Por:Ernesto Pantaleón Medina/Televisión Camagüey
Enedina Figueredo es pequeña, pero en su diminuta humanidad se acumulan megatones de energía, y raudales de amor para repartir a manos llenas a todos cuantos la rodean, allá en su humilde vivienda de la comunidad “San Alfredo”, a pocos kilómetros de la cabecera del municipio Guàimaro, al oriente de la provincia de Camagüey.
Y quizás por su innata bondad, su carisma o por quién sabe qué magnetismo oculto que emana de esta camagüeyana, familiares, vecinos y amigos se reunieron este 26 de febrero para celebrar por partida doble la fecha: su cumpleaños número 67 y haber sido seleccionada delegada al Octavo Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas, cita que reunirá en la capital del país, dentro de sólo unos días, a representantes de las protagonistas de cien mil historias de estos tiempos, a cuál más subyugante.
Dinámica, incansable, inquieta y capaz, son atributos que pueden concederse sin temor a exagerar a Enedina, quien trabajó durante 38 años en el sector del Comercio, pero en 2008 solicitó la jubilación (aunque no el retiro, como enfatiza) para dedicarse a las labores del campo, y atender la pequeña área que le otorgó la nueva ley de tierras.
“Es una especie de retorno a mis orígenes --afirma convencida-- porque en el campo nací, en una muy humilde familia que integraban mis padres y l2 hijos.
“Durante l2 mandatos fui delegada de circunscripción de base del Poder Popular --agrega—y en ese tiempo me gané el cariño de todos, porque para mí lo más importante es servir, resolver los problemas, y en caso de que no haya una respuesta material a los requerimientos del elector, al menos escucharlo y explicar satisfactoriamente la situación”.
Distinciones atesora muchas, pero la mayor satisfacción de su ya larga vida es haber constituido una familia ejemplar, brindar consejo a jóvenes y adolescentes, y ese cariño que despierta a cada paso entre sus semejantes, fruto cosechado con amor y desinterés.
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