lunes, 2 de febrero de 2009

De fiesta los camagüeyanos por aniversario 495 de ciudad

Por: Yolanda Ferrera Sosa/Radio Cadena Agramonte

Para saberle su historia a la ciudad de Camagüey, basta con recorrer sus callejuelas, plazas, parques, iglesias… Basta con imbuirse de su patrimonio edificado. No hacen falta muchas palabras. El sólo hecho del encuentro, ya comenzará un relato que tiene sus orígenes en el lejano siglo XVI, cuando la villa principeña era sólo un proyecto.

Una parte importante del Centro Histórico de la añosa comarca, fue incorporada por la UNESCO al Patrimonio Cultural de la Humanidad, propuesta avalada por un expediente técnico, compilador de varios documentos, piedras angulares que sustentan las condiciones de la zona a distinguir

Ésta asciende a 54 hectáreas e incluye las cinco plazas que marcaron su origen. Representa el 16 por ciento de su totalidad, con dos mil 843 inmuebles donde habitan ocho mil 180 personas. Precisamente esa parte antigua de la añosa localidad, la más importante, incluye las Plazas que marcaron su origen: las de San Juan de Dios, del Carmen, de los Trabajadores y de la Soledad. En su conjunto, la superficie objeto del Reconocimiento de la UNESCO, posee 12 plazuelas y plazas y seis iglesias.

Este recorrido por la legendaria comarca de pastores y sombreros, como la calificó el Poeta Nacional Nicolás Guillén, Hijo Distinguido de ella, le permite al visitante o al lugareño, incorporar a su universo intelectual y perceptivo, un segmento donde la contemporaneidad respira y se alimenta constantemente de un pasado que renuncia a ser obviado, que se respeta y preserva para las futuras generaciones.

Se restaura, remoza y recupera cada arista de tan singular demarcación, llena de leyendas y de pasajes memorables -individuales o colectivos- que acoge el justo homenaje por sus 495 años. Una fiesta para los camagüeyanos y para los cubanos en general, pues otro trozo de la querida Patria merece tan ambicionada declaración.

DE NOTABLES EL ORGULLO

Cuna de prominentes personalidades, desde sus orígenes hasta el presente, este momento único que tiene a la ciudad de Camagüey como protagonista, se vive con particular emoción por los principeños de hoy.

De los valores excepcionales y distintivos del centro histórico urbano, destaca la presencia del barro cocido, presente en tejas, tinajones y objetos ornamentales, como los que tan admirablemente elaboran ceramistas de reconocido prestigio internacional como Nazario Salazar y Marta Jiménez.

El primero, un verdadero maestro en el arte del calado de piezas concebidas con el rojizo fango -difícil logro, obtenido hace años después de reiterados intentos- nació en el mismo corazón de la urbe congratulada, de la cual se confiesa ser un ferviente enamorado:

-“Resulta imposible –asegura- expresar con palabras este sentimiento de pertenencia que experimento… Mi ciudad me fortifica… me alienta…Cada rincón suyo, me trae postales inolvidables de mi niñez, juventud y adultez. Y todo este caudal extraordinario que remoza sus edificios y restaña sus lastimaduras ocasionadas por el paso del tiempo, tendrá la debida respuesta por los actuales depositarios de sus bondades. El cuidado más exquisito y el respeto por sus atributos, es lo que se espera de cada habitante y de cada paseante foráneo.

Por su parte, Marta Jiménez –laureada incluso con un Premio de la UNESCO por la excelencia de su entrega artística- recalca que el compromiso de las actuales generaciones para con la legendaria región camagüeyana, es seguirle enriqueciendo esos atributos de excepcionalidad, depositados por quienes ya no están físicamente… por aquellos que –sin pretenderlo- fueron forjando un sitio donde la leyenda y la realidad se funden en simbiosis perfecta.

La apertura de su Estudio-Taller en las inmediaciones de la Plaza del Carmen –en una de cuyas edificaciones radica la Oficina del Historiador de la Ciudad- contribuirá a propagar aún más la gestión comunitaria que la distingue.

-“Se hace realidad esa iniciativa de la Oficina –afirma- y con ella uno de mis sueños más acariciados. Es linda la casona del siglo XVIII, totalmente restaurada, donde funcionará mi Taller, que –más que mío- es de todos los camagüeyanos, cuyas raíces e identidad reflejo en mis cuadros y piezas de artesanía. Seguiré desde allí mi labor con los niños con inclinaciones hacia las artes plásticas, mediante el proyecto Pincel con alma de beso…Su sala de conferencia aportará más conocimientos… Se incorporará a todo este esfuerzo colosal de los principeños de hoy, por sumar más belleza a lo bello.”

Sí que son tiempos hermosos para la otrora villa de Santa María del Puerto del Príncipe, éstos que corren y que la siguen perpetuando en el corazón de sus hijos y en la admiración de quienes le llegan desde otras regiones de Cuba y del mundo.

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