Nada perturba la sonrisa y la alegría de los niños en Cuba. (Foto: Archivo).Soy una cubana como cualquier otra, pero guardo bien profundo en el corazón mis primeros años: el círculo infantil y sus educadoras atentas; capaces de desaparecer el llanto por la separación de mis padres con una canción, un juego, un juguete- muchas veces salido de sus propias manos y elaborado con más amor e ingenio que recursos.
Sigo mirando en mis recuerdos y entonces veo mi Escuela Primaria “Revolución de Octubre”, plantel que sigue siendo cercano, no sólo porque está en el mismo barrio en el que aún vivo, sino porque en él se sigue forjando el futuro. No puedo evitarlo, cada vez que veo el torrente de niños con sus uniformes camino a la escuela, me veo igual que ellos, toda apurada porque era imperdonable la tardanza.
La Secundaria Básica transcurrió en una casa grande, inmensa para mis cortos 11 años de entonces. A la Escuela Vocacional, Máximo Gómez Báez”, de Camagüey llegué con muchísima curiosidad y deseos de aprender y salí convertida en bachiller y con mi boleta de estudiante de Periodismo en la Universidad de Oriente.
Y por qué hago este recuento de mis primeros años, se preguntará usted que comparte estas líneas. La razón es sencilla: está por llegar un nuevo junio y su primer día marca el que se consagra internacionalmente a la infancia. Ninguno de los adultos de hoy, me atrevo a asegurar, puede pasar por alto esta fecha.
Diría más, ningún adulto cubano, nacido después del amanecer de enero de 1959 debería olvidar el día dedicado a los niños. Se impone hurgar en los recuerdos para vernos otra vez pequeños, delegados o tal vez gorditos; pero por sobre todo para confirmar que estamos aquí porque lo tuvimos todo, o al menos lo imprescindible para convertirnos en lo que somos.
Muy cerca está el primero de junio y vuelvo a ver la niña que fui y la que aún soy… Y lo digo así, sin pena alguna, porque aún con mis casi cuatro décadas de vida mantengo vivos mis recuerdos de infancia, esa etapa feliz en que absolutamente nada perturba la sonrisa y la alegría, al menos en Cuba. Así fue conmigo y así es hoy con quienes, a estas horas de domingo, inundan parques u otros espacios en compañía de la familia para echar a volar la imaginación y por qué no para reafirmarnos que el futuro está garantizado. (Tay Toscano Jerez/ Radio Cadena Agramonte)
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