Por: Oscar González Vázquez / Radio Cadena Agramonte
La grata nueva hecha pública hace solo unos días por la prensa cubana acerca de los ocho millones de barriles de petróleo procesados por la refinería de Cienfuegos, y el avance en el programa de ampliación de la planta, motivó un interesante intercambio de opiniones entre vecinos, en el que participé y del que intentaré llevarles una idea.
Todos aplaudimos el éxito de uno de los principales proyectos en la región caribeña de la Alternativa Bolivariana para la América, ALBA, y que constituye una importante fuente de ingresos para Cuba, además del consabido ahorro de divisas en la importación y transporte de combustible y otros beneficios que no vienen al caso.
Ahora lo controversial: algunos argumentaban que los convenios con Venezuela en la rama de los portadores energéticos, principalmente el petróleo, representan un considerable ahorro para el país además de garantía en el suministro del crudo, por lo que no se explican el porqué de los anunciados reajustes en el consumo de electricidad.
Entre opiniones divergentes pero con un elevado nivel de comprensión quedó claro que la República Bolivariana de Venezuela vende a Cuba el petróleo en preferenciales y ventajosas condiciones de pago, gesto que agradecemos infinitamente los cubanos y dice mucho de la solidaridad consecuente que practica el gobierno de ese país encabezado por su presidente Hugo Chávez.
Por lo tanto no constituye un regalo para la Isla, ni tampoco una sangría económica para el pueblo venezolano, como maliciosamente pretenden hacer ver algunos, sino por el contrario, el monto de la operación forma parte de un convenio legalmente establecido entre dos gobiernos soberanos y retribuido en su totalidad por Cuba en la parte que le corresponde.
Se desprende de lo anterior que al profundizarse la crisis económica y financiera mundial, de la cual tampoco escapa la Mayor de las Antillas, y los fluctuantes precios del petróleo, con tendencia al alza, resulta imposible para el país desembolsar este año entre 90 y cien millones de dólares más de sus apretadas arcas, de mantenerse el sobre consumo de combustible para generar electricidad.
A tono con esa realidad el gobierno cubano orientó reducir el gasto de energía eléctrica al sector estatal, en aras de proteger en lo posible al residencial, para lo cual las administraciones debieron ajustar sus planes respectivos, procesos de producción incluidos y garantizar la vitalidad en la industria y la producción de alimentos fundamentalmente.
Sería desafortunado omitir lo imprescindible de la activa colaboración familiar en el ahorro, para lo cual es preciso reducir el consumo, sobre todo en las horas de mayor demanda, apagar las luces innecesarias y evitar el mínimo despilfarro de energía en cada vivienda, sobre todo en estos meses cuando la temperatura sube de tono y se utilizan más los electrodomésticos.
No obstante las conocidas limitaciones y dificultades, el estado socialista se afana por preservar los beneficios de que disfruta la población por lo cual la situación del cubano es diametralmente opuesta a la que lamentablemente presentan otras latitudes.
Tomo como ejemplo un informe del grupo británico Save the Children, citado por la agencia ANSA y en el que se afirma que la crisis económica internacional provocó desnutrición a más de diez millones de niños, debido al aumento global en los precios de los alimentos y puede causar la muerte de hasta 400 mil infantes para finales del 2009
O me remito a nuestra área geográfica, sobre la cual la Organización Internacional del Trabajo, OIT, advirtió en un documento divulgado en Brasil , que la crisis económica mundial golpea duramente a América Latina y el Caribe, y generará una legión de dos millones 400 mil desempleados a lo largo de este año.
En Cuba ocurre lo contrario y particularmente en la centro-oriental provincia de Camaguey, a unos 500 kilómetros al Este de La Habana, se requiere fuerza de trabajo en importantes sectores como la agricultura, la construcción, los servicios y en otras diferentes opciones laborales.
De lo que se trata ahora es de controlar con rigor el empleo óptimo del combustible, teniendo
presente en todo momento la criminal guerra económica de que es víctima el país y los más de 10 mil millones de dólares en pérdidas el pasado año a causa de los tres huracanes que lo azotaron.
Ahorrar es palabra clave en estos duros tiempos de crisis en la economía mundial y en los que a pesar de todo Cuba tiene garantizada la capacidad necesaria para generar electricidad y mantener el consumo eléctrico en aceptables niveles .
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