Por:Ernesto Pantaleón Medina / Televisión Camagüey
Esto que escribo no pretende ser un trabajo periodístico, sino un intento de que usted, que lee estas líneas y es fumador activo (porque los pasivos somos sus víctimas) intente pensar en los párrafos siguientes como una conversación, y en el que redacta, como uno de esos amigos, mayores en edad y algo persuasivos, a quienes se escucha con atención, y cuyos consejos seguimos (claro, luego de someterlos al juicio propio).
Cada año más de cinco millones de personas en el mundo mueren por causa directa del mal hábito de fumar.
El tabaco es la causa del l2% de las muertes de adultos anualmente.
El 33% de los fallecimientos por cáncer se deben al tabaco, y en el caso del cáncer de pulmón, el humo del cigarro es causante del 80-90% de los casos.
En momentos en que todos luchamos por salvar el planeta, por reducir el agujero en la capa de ozono ¿se empeña usted en llenar de humo no solo la atmósfera, sino los pulmones de sus semejantes, incluida la familia?
En una época en que millones de personas reclaman su libre albedrío, coartado por algunas potencias económicas o militares, no puede usted, amigo fumador, imponerles que respiren un humo que los mata lenta, pero inexorablemente.
Y va este mensaje también a la industria de la nicotina: En vez de esos diseños más o menos atractivos y algún tímido mensaje de advertencia o disuasión, las cajetillas deberían tener estampada una calavera con las dos tibias cruzadas.
Un alto porcentaje de los hogares del mundo cuentan con al menos un fumador, que se suicida, atenta contra la economía familiar y además, envenena a los seres más queridos, todo ello impunemente.
Entonces, convendría conmigo en que ese asesino que es el tabaco, anda suelto, y mata en masa… yo trato de impedirlo ¿y usted que hará a partir de este momento?
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