el privilegio, con 19 años, de participar en el congreso fundador de esa
central obrera.
Frente a nosotros, en su casa de Santos Suárez, con un diploma que le han regalado en Cienfuegos como fundador de la CTC, que lo une a sus recuerdos más queridos, está Vicente Lorenzo Pérez Sánchez, quien a fines de 2009 cumplirá las nueve décadas de existencia.
«Sí, yo participé en el congreso fundador de la actual Central de Trabajadores de Cuba, y ahora que celebramos su aniversario 70, me siento feliz de poder recordarlo y contarlo.
«El día que más triste estaba, pensando que como dirigente sindical de los tabaqueros en mi Caibarién natal, en la antigua provincia de Las Villas, no podría asistir a tan importante congreso en La Habana, se me acercó Jesús Menéndez y me dijo:
—¿Qué te ocurre? Te veo un poco tristón. Tú no eres así. ¿Tienes algún problema?
—Sí, quería participar en el congreso obrero que se prepara en la capital del país y no sé qué voy a hacer.
—¡Ah!, ya te comprendo. No te preocupes, que vas a ir como Delegado Fraternal, solo que tendrás voz, pero no voto, me respondió aquel hombre que era una especie de Maceo de los obreros.
«Y ahora cuento aquella experiencia, un premio que recibí cuando solo tenía 19 años; pues yo nací el 27 de octubre de 1919 y aquel congreso tuvo lugar durante los días del 23 al 28 de enero, coincidiendo con el aniversario 86 del natalicio de José Martí».
Refiere Vicente que el Delegado elegido para representarlos era un magnífico compañero, Mauro Triana, el secretario general del Sindicato de Torcedores y sus Similares. Su mismo sindicato, donde tantos años laboró.
«Fue para mí una experiencia maravillosa participar en aquel congreso en el que se constituyó la Confederación de Trabajadores de Cuba, con la asistencia de los más valiosos compañeros del movimiento obrero de todo el país».
Recuerda que la presidencia estuvo integrada por aquel otro Maceo de las luchas del proletariado cubano, Lázaro Peña González, así como por Aracelio Iglesias, Ramón León Rentaría, Faustino Calcines Gordillo, Reinaldo Fundora y otros.
«Ir desde Caibarién, lleno de entusiasmo, y codearme con luchadores tan responsables y nobles, fue un placer enorme para mí. Allí estaban, por ejemplo, entre los delegados electos para ese evento, Guilillo, de Pinar del Río; Manolo Suárez, de Matanzas; José María Pérez, de La Habana; Santiago Borroto, de Las Villas; Sotolongo, de Camagüey y Juan Taquechel, de Oriente. Son los que me vienen a la mente. Perdón por la omisión o el error».
Cuenta nuestro entrevistado que la apertura fue en el Teatro Nacional, hoy García Lorca; las comisiones de trabajo funcionaron en diferentes locales y la clausura se hizo en La Tropical.
«El Informe Central de Lázaro Peña fue algo tremendo. Él era un comunicador formidable y con un maravilloso poder para persuadir a la gente. Esa calma que poseía al hablar, sin que nada lo perturbara, molestaba y neutralizaba a los enemigos de clase. No se enfurecía con nada y en sus labios bailaban los anhelos de los obreros. Cuando tomaba la palabra, convencía a los compañeros de lucha, a los obreros y vencía a los adversarios».
Apuntó Vicente que en su Informe Central Lázaro Peña —«El Capitán de la clase obrera», como lo llamó Fidel— puso énfasis en la necesidad de luchar, de exigir los derechos de los trabajadores, de no dejarse arrebatar lo que los creadores de las riquezas se habían ganado sudando las camisas.
Vicente, quien trabajó muchos años como tabaquero, perteneció al Partido (Unión Revolucionaria Comunista) desde 1941, después al Partido Socialista Popular, en 1947, y es fundador del Partido Comunista de Cuba, en 1965. Trabajó algún tiempo en la Industria Ligera y luego en la Unión de Empresas del Plástico, donde se jubiló en 1987, con 67 años.
«Ponga ahí que soy feliz de estar junto a Fidel y a Raúl, en esta celebración del aniversario 50 de la Revolución, y que nunca olvidaré cómo Jesús Menéndez me invitó al congreso fundador de la CTC, hace 70 años».
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