lunes, 30 de marzo de 2009

El tortuoso camino en la formación de la nacionalidad cubana

Por: José Gilberto Valdés Aguilar /Televisión Camagüey


La cueva de María Teresa, localizada a 120 metros de altura sobre el nivel del mar al este de la Sierra de Cubitas, en la provincia de Camagüey, es una evidencia de la prehistoria cubana.

En el interior de la gruta, se pueden apreciar un grupo de dibujos de color pardo rojizo considerados por estudios de arqueología como una sucesión de especies zoológicas: mamíferos, saurios y ofidios figuran entre las imágenes identificadas en el mural, el cual debió de encerrar objetivos mágicos para sus autores, quienes presumiblemente pertenecieron a grupos culturales agricultores-ceramistas, los más desarrollados de las desaparecidas comunidades indígenas de la isla.

El enclave fue descrito por primera vez en la novela antiesclavista “Sab” de la escritora camagüeyana Gertudris Gómez de Avellaneda, fallecida en 1873, por lo cual la obra de esta intelectual puede tomarse en cuenta como un punto de referencia para puntualizar elementos del proceso de formación de nuestra historia Patria, desde los aborígenes hasta el momento en que el criollo toma conciencia de su nacionalidad cubana.

¿Qué había pasado en la mayor de las Antillas, hasta el momento de la prolifera creación literaria de la Avellaneda?

Las más recientes investigaciones del Museo Antropológico Montané, de la facultad de Biología de la Universidad de La Habana y de la Universidad nacional Autónoma de México (UNAM) comprueban la presencia de asentamientos humanos en más de siete mil años.

Además determinaron que la actividad agrícola no era despreciable para los grupos, más allá de la recolección de moluscos y vegetales, la pesca y la caza de pequeños mamíferos.

El doctor Rodríguez Suárez, del museo antropológico cubano, afirma que esas comunidades, según las campañas arqueológicas realizadas en los últimos años en la zona de Canímar Abajo (Matanzas), desarrollaban pequeños huertos y parcelas para agregar otros productos a la dieta de las poblaciones antiguas del archipiélago.

Estas revelaciones en torno a los ciboneyes (también siboneyes) introducen otros elementos en el análisis de la clasificación de los grupos aborígenes en recolectores – cazadores-pescadores, considerados bandas familiares que se movían de un lado a otro en busca de alimentos, en la pródiga naturaleza de la isla antillana y como agricultores ceramistas, (taínos) estimado este último como el más desarrollado en sus herramientas y técnicas de apropiación de alimentos, el cultivo de la yuca, boniato, frijoles, ají…en ubicaciones estables en ambas costas de la isla, particularmente en las cayerías que escoltan el territorio del actual Camaguey y en el Golfo de Guacanayabo, hasta el encontronazo con la cultura europea en 1492, un acontecimiento imprevisto que, en breve tiempo, provocó la desaparición física de los aborígenes.

Las muestras de oro y aquellos aborígenes de rasgos mongoloides, ni negros ni blancos, con los cuales regresó Cristóbal Colón a España, acrecentó la sed insaciable de riquezas, confundida con el supuesto hallazgo del camino a las especies de las Indias orientales.

Los cautos aborígenes no los vieron como enemigos, y desde el primer momento se prestaron a buscar en los ríos aquellas piedras doradas que calmaban el voraz apetito de quienes había traído la “civilización” a nuestras tierras americanas. La resistencia a esta explotación fue limitada por quienes habían vivido una vida pacifica hasta esos tiempos, claro con las excepciones de la rebeldía de Hatuey, quien fue quemado en la hoguera por no aceptar el dios de los blancos, o la del propio cacique Guamá que combatió por los indígenas cubanos y la propia aldea de Caonao, al noroeste de la actual ciudad de Camagüey, que en menos de dos horas fueron decapitados unos dos mil indios por la espadas españolas.

La crueldad y los abusos del conquistador eliminaron la totalidad de los aborígenes. Como se decreció esa fuerza de trabajo en los yacimientos de oro y la agricultura, para el sustento de los nuevos pobladores de la isla, los ojos de los europeos blancos se dirigieron en las tierras africanas, donde fueron a cazar la mano de obra que era vendida como mercancía en Cuba, sin distingo de jerarquía sexo o edad, para sustituir a los pocos nativos con vida por los negros mejor dotados físicamente y resistentes a las condiciones infrahumanas de trabajo.

Además del oro, la fabricación de azúcar de caña, esencialmente a partir del esfuerzo humano y no de la maquinaria, junto al café y el tabaco comenzaban a se otras fuentes de riquezas de los miles de españoles vecinos de las villas fundadas por lo conquistadores.

A fines del siglo XVI aparecieron los primeros ingenios azucareros. La falta de mano de obra impulsó la introducción masiva de los primeros esclavos africanos para explotar esta nueva industria

Aun cuando “Sab” es la novela romántica de una Avellaneda evidentemente no antiesclavista, en su argumento se aborda a personajes de una sociedad esclavista del siglo XVIII, en un extremo los pertenecientes a la clase adinerada aristocrática, mientras que en el otro están los esclavos sin derecho alguno.

Sin embargo, ¿qué pasaba en la realidad circundante a esta obra literaria escrita en España, con notas solicitadas a parientes en Cuba?.

Con la mezcla de culturas aborigen, española y africana se ha ido formando un hombre nuevo. Las generaciones de personas nacidas en la Isla comenzaban a expresar el sentido de pertenencia a la tierra, la cual defendían como una propiedad que no se dejaban usurpar por manos ajenas. Es el primer sentimiento del criollo que luego se transformaría en la nacionalidad cubana.

Para esta fecha, el criollo es un sujeto de que toma conciencia de si mismo y muchos se reconocen como alguien diferente al “español”, en tanto prevalece el amor por la naturaleza de la Isla. Este criollo va manifestando sus ideales a través del arte, la literatura y la historia.

Algunos autores refieren que esa identidad del criollo se aprecia en la defensa de la villa de Guanabacoa dirigida por Pepe Antonio, ante la toma de La Habana por los ingleses en el año 1762. Surgió un sentimiento de patriotismo entre la población

Sin embargo, más de un siglo y medio antes, en 1603, los bayameses tomaron las armas para defender, ante las autoridades españolas, su derecho de subsistencia a través del comercio de contrabando. También hay que tener en cuenta las sublevaciones de los vegueros entre 1717 y 1723, ante el establecimiento del Estanco del Tabaco, que daba el control total de la compraventa de este producto a España, lo cual refacilitaba a los peninsulares un provechoso negocio.

Para este momento histórico, es determinante los cambios en Europa, como la Revolución francesa y la implantación de la constitución en España, y la posterior influencia de la independencia de México, Centroamérica, Venezuela, Colombina y numerosas naciones en América, constituyeron opciones en el desarrollo del pensamiento de los naturales de la mayor isla antillana.

En la formación en la Isla de un pensamiento independentista, es obligada la referencia al ideario revolucionario del sacerdote católico Félix Varela (1878-1853), quien cambió las concepciones de la sociedad para buscar un rumbo propio al cubano, con las cuales inoculó el sentimiento del criollo.

Los historiadores destacan su intensa actividad intelectual, a la cual prestaron atención los órganos de prensa más importante de la colonia, que hicieron eco de las ideas renovadoras del presbítero, quien en 1823 fue elegido como diputado a las Cortes, ocasión en la que elabora una constitución autonómica para Cuba y un proyecto de abolición gradual de la esclavitud. Lamentablemente no pudo desempeñar el cargo. Fernando VII, de vuelta al trono español, disolvió las Cortes y restableció el régimen absolutista.

Obligado al exilio, por sus ideales, Valera se ocupa de orientar a los cubanos “a ocuparse de la suerte de su patria”, a través de las páginas del El Habanero, editado en Estados Unidos

Una vez fracasados los intentos reformistas en los asuntos políticos (separación del mando civil y militar, corporaciones insulares para atender intereses de la isla), sociales (abolición gradual de la esclavitud) y económicos (absoluta libertad de comercio), del llamado Partido Reformista en la Junta de información, Madrid, (1866-1867) se desataron los ideales con una tendencia evidente a la revolución contra España. Los más por la independencia absoluta, los menos por la anexión a Estados Unidos

El 10 de octubre de 1868 el bayamés Carlos Manuel de Céspedes cambia la marcha de nuestra historia al iniciar la guerra de independencia de España que gobernaba con brazo de hierro ensangrentado. El 20 del propio mes se dio a conocer al pueblo la letra de La Bayamesa, Himno Patriótico Cubano devenido en Himno Nacional.

En ese periodo de luchas se destaca -aun con tendencias más radicales que Céspedes, como el caso de la abolición de la esclavitud- la presencia de Ignacio Agramonte y Loynaz, quien organizó la famosa caballería camagüeyana y cayó en combate en 1871.

También hay que mencionar los extraordinarios aportes a la lucha que hiciera el dominicano Máximo Gómez Báez, quien organizó la primera carga al machete el cual se convirtió en lo adelante en la principal arma del Ejército Libertador cubano. El fue el principal líder en la Batalla de Las Guásimas, donde el ejército peninsular tuvo la mayor derrota en los diez años de guerra.

También se forjaron jefes como el tunero Vicente García y el mestizo Antonio Maceo, conocido como el "Titán de Bronce” y digna representación del mambisado anticolonialista y líder de pueblo. “Había nacido como la mayoría de los mambises de fila en cuna de palmiche…Asciende de soldado a mayor general con la misma naturalidad con que se encara la muerte” (Retorno a la alborada, Raúl Roa). Fue un revolucionario cabal y jamás se cansó, ni se desvió. El final de la guerra significaba para el la liberación de a dominación española y el establecimiento de una república igualitaria que reindivicara los intereses de los criollos desde el punto de vista económico y social.

La Guerra de los Diez Años no tuvo un final feliz, por el incontrolable caudillismo y regionalismo, indisciplinas y la ausencia de un mando único desatado entre los cubanos que hicieron fracasar la unidad. En 1878, el habilidoso general español Arsenio Martínez Campos propuso al mando cubano el llamado "Pacto de El Zanjón", tras el cual se disolvió la cámara de representantes y se nombró una comisión para la capitulación.

Muchos de los criollos en guerra, sobre todo en la parte oriental de la isla, no aceptaron las enmiendas del pacto, e incluso lo hicieron notar públicamente como fue el caso del Mayor General del Ejército Libertador Antonio Maceo, que protagonizara la Protesta de Baraguá, el 15 de marzo de 1878, para reiterar la necesidad de la independencia y la abolición de la esclavitud.


No obstante estos reveses, la gesta del 68 constituyó el crisol de la Nación Cubana, se fortaleció el orgullo nacional, incluso en su basamento jurídico con la Constitución de la República en Armas, aprobada en Guáimaro.

Poco después, durante los años del “reposo turbulento”, en el transcurso del cual Maceo, el primero de los viejos mambises en poner pie en tierra cubana,, Calixto García y otros jefes organizaron sin fruto alguno la Guerra Chiquita, fue apareciendo en la vida política cubana, dentro y fuera del país, la figura culminante de las luchas por la independencia: José Martí, quien en 1892 constituyera el Partido Revolucionario Cubano, con el principal objetivo de la unificación de los revolucionarios.

A pesar del lastre que significaba en el ámbito nacional el Partido Autonomista y su avenencia con la colonia, los cubanos se lanzan de nuevo a la manigua redentora el 24 de febrero de1895. Los pinos nuevos se unen a Máximo Gómez, uno de los dirigentes supremos de la revolución de 1895, y a la verticalidad patriótica de Antonio Maceo para extender la guerra a toda Cuba, con la invasión desde oriente a occidente

Por otra lado, el poder de España se debilitaba rápidamente con su política de "Hasta el último hombre y hasta la última peseta". En esa situación se produjo, en 1898, la intervención de los Estados Unidos en la guerra tomando como pretexto el estallido del buque “Maine”, en el puerto de La Habana. La patriotería yanqui secuestra los esfuerzos de los criollos por emanciparse de la dominación colonialista.

Tras la derrota del ejército español, en la primera guerra imperialista, Washington no reconoció al gobierno de la República de Cuba en Armas, impidiendo incluso la entrada de las tropas cubanas a la ciudad de Santiago de Cuba.

La “guerra necesaria y justa” que predicaba Martí concluía de una manera abrupta, sin embargo el fin de la doctrina martiana, forjada en los valores épicos, morales y éticos que habían forjado a la nacionalidad cubana, fue inspiración en la continuidad de la lucha.

Referencias

• De la Torre Molina, Mildred, artículo “Félix Valera, uno de los más eminentes pensadores cubanos”
• Fonseca García, Msc. Ludín B.,”Bayamo y la Nacionalidad Cubana”
• Gertrudis Gómez de Avellaneda. Novela “Sab”
• Ramírez Cañedo, Elier. Artículos periodísticos en “La Jiribilla”
• Rodríguez Muñoz, Yaney. Desde los orígenes hasta el criollo. Monografías.com
• Torres-Cuevas Eduardo y Oscar Loyola Vega. “Historia de Cuba 1492 -1898 formación y liberación de la nación”
• Valdés Aguilar, José Gilberto. Guión documental La Cueva de María Teresa

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