
El caso de Hugo Chávez es excepcional en la historia de la política. Otros han logrado fama y celebridad a través de la prensa escrita, radial o televisiva, pero nunca una idea revolucionaria hizo uso de un medio de comunicación con tanta eficacia. En la épica lucha de la Revolución Bolivariana, sin ese programa, el imperialismo y la oligarquía, con su control casi absoluto de los medios de comunicación masiva, sus calumnias y mentiras, habrían destruido la Revolución en Venezuela.
He calculado conservadoramente que en esos 10 años el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ha dedicado 1 536 horas netas, es decir las equivalentes a 64 días completos, en un programa para informar y educar a la nación.
En ese incesante intercambio enseñaba y aprendía, educaba y era educado por el pueblo. Leía, adquiría y transmitía conocimientos. Estudiaba y recomendaba libros; recordaba la rica historia de su país, las luchas y los sueños proféticos de Bolívar, muchos de cuyos discursos conocía de memoria.
El “Aló Presidente” se convirtió en un programa para Venezuela, y para los que en este planeta deseamos conocer lo que sucede y lo que puede suceder. Entre mis tareas semanales dedico al “Aló” una cuota de tiempo.
Lo más alentador es que el pueblo humilde y combativo de Venezuela apoya a Chávez cada vez más. Crece el número de trabajadores y de jóvenes que ingresan en las filas revolucionarias. Está ganando la batalla de ideas.
Familiares allegados me cuentan que está muy bien de salud, nunca lo habían visto con más entusiasmo y vitalidad; corre 40 minutos diariamente y ha rebajado libras de sobrepeso en un mes. Nos alegramos. Ha sido un gran amigo en días difíciles de la Revolución. Hemos resistido y seguiremos resistiendo firmemente. Tenemos hoy más razones que nunca para hacerlo.
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