El cercano abril anuncia para Londres la cumbre del denominado Grupo de los 20, con la presencia de las principales potencias industriales y emergentes del planeta, cónclave antecedido por reuniones de los líderes de las más fuertes economías de Europa, en apresurada y hasta ahora infructuosa búsqueda de una posición común ante la grave crisis económica que afecta al mundo.
Eventos anteriores no han conducido a resultados conciliatorios y según analistas la reunión prevista para el dos del entrante mes en la capital británica conllevará un difícil proceso, teniendo en cuenta las discrepancias que mantienen los mandatarios europeos en torno a regulación de los mercados financieros y el comercio, entre otros aspectos.
Por su parte y no obstante las diferencias entre sus miembros, la Unión Europea logró consenso en algo y rechazó, el fin de semana último, las presiones de Estados Unidos para inyectar más fondos públicos ante la recesión que afecta a la economía mundial.
Distantes puntos de vista acerca de cómo enfrentar el fenómeno no constituye lo esencial y, según recientes declaraciones formuladas al periódico Granma por el economista argentino Claudio Katz, se está en presencia de un acontecimiento histórico. Hay una crisis del capitalismo como sistema y no un ajuste por falta de regulación o por exceso de especulación.
La situación se agrava y de forma galopante se extiende hasta Alemania, país considerado la locomotora de la economía en el viejo continente, que ve encaminarse hacia la quiebra entidades como la automotriz OPEL, inducida por la crisis de su casa matriz, la General Motors, lo cual originará la pérdida de unos 100 mil puestos de trabajo.
En Estados Unidos, núcleo de la crisis, suman alrededor de 12 millones los parados, son frecuentes los cierres de fábricas y la pérdida de puestos de trabajo, con un incontrolable aumento del desempleo y una desmesurada elevación del costo de la vida
Pero la enfermedad que afecta al capitalismo como sistema se acentúa también en los derechos humanos y en la culta Europa se denunció la existencia de un mercado laboral clandestino en el que trabajadores emigrantes, entre ellos tal vez miles de niños, están sometidos a condiciones de casi esclavitud, según Morten Kjaerum , titular de la Agencia de la Unión Europea para los Derechos Fundamentales.
El alto funcionario declaró que la crisis económica global podrá arrojar a más gente a esa economía subterránea y exponerlos a una grave explotación.
Existen otras muchas razones para calificar de enfermo al sistema capitalista, mal que cobra sus mayores víctimas entre los más pobres, pero me remito a lo expuesto por organizaciones agrícolas integrantes del Grupo de los ocho, las cuales alertaron que debido a la crisis económica y al cambio climático, podrán superar este año los mil millones las personas con desnutrición en el mundo. (Por Oscar González Vázquez/Radio Cadena Agramonte)
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