, precipitaciones, nubosidad… y tienen -entre otras causas- las variaciones de la luminosidad solar, la deriva continental, la composición atmosférica, las corrientes oceánicas y la acción del hombre.

En Cuba, durante el siglo XX se registró un incremento de la temperatura media anual de 0,6°C, el nivel del mar ascendió en 2,14 milímetros por año, se produjeron sequías más frecuentes, una mayor cantidad de tornados, más recios y numerosos huracanes, así como eventos caracterizados por fuertes lluvias; indicó Gisela Alonso, presidenta de la Agencia de Medio Ambiente, durante la VII Convención Internacional sobre Medio Ambiente y Desarrollo.

El potencial hídrico mermó, los patrones de rendimiento de los cultivos variaron, disminuyeron las áreas de manglares y se incrementaron las enfermedades humanas relacionadas con el clima, subrayó.

Actualmente se realizan en la isla estudios forestales e investigaciones para el ahorro y uso racional del agua, el enfrentamiento de la sequía, el mejoramiento y conservación de los suelos.

Las variaciones del clima están en todas las agendas, nacionales e internacionales, y por supuesto en la vida cotidiana. Dejó de ser una especulación o amenaza, para convertirse en una realidad que daña a millones de personas en el mundo, fundamentalmente en los países del Sur. Se estima que al menos 20 millones quedaron sin hogar en el 2008 a causa de sus efectos y suman 211 millones los afectados anualmente por sequías e inundaciones.

La quema de petróleo, carbón y gas natural en el planeta, ha provocado el aumento de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera con el consiguiente ascenso de las temperaturas, el deshielo de los glaciares, la acidificación de los océanos, el calentamiento de la superficie de estos y el aumento del nivel de sus aguas.

Urge la búsqueda de soluciones rápidas y efectivas. La solidaridad y el uso equilibrado de los recursos naturales son caminos aconsejables. Trabajar por una economía sostenible que disminuya al mínimo la emisión de gases de efecto invernadero, el establecimiento de políticas de eficiencia energética, y reforzar la educación ambiental en todos los sectores de la población, también.

Pero más allá de alternativas nacionales y globales, esencialmente debe apelarse a la conciencia de cada individuo, como habitante de un planeta que necesita de esmerados cuidados para continuar existiendo.

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