viernes, 5 de junio de 2009

Ese trabajo tan trascendental que se llama voluntario

Por:Ernesto Pantaleón Medina | Televisión Camagüey

Locación Uno:
Domingo: horario de la mañana
Lugar: playas del norte de la provincia de Camagüey
Los hechos: cientos de estudiantes de enseñanza secundaria se mueven como hormigas a lo largo de la costa, y recogen desechos, algunos arrojados por el mar, otros dejados por la inconsciencia de visitantes y bañistas.

Locación Dos:
Domingo: horario de la mañana
Lugar: alrededores de la ciudad de Camaguey
Los hechos: cientos de jóvenes estudiantes y trabajadores, junto a campesinos y obreros agrícolas, laboran en el corte de marabú, la limpieza de las áreas y la siembra de viandas y hortalizas.

Se trata de lo que los cubanos llamamos “trabajo voluntario”, pero que resulta a la postre más que remunerado, porque las horas que se le restan al descanso semanal se revierten en un futuro cercano en más alimentos para la mesa familiar, en un esfuerzo que va más allá de consignas y se convierte poco a poco en una forma de actuar, como razón de ser de cada uno de los que habitamos este archipiélago, tan fustigado por los huracanes y el bloqueo de medio siglo.

También se pagan esas horas donadas del asueto dominical (en el caso de las faenas a lo largo de la costa) con el rescate del mar, que las pasadas y actuales generaciones han contribuido a convertir en un caldo de cultivo de quien sabe qué, y que es una obligación impostergable limpiar, para “echar una mano” en la salvación de la tan maltratada esfera azul que llamamos planeta Tierra.

Satisfacción mayúscula, más importante que la remuneración por media jornada de trabajo, esa de dejar a nuestros hijos un mundo más habitable.

Dos razones más que suficientes no sólo para asistir a ese trabajo voluntario, sino para impulsar a los niños y jóvenes a dar su contribución, por lo que representan desde el punto de vista material, pero (y es lo más importante) desde el punto de vista ético, formativo y enriquecedor de la personalidad.

Porque cuando damos, no importa a quién ni cuánto ni cómo, crecemos como seres humanos, nos hacemos mejores como individuos y por supuesto, como parte de un todo que es la sociedad.

Entonces bien vale la pena dedicar unas horitas “voluntarias” a sudar un poco la camisa para salvar el mar, o producir alimentos, o ayudar a construir la vivienda de un damnificado… no importa cuál tarea, hay muchas y usted puede elegir.

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