2 poemas
Por:Yuldys Márquez|Televisión Camagüey
La escritora Marta Núñez, trabajadora de Televisión Camagüey presentó su libro de poesía “El temblor que platea las aguas”. 30 poemas matizan la obra de Marta la cual nos adentra a lo terrenal y lo divino de la espiritualidad de una mujer.
Desenredar la madeja de la espiritualidad humana puede ser una utopía para muchos. Sin embargo la escritora Marta Núñez intentó hacerlo a través de la poesía. “El temblor que paletea las aguas” nos propone un camino que no llega a ser el de la desesperación ni el de la entrega absoluta pero si el camino transitado por la escritora a través de lo terrenal y de lo místico. Un sendero, vida en sí, que nos ayuda a entender sueños, aspiraciones, incongruencias, desvelos.
Una vida contada a través de la poesía que puede muy bien ser paradoja de una sociedad o espejo de la misma. Una mujer que se desviste y así se presenta al mundo.
Una cubana que al igual que otras, tembló con al llegada de sus hijas y coloreo las aguas de sus vidas.
“El temblor que platea las aguas” de Marta Núñez Prieto, puede ser el libro de muchas mujeres, donde la espiritualidad humana, esa madeja en extremo enredada, se une a lo duro y áspera que puede ser la vida.
Sombra en la estepa
El borde posee el silencio
y las puntas que lo quiebran.
Mis ojos son las puntas
que deslizan los rayos
tal vez los bordes no teman como yo
al canto de cigarras.
Una estepa marca las historias
pero yo sigo el laberinto
hasta el despeñadero más insólito.
Deseo que desaparezca Salomé danzando
porque juega con las luces
y los sonidos.
Siento el sol sobre mi rostro
enumero una a una las estepas y las sombras
no pueden morir los rayos que asoman
en los contornos de mi cuerpo.
Mi mente es la madeja
que rueda hasta perderse
y ya no pienso en los abismos.
Soy una larga hebra
que va enredándose en su sombra
hasta perder el tiempo.
Íntimos Lienzos
Gauguin y yo decidimos
no estar entre la gente.
Le llamaron loco
Porque pintó perros verdes.
Así pintamos la vida llena de cargas feroces
e inútiles palabras.
Así tiramos al lodo las monedas.
Guaguin acarició mi espalda de mujer salvaje
y me besó en la frente
porque aquí llevaba mis delirios
que junto sostuvimos
pero cuando lloró
le sujeté el brazo
simpaticé fracasada y fugaz
con cada burla
con cada frase que cortara el silencio.
Mi lengua bebió sus lágrimas
Porque estábamos fundido en la mitad de la agonía.
Encontrarte palmo a palmo
en cada gota de óleo
en cada pincelada.
Lo importante es que cambiaste monedas por sueños
te fuiste al trópico
a soltar tus cabellos a ras de mi espalda
luego nos hicimos una seña cómplice
como en los buenos tiempos
un pacto eterno erguir la cabeza
apresar los gorriones
ellos cantan a Dios
y no tienen que ser pájaros finos
se posan en cada página que escribo
acarician con el pico
la pintura derramada con el lienzo
con las alas listas para acompañarnos
mientras estemos lejos de la tierra.
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