Por Roberto Hernández
La Habana, 8 jul (PL) La falta de voluntad política de algunos Estados para mantener la enseñanza especial impide hoy a numerosas personas defenderla como un componente esencial en la preparación transitoria de los discapacitados.
Son instituciones extremadamente costosas, expresó en conversación con Prensa Latina Esther María La O, directora de la escuela Solidaridad con Panamá, y defensora a ultranza del sistema que concibe esos centros como transitorios en la educación.
Pero si falta la voluntad política es muy difícil tenerlas, explicó la directiva con 48 años en esa enseñanza, 39 de ellos como directora de ese tipo de centros.
En Cuba ni cuando la crisis económica de los 90 se cerró ninguna, recordó La O al referirse a las 381 existentes de un total de 13 mil escuelas del sistema educacional.
Soy defensora de la escuela especial, una de verdad, no de aquellos almacenes de niños y adolescentes, explicó la docente, que se apoya en unos 47 maestros, 15 de ellos con título de master, y diverso personal médico de apoyo.
"Una escuela especial donde el niño se forme, se eduque, donde conviva, donde se le den todas las actividades que hacen los niños comunes y participen en actividades con la comunidad", señaló la académica.
Interrogada sobre la tendencia a rechazar la escuela especial, la funcionaria señaló que bajo el concepto de integración se pretende que los niños con alguna limitación física o intelectual se formen en las escuelas generales.
"¿Te imaginas un aula donde haya un sordo, un ciego, un retasado mental y un limitado físico-motor?, ¿A quién atiende el maestro?", se preguntó la experta para responder que esa situación sería similar a un almacén de niños con problemas.
Casi siempre lo que hacen es sentarlos atrás, acotó tras resumir su experiencia de visitas a algunos países.
Ejemplificó que la niña Daylín (sin brazos) y que ya en su primer grado realizó los primeros trazos con los pies podría retornar a la escuela común en dos o tres cursos, una situación que -dijo- sería distinta si hubiera estado desde el principio en otra escuela.
Por eso estimamos que el niño o el adolescente deben pasar en algún momento por la escuela especial, porque aquí los enseñamos a utilizar la parte sana del cuerpo para enfrentarse a la enseñanza general, subrayó.
Lo ideal es que el estudiante se forme en su entorno, con sus amigos, pero antes debe conseguir las herramientas -incluidas las sicológicas- para luego no sufrir de baja autoestima o ser incomprendido por las personas sin discapacidades, aseguró La O.
Como el objetivo es llevarlos a la escuela común lo antes posible en los centros educativos especiales se ofrecen los mismos programas con rigores y exámenes similares, afirmó la directora.
Sin embargo, la directiva significó las ventajas de asistir a una escuela especial por los servicios de rehabilitación y atención sicológica que se brindan.
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