martes, 18 de agosto de 2009

Las verdaderas preocupaciones de Estados Unidos por África

AIDA CALVIAC MORA

África promete. Sus barriles de petróleo ejercen una "suerte" de atracción fatal sobre Estados Unidos. En su búsqueda, primero fue el propio presidente, Barack Obama, y, a pocas semanas, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, corrió a darle "seguimiento diplomático", dosificando en cada una de sus escalas exigencias y sermones. Antes, en octubre pasado, la potencia creó un Comando Militar para el continente.

Obama, en medio de la seducción mediática que ejerce su ascendencia africana, vendida como voluntad de acercamiento y mayor preocupación por los asuntos del continente, se limitó a visitar Ghana, para dejar registros de la importancia que la Unión le confiere al área en su proyección exterior.

El periplo de Hillary, mucho más amplio, incluyó los principales proveedores de petróleo en el continente, Nigeria y Angola, además de Kenia, Sudáfrica, República Democrática del Congo, Liberia y Cabo Verde.

Clinton emprendió un peregrinar de 11 días, su viaje internacional más largo hasta la fecha, para garantizar, entre otros asuntos, el crecimiento democrático y la lucha contra la corrupción y la violencia... filantropía que casi llega a ser creíble, de no ser por su traducción en ayuda e inversiones para los gobiernos locales a cambio de su "reconstrucción" a imagen y semejanza occidental.

Las presiones políticas estaban previstas y fueron cumplidas al pie de la letra. Durante su estancia en Liberia, Hillary dio por terminada su misión en ese sentido al afirmar que no dudó en tratar los "problemas difíciles" que impiden que los pueblos africanos "demuestren su potencial".

Con anterioridad Johnnie Carson, secretario de Estado adjunto para Asuntos Africanos, quien acompañó a la jefa de la diplomacia estadounidense, admitió en una conferencia de prensa la preocupación de la administración Obama por mantener con Nigeria y Angola —quinto y sexto mayor proveedor petrolero de Estados Unidos, respectivamente—, "una buena relación en materia energética". Sin embargo, acotó de inmediato que también consideraban importante que "hagan frente a algunos de sus problemas internos, lo que ayudará a fortalecer su democracia".

El propio Obama, en un mensaje televisivo trasmitido a los kenianos, señaló: "África es un importante componente ligado con el mundo. Espero que todos los africanos sepan que tienen un socio y un amigo en EE.UU."; no obstante, introdujo enseguida consideraciones sobre el poder que a su juicio deben ejercer los líderes locales para beneficiarse de esa "mano generosa".

Precisamente en Kenia, Clinton asistió a la VIII Conferencia Ministerial del Programa estadounidense de Crecimiento y Posibilidades Económicas en África. Ese plan, ideado supuestamente para que los países de la región materialicen sus potencialidades, en la práctica promueve al continente como un lugar de grandes oportunidades para las transnacionales, a las que ofrece mercados abiertos y vulnerables, además del control de los recursos minerales.

INTERESES EN JUEGO

"En el 2008 África ha sobrepasado a Oriente Medio como proveedor de petróleo a EE.UU. Alrededor del 24% del crudo que importa ahora viene de allá. Eso lo hace un elemento central de cualquier política exterior, particularmente en estos tiempos, en los que hay tanta dependencia de los combustibles fósiles", declaró a la BBC Amira Woods, experta en política exterior del Institute for Policy Studies.

Al control sobre el crudo, el gas y otros recursos naturales, se suma el interés en las vastas extensiones de tierras cultivables que posee el continente, y que podrían destinarse a la generación de biocombustibles a partir del empleo de mano de obra barata.

A pesar de ello, la secretaria de Estado continuó aferrada a la "inspiración humanista" de la política de Washington, y sostuvo en Cabo Verde, al cierre de su recorrido, que la única preocupación de su gobierno es "ayudar a canalizar las esperanzas y aspiraciones de las poblaciones de África, en una vía que cambie la dirección de sus países".

En medio de la creciente dependencia del combustible africano —que supone alrededor del 80% de las importaciones estadounidenses desde la zona—, y tras el descubrimiento en la parte oriental de ese continente de nuevos yacimientos de petróleo, no podía faltar en la agenda de Hillary el control del acceso al crudo. Para ello Washington creó AFRICOM, el Comando Militar ya mencionado, que opera desde octubre del 2008, a pesar del rechazo casi unánime de los gobiernos de la zona.

Obama primero y Clinton después, acuñaron la disposición de Estados Unidos de intervenir militarmente "para frenar el robo de petróleo a gran escala y el tráfico de armas", bajo la sempiterna justificación de la lucha contra el terrorismo y la amenaza de sus intereses por los conflictos locales.

Esas son las preocupaciones estadounidenses, no las de un continente que encabeza los índices de desnutrición, donde más niños mueren por enfermedades prevenibles o el de más enfermos de SIDA. La democracia norteña no incluye estos problemas, solo la intranquiliza el "mágico fantasma" del terrorismo, convertido en proveedor de recursos naturales.

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