Según el rotativo, varias fuentes coinciden en emitir tal criterio, entre ellas la Coalición para Abolir la Esclavitud (CAST, por sus siglas en inglés)
En los últimos ocho meses aumentó en un 200 por ciento la cantidad de víctimas del flagelo que tocan nuestras puertas buscando ayuda, lamentó Lisette Arsuaga, representante de CAST en la ciudad de Los Ángeles.
De acuerdo con la activista, las penurias financieras obligan cada vez a más personas a admitir precarias condiciones de trabajo.
La esclavitud en ambientes laborales azota cada año a unos 50 mil individuos en Estados Unidos, quienes están en fábricas y servicios domésticos, advirtió.
Para Arsuaga, resulta en particular crítica la situación de miles de mujeres retenidas en prostíbulos o sexualmente esclavizadas.
Muchas veces las féminas reciben ofertas de trabajo que al aceptarlas se convierten en su cautiverio, explicó la mexicana Maria Suárez, una de las víctimas.
Suárez llegó a California en 1975 con la promesa de un empleo, pero en realidad terminó como esclava sexual.
Autoridades norteamericanas instan a los afectados a denunciar su estatus, pero el temor constituye uno de los obstáculos, apunta La Opinión.
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