por Ángel Rodríguez Álvarez / AIN
Desde el seis de octubre de 1976, hace ahora 33 años, todo el mundo conoce quiénes fueron los terroristas que derribaron en pleno vuelo, frente a las costas de Barbados, un avión civil cubano con 73 personas a bordo.
La madeja comenzó a desenredarse cuando fueron detenidos por las autoridades del país caribeño los autores materiales del crimen: los venezolanos Hernán Ricardo Losano y Freddy Lugo, quienes habían sido contratados por Luis Posada Carriles y Orlando Bosch Ávila.
Los asesinos confesaron a las autoridades de Trinidad y Tobago que colocaron los explosivos en la aeronave, la abandonaron al llegar a Barbados y después huyeron a ese país vecino.
Todas las evidencias conducían hacia los agentes de la CIA Posada Carriles y Bosch, quienes no tardaron en ser detenidos en Venezuela.
Debido a las contundentes pruebas existentes, a los cuatro involucrados se les inició un proceso judicial bajo la acusación de homicidio calificado.
En las más de tres décadas transcurridas han sucedido muchas cosas, entre estas nuevos crímenes y violaciones de las leyes norteamericanas, demostrativas de la impunidad con que han actuado ambos sujetos al amparo de la justicia del país norteño.
Bosch, tras ser absuelto en amañado juicio, se trasladó a Miami y el Departamento de Justicia de EE.UU. circuló orden de deportación contra él. Luego de la furibunda campaña dirigida por la congresista Ileana Ros-Lehtinen, el presidente Bush (padre) le concedió la libertad y le facilitó cómoda residencia en la propia ciudad de Florida.
En el voluminoso dossier de Luis Posada Carriles aparecen dos importantes hechos: 1) contrató mercenarios en Centroamérica para actos terroristas en La Habana, uno de los cuales causó la muerte del turista italiano Fabio D´Celmo y 2) tras ser condenado y encarcelado en Panamá por el intento de atentado contra la vida del Comandante en Jefe Fidel Castro, fue grosera y bochornosamente indultado por la ex presidenta Mireya Moscoso.
El resto de la historia de Posada es más reciente. Luego de su aparición ilegal en Miami, los Estados Unidos han negado una y otra vez su extradición a Venezuela, y buscan variantes al tema de la condición legal del sujeto, con el propósito de prolongar la plena libertad de que disfruta en esa ciudad.
Por más vueltas que se de al asunto, lo único que resulta claro es la abierta protección del sistema judicial de ese país, el mismo que desde hace 11 años mantiene en injusta prisión a Cinco patriotas cubanos, condenados precisamente por luchar contra el terrorismo.
Mientras se prolongue indefinidamente su situación, será evidente la falta de voluntad política en ese país por detener las manos criminales que constantemente proyectan nuevos planes agresivos contra Cuba.
Han decursado ya 33 años del horrendo crimen de Barbados y aún los familiares de las victimas y once millones de cubanos, exigen justicia. (Ángel Rodríguez Álvarez)
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