viernes, 12 de febrero de 2010

La melodía de un verso hecho canción

Por Aymee Amargós / Televisión Camagüey

De la poesía y la música nace una pasión que sólo Juan Ramírez Pellerano puede explicar. Maestro de profesión y artista de espíritu, cuenta con una fructífera obra que lo hace sentir, a sus 80 años, aún más seguro del camino que eligió para toda la vida.

Para este escritor la música es el mayor regalo que le ha dado la vida. Aunque no sabe tocar ni siquiera una nota del pentagrama; con sólo escuchar la bella melodía de una composición de Chopin, Bethoven o Frank Liszt, se renueva su inspiración y la hace partícipe de su obra literaria.

En cualquier lugar se le puede encontrar con la mirada desafiante y firme a la vez. Siempre presto a deletrear el nombre de José Martí, atento a cada uno de sus versos, siempre con la esperanza de hacer cómplice a las nuevas generaciones de ese valioso legado.

Escritor de épocas singulares y aciertos de la historia patria. Su obra se resume en la magistral epopeya de un Canto a los héroes, la cubana mezcla de Zafra y poesía, la proeza de un Viet Nam: poesía combatiente y la acertada selección de Cartas a Amalia, cumbre del género epistolar cubano, entre otras obras representativas de la cubanía y síntesis armónica entre el arte y la cultura.

Por iniciativa de Pellerano, como asesor literario, en el mes de julio de 1968 se fundó el taller literario “Rubén Martínez Villena” con el objetivo de que los aficionados camagüeyanos discutieran sus trabajos y estudiaran materiales teóricos relacionados con la literatura y el arte.

Así llegó Juan Ramírez Pellerano a la cita con el arte de escribir y decidió entonces, no abandonar los senderos que lo llevarían a contar con una mayor modestia como creador.

Es hijo Ilustre de la ciudad de Camagüey, más que escritor y poeta, es un hombre entregado en cuerpo y alma a la virtud. El Premio Raúl González de Cascorro y el de la Obra de toda la vida que otorga la UNEAC en Camagüey, de la cual es fundador, lo atestiguan.

Es una distinguida personalidad de la cultura, merecedor de la admiración de las nuevas generaciones y promotor del optimismo de un hombre que no se redime, porque no nació para cantar, pero sí para decir el poema: “Estoy dispuesto siempre”.

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