viernes, 15 de mayo de 2009

Cuba inicia una era nueva

Desde Ciudad Libertad, antes de su partida hacia la Sierra Maestra, Fidel escribió este mensaje al pueblo de Cuba

Ciudad Libertad

Mayo 17 de 1959. 3 a.m.

La Ley Agraria que hoy aprobará el Consejo de Ministros en el histórico campamento de la Comandancia General del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra es una promesa que se cumple con el pueblo y con la Patria.

Cuba inicia una era nueva que será de extraordinario esplendor si por encima de avaricias nos dedicamos a trabajar todos por el porvenir venturoso que tenemos delante. Nadie tremole intereses egoístas. Hagamos lo que otros no hicieron. Reconstruyamos lo que otros destruyeron. Aprovechemos lo que otros desperdiciaron. Aceptemos los sacrificios que nos impone la hora presente y forjemos las bases de una paz social duradera sin hambre ni opresión, porque la paz y la felicidad solo son posibles en la libertad y la justicia.

Por encima de intereses y egoísmos alcemos más alta que nunca la bandera generosa sobre cuya estrella limpia y en nombre de todos los mártires de la Patria hace falta escribir de una vez y para siempre la fórmula justiciera del Apóstol: "Con todos y para el bien de todos".

Fidel Castro Ruz.

Aquel día histórico de la Ley de Reforma Agraria

LUIS M. BUCH RODRÍGUEZ
Secretario del Consejo de Ministros del Gobierno Revolucionario desde enero de 1959 hasta marzo de 1962

Después del triunfo de la Revolución, en la sesión del Consejo de Ministros de 10 de febrero de 1959, se acordó crear una comisión presidida por Humberto Sor Marín, como titular de Agricultura, para el estudio y la reglamentación de la Ley de Reforma Agraria, pero tal comisión nunca llegó a funcionar.

Momento histórico en que Fidel firma la Ley de Reforma Agraria.

En cambio, Fidel se reunía por las noches con un grupo pequeño de compañeros en la casa que Che habitaba en la playa de Tarará, con el propósito de elaborar el proyecto de ley que pondría fin al régimen de latifundio en Cuba. Ese grupo estaba formado por Ernesto Guevara de la Serna, Segundo Ceballos Parejas, Oscar Pino Santos, Antonio Núñez Jiménez, Vilma Espín Guilloys y Alfredo Guevara Valdés.

Pino Santos y Segundo Ceballos habían presentado —por separado— unas minutas que Che y Núñez Jiménez fundieron en una sola. Esta se tomó como base para la discusión del articulado del anteproyecto de ley.

El ministro de Defensa Nacional, Augusto Martínez Sánchez, en funciones de sustituto del Primer Ministro —con motivo del viaje de Fidel al extranjero—, en la sesión extraordinaria de 28 de abril de 1959, dio a conocer un escrito fechado el día 14 del propio mes, en el cual Fidel había propuesto un proyecto de ley de reforma agraria. En caso de que este fuera aprobado, en tres sesiones consecutivas del Consejo, pasaría a ser parte integrante de la Ley Fundamental y constituiría una adición a la Carta.

La Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), con motivo de celebrarse por primera vez la efemérides del Primero de Mayo después del triunfo de la Revolución, convocó a los trabajadores a desfilar frente al Palacio Presidencial. Para que los invitados al acto pudieran presenciar los festejos, se levantó una tribuna en la calle Refugio cubierta con una vistosa lona, que los protegería de la inclemencia del tiempo. Raúl Castro pronunciaría las palabras de clausura. Al ver que la tribuna presidencial estaba techada, tomó el fusil que portaba un soldado rebelde, comenzó a rasgar la lona y a todo pulmón gritó: "Aquí no hay privilegios. Si los que van a desfilar lo hacen a cielo abierto, nosotros debemos permanecer igual." En pocos minutos el sol brillaba resplandeciente sobre nuestras cabezas.

Durante su intervención, Raúl se refirió a la Reforma Agraria en los términos siguientes:

En este Primero de Mayo por primera vez vemos desfilando en nuestro país a los obreros y campesinos que un día tuvieron que empuñar el rifle por conquistar o ayudar a conquistar la libertad de nuestra Patria.

La Revolución ha ido avanzando. Se han ido aprobando leyes que una forma, más en algunos sectores que en otros, han ido levantando el nivel económico de nuestro pueblo (...) Hoy vemos logrados, podemos añadir, los sueños de Martí en el campo de Cuba, los sueños de los agraristas de nuestro mambisado (...) La Reforma Agraria era de vital importancia y el latifundismo, parasitario. El gobierno del pueblo eliminará el latifundio, expropiándose por razón social, indemnizándolo y entregándoles las tierras gratuitamente a nuestros campesinos¼

Una Reforma Agraria que no resuelva el problema de un día, sino el problema de siempre. Y no solo eso, sino que nuevas leyes tendrán que venir a complementar esa ley agraria que pudiéramos llamar Ley Fundamental de la presente Revolución.

En Santiago de Cuba, el acto por el Primero de Mayo terminó con palabras pronunciadas por Che. En su intervención, al referirse a la Reforma Agraria, señaló:

¿En qué consiste la Reforma Agraria? Es una ley muy compleja. Consiste, por ejemplo, en decir que el latifundio es un mal social que tiene que desaparecer de Cuba, todos los señores que tengan más de tantas caballerías tendrán que entregarlas al Gobierno para su redistribución entre los campesinos. Consiste también en decir: todos los hombres que trabajan sobre la tierra y que han dejado su sudor durante años y años, que siempre han tenido que entregar la parte suculenta de su cosecha al dueño supuestamente legal de la tierra, son hoy para siempre los dueños legales de la tierra que trabajan.

Quería decir que en Cuba no habrá más precaristas, no habrá más aparceros, no habrá más arrendatarios, no habrá más campesino que no tenga la tierra en propiedad.

En la sesión de 12 de mayo, presidida por Fidel, el Consejo de Ministros procedió a considerar —por segunda vez— el proyecto de Ley de Reforma Agraria, que fue ratificado en la sesión del día 5 del propio mes.

Fidel y sus acompañantes durante el ascenso a la Comandancia General para la firma de la Ley.

El Primer Ministro dejó convocada la próxima sesión para el 17 de mayo, en la Comandancia General del Ejército Rebelde ubicada en La Plata, Sierra Maestra, para considerar de nuevo ese proyecto, a los efectos de su tercera ratificación. Se escogió el Día del Campesino, fecha en la que se conmemora la caída de Niceto Pérez, un luchador honesto asesinado en 1946 durante el gobierno de Ramón Grau San Martín, en su pequeña finca María Luisa, en El Vínculo, región de Guantánamo, que formaba parte del Realengo 18, en tierras pertenecientes al Estado.

Segundo Ceballos Pareja, en su intervención en el Primer Fórum sobre la Reforma Agraria, recordó lo ocurrido en aquellos días de 1946. Relató que en la pequeña finca de Niceto Pérez se había establecido, con no buenos títulos, el terrateniente y geófago Lino Mancebo. Pérez se convirtió en una preocupación para él, ya que el guajiro consolidaba su sitio y progresaba.

El terrateniente urdió la manera de expulsarlo del lugar y envió a un sargento de la Guardia Rural que tenía a su servicio. Comenzaron por alarmar al campesino y a su familia mediante disparos durante la madrugada, cerca del bohío donde vivían. Pensaron que aquel hombre, con mujer y un hijo pequeño, se amedrentaría y abandonaría el sitio; sin embargo, Niceto Pérez resistía.

Una mañana, el latifundista se presentó en la pequeña finca acompañado por guardajurados. Pérez estaba limpiando un platanal cerca de la casa, en compañía de su hijo de siete años. Mancebo y los otros se apostaron en una pequeña elevación cercana y desde allí le dispararon con un rifle, causándole una herida mortal. No tuvieron en consideración la presencia del pequeño hijo. A los gritos del herido, salió la mujer del bohío, lo recogió, y el infortunado campesino murió en sus brazos. Meses después, en el mismo lugar donde fue asesinado, los demás guajiros erigieron un modestísimo monumento y proclamaron el 17 de mayo como Día del Campesino.

La justicia revolucionaria no se hizo esperar. Lino Mancebo fue ajusticiado en los portales de la Lonja del Comercio, en La Habana, por Miembros de Joven Cuba.

En La Plata se dieron las órdenes necesarias para preparar las condiciones que posibilitaran el aterrizaje del helicóptero que trasladaría al Presidente, al Consejo de Ministros y a los periodistas. Solo se habían chapeado varios metros en la punta de una loma. El 17 de mayo de 1959, al despuntar el alba, Fidel fue el primero en llegar al lugar, pues decidió comprobar en el terreno cómo se habían resuelto las cosas. Quería garantizar la seguridad de los participantes en el acto.

El Presidente, su esposa y el resto de los ministros —bajando y subiendo pendientes resbaladizas por la lluvia caída el día anterior—nos fuimos reuniendo en la casa de Julián Pérez, más conocido como "El Santaclarero".

Para el almuerzo se le había comprado a un campesino una res que pastaba en el claro de la ceja de un monte desbrozado enfrente de la casa. Varios campesinos luchaban para enlazarla, pero les era imposible. Fidel ordenó que se apartaran y de un disparo certero la derribó. Para hacer más campesina la reunión no faltó una lluvia repentina.

Después del almuerzo, acompañados por los guajiros que se habían concentrado en la casa de Julián Pérez, quienes procedían de diferentes lugares de la cordillera —Lirio de Nagua, San Lorenzo, Suana, Purgatorio, Agualrevés, Las Vegas, Cinco Ranchos, El Almendro, Jigüe, El Toro, Coco, Galino, La Majagua, Las Mercedes, Limoncito, Los Carrajones, Guá y Caracas— comenzamos a escalar hacia la que fuera la Comandancia General del Ejército Rebelde.

El trayecto fue fatigoso para los que no estábamos habituados a regiones abruptas. Para llegar había que descender al lecho de un arroyo que corría entre rocas, subir una ladera empinada y resbaladiza —que a más de uno de nosotros hizo rodar cuesta abajo—, atravesar el improvisado campo de aterrizaje y luego internarse en bosque tupido que asciende hacia una montaña.

Los bohíos de la Comandancia están —aún se conservan— entre los árboles, cubiertos por el follaje. Desde el exterior del bosque es imposible descubrirlos; fue por esto que la aviación enemiga no pudo detectarlos nunca. El bohío destinado a Fidel descansaba en unos pilotes sobre un precipicio.

La reunión del Consejo de Ministros, efectuada en la antigua Comandancia, fue la primera y única presidida por Fidel, como Primer Ministro, a la que asistió el Presidente Urrutia.

En el bohío conocido como "la casa de Faustino" —que estaba destinado a la Administración Civil—, tomaron asiento ante una mesa pequeña y rústica el Presidente, el Primer Ministro y otros miembros del Gabinete. Del acta levantada ese día transcribo los fragmentos siguientes:

El Primer Ministro expuso al Consejo, que en cumplimiento de convocatoria librada en la anterior sesión del Consejo de Ministros celebrada el día 12 del actual mes, se encontraban reunidos en el histórico Campamento de la Comandancia General del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra, a los efectos de considerar la tercera ratificación de la Ley de Reforma Agraria que habrá de darle al país un nuevo ordenamiento económico y social, creando y desarrollando nuevas fuentes de trabajo en beneficio de las clases sociales más pobres y desposeídas, de la clase campesina y obrera, olvidadas por regímenes anteriores; asegurando que dicha legislación redundará además en provecho de todos los trabajadores en general, tanto de las ciudades, como del campo, del comercio, de la industria, y de las clases productoras...

Para finalizar, en el acta se enfatizó:

A Cuba le cabrá a partir de este instante, el honor de colocarse con esta medida en el primer lugar entre todas las naciones latinoamericanas, por el alcance formidable y las perspectivas que significa para Cuba esta pragmática que es quizás la Ley que antes de su aplicación jamás contó con tantas simpatías en el pueblo; porque no hicimos la Ley a los diez o quince días del triunfo revolucionario. Hemos hecho la Ley en los cuatro meses y 17 días del Triunfo Revolucionario, después de haber hablado mucho sobre esta medida, después de haber llevado al ánimo del pueblo la convicción de que era imprescindible dictarla; después de haber llevado al ánimo del pueblo el propósito de contribuir económicamente por todos los medios a la Reforma Agraria.

No cabe dudas de que la Ley de Reforma Agraria fue la más trascendental e importante de las leyes adoptadas por la Revolución en aquellos años. La votación para aprobarla fue favorable por unanimidad. Como estaban presentes más de las dos terceras partes del Consejo de Ministros —y era la tercera ratificación del texto—, ella integró la Ley fundamental de la República, solo sujeta a la posterior promulgación del Presidente.

De inmediato, en la misma sesión, el Consejo acordó designar al Primer Ministro, Fidel Castro, como Presidente del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), y como Director Ejecutivo de este nuevo Organismo al doctor Antonio Núñez Jiménez.

En las primeras horas de la noche del 17 de mayo, por las ondas de Radio Rebelde, Fidel se dirigió al pueblo para informarle la aprobación de la Ley de Reforma Agraria.

En las primeras horas de la noche del 17 de mayo, por las ondas de Radio Rebelde, Fidel se dirigió al pueblo para informarle la aprobación de la Ley de Reforma Agraria.

Al hacer un análisis objetivo sobre la repercusión política interna y externa que esta ley tendría, Fidel expresó:

"Nosotros entendemos que esta Ley inicia una etapa enteramente nueva en nuestra vida económica (...) no se nos escapa que se lesionan algunos intereses; a nosotros no se nos escapa que la Ley producirá la natural oposición que una medida revolucionaria de esta índole siempre origina....

Sin embargo, debemos exponer aquí (...) que solo hacemos leyes para beneficiar a la nación aunque, dolorosamente, estas tengan que perjudicar a algún sector del país¼

No era justo que nuestro país siguiera avanzando hacia la peor miseria a que lo llevaban como consecuencia de los gravísimos conflictos sociales, a un caos de imprevisibles consecuencias..."

En la Comandancia General todo era motivo de alegría. Nadie se preocupó por la cena, y al llegar la noche, todos comimos azúcar turbinada. Ese era el único alimento que teníamos. Rendidos por el cansancio, buscamos en los bohíos de Fidel, Celia y Faustino el lugar más adecuado para colgar las hamacas y guarecernos de la lluvia y el frío que eran intensos.

Al amanecer del día 18 bebimos el exquisito café montañés y partimos en el helicóptero que, después de sucesivos viajes, nos condujo a Manzanillo. Desde allí nos dirigimos hacia La Habana. Fidel se quedó visitando parajes de la guerra y amigos campesinos que habían colaborado o integrado el Ejército Rebelde.

En la Sierra Maestra no existían condiciones para realizar las correcciones de estilo que se le habían señalado al proyecto de ley. Por ello fue necesario mecanografiarla de nuevo para archivar el original en el Libro Oficial de Leyes y, además, para enviar la primera copia que sería publicada en la Gaceta Oficial de la República de Cuba.

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