martes, 2 de junio de 2009

Con las lluvias de junio llega el San Juan

Por :Oscar González Vázquez / Radio Cadena Agramonte

Con la llegada del sexto mes del año muchos camagüeyanos asentados en otras localidades de la isla preparan sus equipajes para visitar el terruño y disfrutar de las fiestas del San Juan, nombre con el que la tradición ha perpetuado los jolgorios carnavalescos en la Ciudad de los Tinajones.


Afirman investigadores que las celebraciones del San Juan surgen en el siglo XVIII en pleno mes de junio, época de abundantes y persistentes lluvias, y se inscriben en la tradición ganadera de Camaguey, centro-oriental provincia cubana situada a unos 500 kilómetros al Este de La Habana.

Cuentan que los rudos ganaderos, enfrascados durante meses en tareas propias del duro oficio, terminaban las faenas para entregarse después a un merecido descanso en el que era abundante la comida y diversos los motivos para la diversión.

Con los años la alegre conmemoración se trasladó del campo a la periferia de la ciudad hasta que, por su propio peso, invaden cada 24 de junio la capital provincial.

En la actualidad y justo con el primer minuto de la festividad de los juanes, autoridades del municipio dan lectura al tradicional Bando o permiso que autoriza los festejos, los cuales culminan el 29 del propio mes.

Es casi habitual que llueva el día de San Juan, lo que no impide a las familias lugareñas y visitantes reunirse en improvisadas fogatas callejeras donde tienen lugar, entre rones y cervezas, anécdotas y risas, la elaboración y consumo públicos del ajiaco camagüeyano, suculento plato de la comida típica de la región.

Hasta el 29 continúan las celebraciones en barrios y calles adornadas por el vecindario, se suceden paseos carnavalescos con desfiles de carrozas, congas, comparsas, disfrazados y vehículos engalanados con los más diversos motivos fruto del ingenio popular.

En la tarde del penúltimo día del mes, y al ritmo frenético de los tambores , miles de citadinos se congregan , llueva , truene o relampagueé , en ficticia ceremonia funeraria para enterrar a San Pedro y con él despedir a la que es considerada con justeza , la mayor festividad del legendario Camaguey.

Luego a la ciudad retorna la calma. Todo vuelve a la normalidad. Los camagüeyanos asentados en otras localidades regresan a sus hogares y los de la Ciudad de los Tinajones prosiguen sus labores habituales con nuevos bríos, y con la esperanza de que las lluvias continúen humedeciendo para bien, la suave comarca de pastores y sombreros.

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