viernes, 12 de junio de 2009

¿Qué y quiénes sostienen a Israel?

ELSON CONCEPCIÓN PÉREZ
elson.cp@granma.cip.cu

A propósito de la gira del presidente norteamericano, Barack Obama por la región del Oriente Medio y su discurso en Egipto, dirigido al mundo musulmán, se hace necesaria una reflexión sobre qué y quiénes mantienen a Israel como Estado agresor, peligro evidente que desafía las más elementales normas internacionales, el que continúa ocupando tierras palestinas y matando a esa población.

Obama, quien reconoció que existen muchas tensiones entre su país y los musulmanes, aclaró que el vínculo de Estados Unidos con Israel es "irrompible".

ERA DE EXPANSIÓN

El año 1948 marcó una paradoja sin precedente para la historia del Oriente Medio. Nacía un nuevo Estado —Israel— creado por la ONU para la supuesta solución del dilema del pueblo judío, y a la vez se abrían las puertas a una nueva era de expansión y guerra derivadas de la ambición sionista de ocupar tierras palestinas.

Bajo el concepto de "crisol de las diásporas", el naciente país pretendía absorber a todos los judíos del planeta, los que ya en los primeros meses de 1949 fueron 50 000 y dos años más tardes 687 000.

Paralelo al crecimiento poblacional y al proceso de expansión israelí, llegó al nuevo Estado la ayuda financiera de Estados Unidos, que contribuyó inicialmente al desarrollo constructivo, agrícola, de la marina y la industria nacional, y casi simultáneamente a su de-sarrollo militar.

Aquella expansión económica y territorial fue motivo de alarma para las naciones árabes cercanas que comprendieron, desde sus inicios, que se estaba creando un Estado con la ambición estimulada desde Washington de apropiarse de otros territorios y de-sarrollar no solo su economía sino también sus planes belicistas.

De esa forma, junto al nuevo Estado y como consecuencia de su sed de expansión y dominio, surgieron las guerras que no han cesado durante los 60 años de existencia de Israel.

ARMAS Y MÁS ARMAS

Ya en el año 1949 Israel recibió la primera ayuda militar norteamericana, y desde entonces hasta nuestros días esos suministros ascienden a más de 160 000 millones de dólares.

El nuevo Estado, ubicado en una región considerada como la de mayores reservas de petróleo en el planeta, era terreno fértil para que el Complejo Militar norteamericano expandiera sus tentáculos vendiendo armas y obteniendo ganancias millonarias pagadas por los propios contribuyentes norteamericanos.

No pasaron muchos años para que, incluso, Estados Unidos llevara hacia territorio israelí la hasta entonces más moderna tecnología de las ojivas nucleares, y se fueran instalando una a una las decenas de esos armamentos con que cuenta Israel en la actualidad.

También Washington —estimulado por el lobby judío dentro del Congreso y los propios gobiernos y el Pentágono— llevó al Estado judío fábricas de modernas armas, tanques, aviones, helicópteros y bombas.

En estos decenios de colaboración bélica, para nada han tenido en cuenta los gobernantes norteamericanos que la Ley de Ayuda al Exterior de Estados Unidos estipula que "no se puede suministrar ayuda militar a un país que se involucre en un patrón permanente de violación del Derecho Internacional¼ " (Nada más parecido a lo que sucede en Israel).

LA AYUDA ACTUAL

Una política de dos caras ha caracterizado a las administraciones estadounidenses en cuanto a su aparente papel de mediadoras en el conflicto árabe-israelí.

Los llamados planes de paz no han sido más que somníferos con distintos nombres que han dilatado la búsqueda de la verdadera paz, a la par que permiten que se siga estimulando la carrera armamentista israelí.

El mejor de esos ejemplos es la concesión en el año 2007 por parte de EE.UU. de 30 000 millones de dólares como ayuda militar a Israel, de los cuales la actual administración norteamericana acaba de aprobar 2 550 millones para el presente año 2009.

La única condición que pone Washington a Tel Aviv para hacerse acreedor de tan generosa ayuda es que el 74% de la misma sea utilizada en comprar armas y aditamentos militares de su propia industria.

EUROPA NO SE QUEDA ATRÁS

La Unión Europea también participa en el suministro masivo de armas a Israel, aunque las reglas de la UE lo prohíben, por tratarse de un lugar donde "se generan tensiones o haya posibilidad de que se utilicen para violar derechos humanos".

Un reciente informe refleja que las licencias entregadas por los gobiernos de la UE para venta de armas a Tel Aviv ascendieron a 846 millones de euros entre los años 2003 y 2007.

Francia, Alemania, Gran Bretaña, Bélgica, Polonia, Rumania y la República Checa encabezan la lista de los suministradores que han convertido al pequeño estado sionista en el sexto mayor importador de armamentos del mundo.

Es Israel a su vez —producto del desarrollo alcanzado en su industria militar con tecnología estadounidense en lo fundamental— un gran exportador que llegó a vender el pasado año la apreciable cifra de 5 300 millones de dólares en armamentos.

EL CLIMA ACTUAL

Como ha ocurrido siempre, apenas asumió el nuevo premier israelí, en este caso el reciclado derechista Benjamín Netanyahu, se le abrieron las puertas de la Casa Blanca norteamericana.

Allí, esta vez con Barack Obama, escuchó las sugerencias norteamericanas para el proceso de paz en el Oriente Medio.

Ni una palabra se dijo a Netanyahu respecto a las armas. Ni un centavo se suprimió de la cuantiosa ayuda militar. Al contrario, se aumentó esa ayuda, incluso en momentos que Estados Unidos y toda la humanidad vive la terrible crisis económica y financiera actual.

La crítica mayor al premier israelí fue respecto a la construcción de nuevos asentamientos en los territorios palestinos ocupados.

No obstante, de regreso a su país, Netanyahu contentó a sus seguidores advirtiendo tajantemente que "Jerusalén nunca será dividida" y que "no permitirá la existencia de dos estados".

Una semana después también Obama acogió en la Casa Blanca al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, quien pidió a su anfitrión "hechos más que palabras" en lo que concierne a las exigencias para que Israel ponga fin a su guerra contra los palestinos.

En este contexto, poco creíble será la misión de George Mitchell, nombrado por el presidente Obama como su enviado para el Oriente Próximo, por cuanto, mientras Israel se sienta seguro de la ayuda militar que le ofrecen, no estará incentivado a buscar la paz que exige el mundo.

De lo que se trata es de que esta guerra de 60 años es un verdadero negocio para la industria militar norteamericana porque recicla las multimillonarias cifras de dinero que recibe Israel y que utiliza casi en su totalidad en la compra de armas y aditamentos militares con factura made in USA.

Si se quiere saber entonces qué y quiénes sostienen al estado israelí, busque las respuestas en el dinero y las armas que se le brindan como ayuda, tanto salidas de Washington como de países de la Unión Europea.

Por eso, cuando cesen la ayuda militar a Israel y la política de doble rasero de Estados Unidos y sus aliados, entonces se podrá hablar de paz en el Oriente Medio.

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