Esos cálculos de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) significan que alrededor del doble de la cantidad de personas que, generalmente, enferman en la temporada de gripe (otoño-invierno, los últimos meses del año en el hemisferio norte), podrían ser afectadas por el virus de la nueva gripe.
Los cálculos de infección se basan en una pandemia de influenza ocurrida en 1957. En esa ocasión, casi 70 000 ciudadanos perdieron la vida en Estados Unidos. Pero esa epidemia no fue tan grave como la gripe española de 1918-1919, en que murieron millones de personas.
Sin embargo, la enfermedad es muy difícil de pronosticar. La cifra de muertes y de infecciones podría disminuir si la pandemia pierde fuerza o si son exitosos los esfuerzos para demorar su diseminación, dijo Tom Skinner, vocero de los Centros, de acuerdo con AP.
En una normal temporada de gripe, mueren unas 36 000 personas de la influenza o de sus complicaciones, según cálculos de la Asociación de Medicina estadounidense. Debido a que muchas más personas podrían quedar infectadas con el virus de la influenza A, se estima que la cifra de muertos en dos años podría ir desde 90 000 a varios cientos de miles, estimó la agencia federal. Esto es, si fracasan la nueva vacuna y otros esfuerzos para contener la epidemia.
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