Bogotá, 29 nov (PL) En medio de la ola invernal más fuerte de los últimos años y una crisis sin precedentes por la estafa a decenas de miles de familias, los colombianos vivieron una semana tormentosa.
La crisis por la quiebra o cierre de cientos de oficinas de empresas ilegales captadoras de dinero, que estalló hace más de 15 días, se ha ido expandiendo y salpicando un radio social y político cada vez más amplio.
La ira de los miles de estafados que culpan al gobierno de haber manejado de manera errática la solución de la crisis, provocó un descenso en picada de la aceptación del presidente Alvaro Uribe.
Este debió salir incluso a defender públicamente a su familia ante los persistentes rumores sobre la participación de su esposa e hijos en las denominadas pirámides.
Asimismo el ejecutivo, mediante un comunicado, desmintió también las especulaciones sobre un posible cambio del ministro de Hacienda, Oscar Iván Zuluaga, duramente criticado por su permisividad y lentitud para resolver el problema.
La grave situación propició el fracaso en la Comisión Primera de la Camara de la aprobación de un proyecto de referendo a favor de la reelección de Uribe en el 2010, al retirarle su apoyo dos representantes del partido Conservador.
A duras penas, la policía y el ejército han podido controlar los disturbios provocados en varias ciudades por miles de ahorradores que reclaman tanto a las empresas ilegales como al gobierno la devolución de sus dineros.
Los más violentos ocurrieron en Mocoa, capital del departamento de Putumayo, donde se reportaron más de una decena de heridos, un número similar de detenidos y la destrucción de un centenar de vehículos.
Pero también en las ciudades de Pasto, Honda y Popayán, entre otras, se reportaron fuertes manifestaciones y enfrentamientos con la fuerza pública.
Los efectos de la crisis de las pirámides han sido nefastos para algunos departamentos, sobre todos los más pobres, en los cuales se asegura que mucho más de la mitad de la población perdió sus ahorros en las empresas ilegales.
El dinero desaparecido en esos turbios negocios se calcula en billones de pesos, pero hasta ahora en las oficinas intervenidas las autoridades solo han ocupado poco más de 50 mil millones (unos 25 millones de dólares).
A esta conmoción se suman los efectos de la peor temporada invernal en muchos años, que ya ha dejado 48 muertos, más de 735 mil damnificados y millonarios daños materiales, incluida la destrucción de miles de hectáreas de cultivos y la pérdida de más de 10 mil cabezas de ganado.
Las lluvias, avalanchas y deslizamientos de tierras han afectado a unos 300 municipios de más de la mitad de los departamentos.
Pero todavía pueden incrementarse las pérdidas, pues las autoridades meteorológicas advierten que las lluvias no mermarán durante las dos semanas que retan para que termine la temporada invernal.
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