Los desastrosos niveles de desempleo que se vienen registrando en Europa a cuenta de los descalabros financieros, empiezan a crear inquietud entre los dueños del poder, quienes temen una explosión social incontrolada en la otrora región del proclamado “bienestar general”.
Rezan datos actualizados que a fines de 2010 la Unión Europea podría contar con 26,5 millones de desempleados, lo cual significaría ocho millones y medio más que los actuales. Serían personas pendientes del raquítico sistema de seguridad social que, en razón de su paro forzoso, no aportan al fisco, han dicho economistas locales.
Desde luego, es como para preocuparse, no solo por aquellos que posiblemente pierdan su fuente de sustento, sino entre los opulentos, quienes ven en la creciente inestabilidad un serio riesgo para sus intereses individuales o de grupo.
Pero lo realmente paradójico para todo ser humano sensato, es que entre estos últimos segmentos de poder nadie se indisponga o proteste porque los causantes de la crisis global hayan recibido y reciban cuantiosos recursos del erario público como medida de socorro.
En ese sentido bien vale ejercitar la memoria: en Europa, decía la publicación ecuatoriana Nuevo Siglo este año, son cientos de miles de dólares los sacados de las arcas públicas para entregarlos a los especuladores en calidad de apoyo frente al derrumbe económico.
Así, Alemania había otorgado hasta ese fecha 68 mil millones de billetes verdes a bancos privados; Bélgica y Luxemburgo, unos 32 mil millones de USD; Holanda, 23 mil millones; España, 70 mil millones, Gran Bretaña, más de 500 mil millones; Islandia 25 mil millones, y los Estados Unidos, aunque geográficamente lejos, pero madre de todas las desgracias, 700 mil millones.
Alguien ya dijo: A buen entendedor… (Por Néstor Núñez)
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