Por:Chris Bambery
El Año Nuevo empezará con un sentimiento de miedo que atenazará por igual a la cúspide y a la base de la sociedad. Los trabajadores de todo el mundo temerán por sus empleos, sus pensiones y sus servicios públicos. En la cúspide existe el miedo de que la crisis económica entre en una espiral imparable de caída libre y conduzca a una resistencia generalizada.
El año que abandonamos ha sido testimonio del desorden y la confusión en el sistema capitalista y en los gobiernos que lo dirigen.
La crisis económica se ha convertido en una recesión, que se ha contagiado del sector financiero al resto de la economía. Ahora amenaza con convertirse en una depresión a escala mundial, arrastrando a las "economías emergentes" de China e India.
El significado de los acontecimientos en Grecia, descritos por el diario The Times como un "levantamiento popular", ha llevado a algunos comentaristas a establecer paralelismos con los hechos del mayo del 68 en Francia. Para la clase dirigente, una seria preocupación: el levantamiento francés fue présago de casi una década de insurgencia por parte de la clase trabajadora, que abrigó seriamente perspectivas revolucionarias.
Los acontecimientos de Grecia no han sido a la escala de los acaecidos en el 68, aunque también han implicado protestas estudiantiles, disturbios y una huelga general. Representan, no obstante, la insurrección más importante en Europa desde mediados de los 70.
Cualquier crisis económica tiene un impacto a tres niveles: el ideológico, el político y el económico.
Los gobiernos de Gordon Brown y George W. Bush han roto el modelo de libre mercado que ha sido la Biblia de los círculos dirigentes durante tres décadas. Y la ciudadanía busca alternativas al sistema. La aparición de movimientos anticapitalistas y contrarios a la guerra durante la última decada significa que existe un público receptivo a las ideas radicales.
Valoraciones
La política institucional se ha tornado volátil. Antes de la crisis, la valoración de Brown se hundía, mientras que la de David Cameron, decían, era imparable, una tendencia que solo se invirtió cuando el líder tory empezó a vacilar en medio del caos económico.
Existen otros tantos peligros en un mundo dominado todavía por los EE.UU. de la "guerra contra el terrorismo". Un régimen en crisis puede emprender una aventura militar, como los georgianos hicieron contra Rusia el verano pasado.
La guerra en Afganistán se ha extendido hacia la frontera con Paquistán. El gobierno de Paquistán está siendo amenazado por Condoleezza Rice y Brown, y lo seguirá siendo a menos que emprenda una guerra civil contra su propio pueblo.
Las enormes protestas en Grecia, Italia e Irlanda muestran que la crisis económica puede generar una rebelión de las masas. El descontento es una respuesta a los gobiernos, en el Reino Unido y en cualquier otro sitio, que están implementando medidas de austeridad en vez de políticas económicas neo-keynesianas como respuesta a la crisis. Y aunque los gobiernos de EE.UU. y el Reino Unido han llevado a cabo rescates bancarios y nacionalizaciones, el descontento sigue a flor de piel.
La idea de que los trabajadores —y no únicamente los bancos y las grandes empresas— deberían tener derecho al rescate se está convirtiendo en sentido común para todos quienes temen por la destrucción de empleos y los embargos y los desahucios. Estas ideas cuestionan los fundamentos mismos a partir de los cuales opera el capitalismo, a saber: que el mercado debería ser libre de cualquier tipo de control democrático. Esto puede alimentar la resistencia popular.
Muchos de nosotros contemplamos el duelo y la insurrección popular en Grecia en claro contraste con el comportamiento mediocre, deslucido, de la mayor parte de nuestros dirigentes sindicales. Pero una de las lecciones de lo ocurrido en Grecia es cuán rápidamente pueden explotar las cosas cuando la situación es combustible.
Las acciones de Brown para salvar la economía pueden parecer relativamente indoloras por el momento, pero ya ha admitido que el coste de los rescates será enorme. Lo que se traducirá en un aumento de impuestos y una disminución del gasto público.
Mientras tanto, la repulsiva agenda del Nuevo Laborismo continúa, atacando a los desempleados, los padres solteros y los inmigrantes, todo ello contra un telón de fondo de destrucción continua del empleo y una crisis que afecta a las pensiones y la vivienda.
Mucha gente recibirá el 2009 con malos presentimientos. Pero deberíamos ser capaces de ver más allá, justamente hacia aquello que quienes lideran la sociedad más temen, pues revueltas similares a las de Grecia podrían extenderse en breve por toda Europa. Y el canal de la mancha solo tiene 22 millas de ancho. (Tomado de Socialist Worker)
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