lunes, 21 de diciembre de 2009

Somos un pueblo instruido, fuerte y libre

Por: José Gilberto Valdés\Televisión Camagüey
valdes@tvcamaguey.icrt.cu

Cada 22 de Diciembre, en Cuba se celebra el Día del Trabajador de la Educación. En esa fecha del año 1961 se daba la noticia al mundo de la culminación exitosa de la Campaña de Alfabetización.

Un año antes, el líder de la Revolución, Fidel Castro, había proclamado en la Asamblea General de las Naciones Unidas que "Cuba será el primer país de América que a la vuelta de algunos meses pueda decir que no tiene un solo analfabeto..."

Con una especie de borrador, miles de jóvenes y adultos, eliminaron del pizarrón del acontecer cubano aquellas vergonzosas estadísticas:
Sólo la mitad de los niños en edad escolar asistían a clases antes del triunfo de la Revolución.
Dos de cada diez personas mayor de los diez años de edad era analfabeta
600 mil niños carecían de escuelas, 10 mil maestros no tenían trabajo
Dos años antes, también en diciembre, se había proclamado una de las primeras leyes revolucionaria, la cual establecía la primera Reforma Integral de la Enseñanza.

De esos primeros tiempos contra los resultados de años de ignominia gubernamental, rememoró dos cifras:
En un solo día, en diciembre de 1959, se abrieron más de 10 mil aulas.

La escolarización se elevó ese año a casi el 90 por ciento en las edades de 6 a 12 años.
69 cuarteles de la tiranía de Fulgencio Batista (Asumió al poder por un golpe de estado en 1953) fueron convertidos en escuelas, con una capacidad total de 40 000 alumnos.

En más de 50 años del proyecto popular, revolucionario, socialista, se han sucedido una tras otras las campañas primero de alfabetización, llevada a cabo en ciudades y los más intrincados lugares del país, y luego por el sexto grado.

Los objetivos no culminaron aquí, cuando se multiplicaron los esfuerzos y recursos en la obra educativa de la Revolución que permitió la exigencia del grado DOCE para sus ciudadanos, además del perfeccionamiento del proceso docente educativo desde las escuelas primarias a los centros universitarios, hasta los múltiples programas de los canales de televisión educativa, la generalización de la enseñanza de la computación y la apertura de aulas de educación superior para jóvenes y trabajadores en los municipios.

Todos los pasos en ese sentido han constituido bases para el desarrollo social y económico de la mayor de las Antillas.

“El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos, en la instrucción del pensamiento y en la dirección de los sentimientos”. Esa sentencia martiana, Fidel Castro exponía en su histórico alegato “La historia me absolverá” la significación que los asaltantes al cuartel Moncada (26 de julio de 1953) otorgaban a la educación. Esa es una de las utopías más hermosas de la Revolución, la cual ha despertado interés y admiración en el mundo.

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