Como una gran dama, embellecida y elegante, la ciudad de Camagüey vivió momentos inolvidables durante estos días de celebración. Cumplir 495 años, entusiasmó a sus habitantes a engalanarla especialmente para que lugareños y foráneos notaran todos sus valores históricos, arquitectónicos y culturales.Muchos regalos se le ofrendaron. Unos colmados de verbo ardiente, otros con el lenguaje del arte o de la historia, y múltiples con el sello de lo popular.
Amaneceres y puestas de sol con un ajetreo mágico y contagiante, sin embargo la añeja villa continuó reluciente, incitadora…Pero una noche fue la más esperada: la del 2 de febrero, fecha fundacional.
Un acto impecable de proclamación al mundo de las virtudes de su conservado centro histórico urbano, la inscribió en la lista del Patrimonio Mundial.El talento artístico en ella acunado le ofreció los honores merecidos y se respiró la voluntad de mantener su viva riqueza por los siglos de los siglos.
Así, Camagüey, sinuosa en sus calles, raigal en sus tradiciones, despertó dispuesta al reconocimiento de su gente, de quienes le añaden méritos desde el conocimiento, la cultura, el trabajo o el estudio. Orgullosa y agradecida, premió a los hijos que a diario desandan sus calles y a los que aún lejos le demuestran su amor infinito.Sintió la felicidad de una ciudad honrada y por qué no, venerada por hombres y mujeres siempre ávidos de conocerla, cuidarla y, amarla cada día más…
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