lunes, 16 de febrero de 2009

Los funerales de la Mona Lisa en París

Por:Fausto Triana

Paris. Hablar de la Mona Lisa en París forma parte de la identidad del Museo del Louvre y tal vez hasta de la propia Ciudad Luz, sólo que si se trata de los funerales de la insigne Gioconda capta más atención.

Tiene los timbres de la provocación aunque el artista chino Yan Pei-Ming, afincado en Francia desde hace 25 años, insista en que se trata de un homenaje a la pintura más renombrada de Leonardo Da Vinci.

Cinco cuadros monumentales forman desde ahora y hasta el 18 de mayo la nueva colección del Louvre, a pocos metros de la auténtica Mona Lisa. Si bien el trabajo del autor franco-chino coquetea con lo iconoclasta, termina rendido a la magia de Da Vinci.

Sin un explicación coherente, Yan se limitó a decir: mis pinturas son un tributo y un funeral para la Mona Lisa.

La enorme Mona Lisa gris está ubicada en el centro, enmarcada por dos imágenes misteriosas parecidas a nubes grises, salpicadas con imágenes de calaveras que imitan la forma de la cabeza del artista.

En los costados de la exhibición se encuentra un retrato del fallecido padre de Yan y un autorretrato del mismo artista en una pose cadavérica. Nada que ver con la obra de Da Vinci, pintada entre 1503 y 1506.

El Louvre cerró el año 2008 con buenas noticias. La mejor de todas es la confirmación de su liderazgo de lugar más visitado de la capital francesa, con algo más de ocho millones y medio de visitantes.

Aunque siempre es objeto de críticas apasionadas, su pirámide de cristal y aluminio es símbolo del contraste entre modernidad y clasicismo. También artífice de facilitar la entrada al museo desde su instalación en 1989.

Castillo medieval, palacio de los reyes de Francia, fortaleza del siglo XII, con ampliaciones renacentistas, cada fragmento del Louvre, incluyendo los suntuosos jardines, ofrecen la sensación de encontrarse en el umbral de un espacio detenido en el tiempo.

Constituido Museo en 1793, el Louvre es una suerte de colección de joyas supremamente costosas. Mantenerlo casi intacto supone la contratación de curadores, especialistas en restauración, expertos, historiadores y un dispositivo de seguridad del más alto nivel.

Todo esto implica una inversión anual por encima de los 250 millones de euros. De ahí que se haga indispensable el mecenazgo y diversas iniciativas para lograr la estabilidad financiera del antiguo palacio real.

Leonardo jamás imaginó que La Gioconda, depositada sobre una delgada tabla de madera de álamo, estaría hoy en pleno siglo XXI protegida en una urna de cristal a prueba de balas. Tampoco que sería tan apetecible como la manzana de Eva.

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