martes, 23 de junio de 2009

La seguridad alimentaria: ¿es posible?


Los Directores Generales de la FAO, del Programa Mundial de Alimentos (PMA) y del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA) comunicaron, en ronda de prensa realizada en Roma el último viernes 19 de junio, que el número de personas con hambre en el mundo ha alcanzado la cifra de 1 020 000 000.

El número de personas con hambre en el mundo ha alcanzado la cifra de 1 020 000 000.

El director general de la FAO, Jacques Diouf, afirmó, durante la conferencia de prensa, que la situación actual va más allá de las dimensiones humanitarias tradicionales y que requiere un nuevo orden alimentario mundial.

Esta información no es el único motivo que me lleva a escribir estas palabras; me refiero también a las reacciones de algunos de los participantes del evento COOPERAT, a mi conferencia: Seguridad Alimentaria en Tiempos de Crisis, presentada el 16 de junio pasado. Durante la conferencia informé a los presentes que la presentación era mucho más que una muestra de figuras (siempre tristes), y números. Más que esto, era un análisis sobre la vulnerabilidad de la producción y consumo de alimentos al proceso de globalización. Y en esa oportunidad el mundo no sabía que habíamos ultrapasado la barrera de los mil millones de personas con hambre.

¿Qué pasó? Una secuencia de crisis (la crisis de los precios de los alimentos, la crisis de los combustibles y la actual crisis financiera) se encargó de poner por tierra los avances logrados por la comunidad internacional en su lucha contra el hambre.

El comunicado conjunto de la FAO, PMA y FIDA expresa que el número de subnutridos se incrementó entre 1995-1997 y 2004-2006 en todas las regiones del mundo, excepto en América Latina y el Caribe. Pero incluso en esta última región, los progresos en la reducción del hambre se han visto anulados como consecuencia del alza de los precios de los alimentos y la actual crisis financiera. O sea, ¡vamos todos (o casi todos) para atrás!

La declaración del Sr. Diouf, de que "necesitamos crear con urgencia un amplio consenso para la erradicación rápida y completa del hambre en el mundo y para dar los pasos necesarios", es una repetición de los llamados que hace la FAO, desde el inicio de su existencia, en 1945, a sus países miembros. En las cumbres sobre la alimentación realizadas en 1974 (Conferencia Mundial de la Alimentación); 1992 (Conferencia Internacional sobre Nutrición); 1996 (Cumbre Mundial sobre la Alimentación); 2002 (Cumbre Mundial sobre la Alimentación + 5); 2008 (Conferencia de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria Mundial: los Desafíos del Cambio Climático y la Bioenergía); y 2009 (Reunión de Alto Nivel Seguridad Alimentaria para Todos), donde los más altos dignatarios se comprometieron a solucionar el problema del hambre a nivel mundial.

El Director General dice que "los países pobres necesitan las herramientas de desarrollo, económica y política necesarias para impulsar su producción agrícola y su productividad. Es necesario incrementar la inversión en agricultura, ya que para la mayoría de los países pobres un sector agrícola saludable es clave para vencer el hambre y la pobreza y supone un requisito previo para el crecimiento económico".

Lo más irónico es saber que PODEMOS vencer el llamado flagelo del hambre. Tenemos el conocimiento y las tecnologías para producir alimentos de calidad para todos, y hemos, por seis décadas, trabajado con los países en la búsqueda de las soluciones a los problemas de la agricultura, la pesca y los recursos forestales. Pero, aunque todos los recursos estén disponibles y el conocimiento siga creciendo, no tenemos lo que necesitamos para erradicar el hambre en el mundo: la voluntad política global —transformada en realidad a través de leyes que garanticen el derecho a la alimentación, implementación de políticas públicas y existencia de los recursos adecuados para promover la seguridad alimentaria— para que TODOS los habitantes de este planeta tengan una alimentación garantizada, segura y nutritiva todos los días.

El mensaje principal es que, sin voluntad política no se alcanzará la meta tan añorada por las organizaciones internacionales, entre las cuales se incluye la FAO, por sus países miembros y por la población mundial, de reducir el hambre a la mitad de los 845 millones que existían al inicio de la década de los noventa.

¿Qué podemos hacer? De nuestra parte, como instrumento de los gobiernos para coordinar la lucha contra el hambre en el mundo, seguiremos trabajando y ofreciendo soluciones para el aumento de la producción, alimentos más nutritivos y seguros, y técnicas avanzadas que garanticen la seguridad alimentaria y que no rompan el equilibrio en nuestro planeta. Esto es lo que sabemos hacer, en asociación con todos los países miembros, para eliminar el hambre. El Enfoque de Doble Componente en las respuestas de los países al hambre, que asocia la ayuda emergente con inversiones de mediano-largo plazos, que permita a las familias pobres alimentarse por su propia cuenta, es la opción recomendada por la FAO.

Sin embargo, e indudablemente, la clave para eliminar el flagelo del hambre es la Voluntad Política (con mayúsculas).

( MARCIO PORTO) * Representante de la FAO en Cuba.

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