lunes, 9 de noviembre de 2009

Las sesenta primaveras de Flora Fong

By:Enrique Atiénzar Rivero

La creación artística le toma mucho tiempo a Flora Fong. Ella viene poco a Camagüey, en cambio, cuando viaja hasta aquí no sabe como despegarse de sus familiares y amistades porque la unen los recuerdos que atesora de esta colonial ciudad donde nació el 8 de noviembre de 1949.

De su siempre apretada agenda dedicó un espacio para responder a varias preguntas. La entrevista transcurrió en la sala del hogar de su sobrina Liliana, quien en estos precisos momentos se encuentra como cooperante de la salud en Namibia, en la especialidad de medicina interna.

La obra donada al museo provincial Ignacio Agramonte titulada: La pecera tropical, no escapa de la primera parte de la fructífera conversación, del vuelo artístico que encierra, del tiempo empleado para su creación en la industria siderúrgica Antillana de Acero y los inconvenientes para su traslado y montaje definitivo en el umbral de la gran casona colonial del siglo XIX.

“Dicen los chinos que es bueno, aconsejan que en las casas las personas tengan peceras, si es posible ocho peces rojos y uno negro. Los primeros representan la energía positiva, las cosas buenas que tienen que ser siempre en mayor cantidad que las negativas”.

“Era la única manera con la que yo tenía que agradecer a esta ciudad que me formó como artista, donde di los primeros pasos, incluso, en el patio del Museo dibujaba y el profesor de pintura, Héctor Molné, nos daba la clase de paisaje.

Cuándo estás lejos de Camagüey ¿añoranza?

“Tal vez es una mezcla de añoranza y de nostalgia. A mi me vienen a la mente los recuerdos de la infancia que indiscutiblemente cuando uno rebasa los cincuenta se agolpan un poco.

¿Seguirás conservando la identidad de los ancestros?

“Mis ancestros chinos están ahí, aún, incluso, esto tiene muchas anécdotas porque yo de niña decía: deja ver si cuando pase -desde la casa a la otra cuadra- no me dicen nada, de todas maneras hasta en la oscuridad decían: china”. Flora sonríe y agrega: “Era algo simpático”.

“Hago honor a ello en la investigación de mi trabajo por cuanto en mi formación académica tenía, sobre todo, un basamento occidental y europeo por las enseñanzas en las escuelas de arte, incluso, aquí cuando se estudiaba, se impartía la estatuaria griega. Pero llega un momento en que siento la necesidad de incorporar los elementos de la cultura china y de la asiática en general.

“Mi obra cambia conceptualmente en un momento determinado de mi vida entre los años 1985 y 1986. Realmente es una propuesta muy seria y los ancestros para esa época van saliendo en los lienzos…empiezo a estudiar un poco de chino para obtener una mayor coherencia y entendimiento entre lo que quería, podía hacer y la importancia que encontré en la caligrafía china, en los videogramas, pictogramas y en sus orígenes, incluso cuando estuve en Japón y en otros países de Asia.

“Desde nuestro terruño podemos hacer cosas muy interesantes, porque para nuestra nacionalidad el tercer componente es la raíz asiática; por lo tanto yo me lo he tomado muy en serio, creo en eso. Para un artista lo más importante es estar convencido y creer en lo que hace y es capaz de decir.

“Y más en estos momentos en que es el año del Búfalo de Tierra .y soy Búfalo de Tierra- porque nací en 1949 y Búfalo de Tierra nos pide ser muy perseverantes, sistemáticos y trabajar muy firme desde nuestro punto de vista, es la única manera de salir adelante y nos va a marcar las pautas para tratar siempre de ser mejores y solo con el trabajo se va a lograr”.

¿Qué encontraste de nuevo en esta visita a Camagüey?

“Muchas cosas, sobre todo, si es en el aspecto humano, Las personas están mucho más contentas porque la ciudad está mucho más linda, en sentido general; encontré el rescate de toda esa arquitectura maravillosa, esa atención a todas las fachadas del centro histórico y ojalá, pudiéramos irnos un poco más allá, porque Camagüey se lo merece y existe una tradición desde toda la vida y hay que rescatar todo eso. Solamente el trabajo va a marcar los pasos”.

Este ocho de noviembre es una fecha doblemente feliz para Flora Fong: cumple seis décadas de vida y segundo, ocurre a la espera de convertirse en abuela porque Liang, su hija, ha pintado en su vientre la imagen de una nueva criatura que traerá felicidad familiar.

La hija y el hijo como un regalo por su cumpleaños –ambos son artistas también- mantienen muestras de sus obras en estos días en galerías de la capital cubana que ha acogido también a Flora como una de sus más brillantes huéspedes.

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