Lluvias intensas, brotes más frecuentes de tornados y la ferocidad de los siete huracanes ocurridos después del 2000 son expresiones preocupantes en Cuba del cambio climático.
El Archipiélago cubano es altamente vulnerable al cambio climático, por su condición de pequeño estado insular, situado en la región tropical del planeta.
Lo explicó en una clase magistral sobre el cambio climático global, el doctor Fernando González Bermúdez, viceministro primero del CITMA, en el VIII Congreso Internacional sobre Desastres y la IV Conferencia Internacional de Bomberos que, tras cinco días de debates, concluye esta tarde en el Palacio de Convenciones.
Fernando González dijo que se considera el ascenso del nivel medio del mar como la principal amenaza que, por su grado paulatino en cuanto a pérdida de terreno y salinización de los acuíferos, pudiera no llamar la atención hoy, pero va minando o deteriorando el patrimonio natural productivo o construido de la nación.
Recalcó que el principal peligro actual y perspectivo es precisamente la sobreelevación del nivel medio del mar por la surgencia y el oleaje en caso de eventos extremos.
Anunció que en 2009 concluyó la segunda versión del Mapa de Alerta Temprana del Archipiélago Cubano ante los impactos del cambio climático, con especial atención al ascenso del nivel medio del mar para los años 2050-2100, y que se evalúan las playas arenosas, los manglares y las crestas de arrecifes de coral y su papel integrado en la protección de nuestras costas y la necesidad de medidas efectivas.
También se trabaja en la conformación a largo plazo de una red ambiental de monitoreo sobre el estado y la calidad de las zonas costeras de nuestro país.
«El combate contra ese cambio del clima y la reducción de sus riesgos de desastres no es posible sin los conocimientos, aplicación y generalización de los resultados de las investigaciones de la ciencia y de la innovación tecnológica», comentó.
Recordó que en la Cumbre de Río de Janeiro, en 1992, el Comandante en Jefe Fidel Castro alertó al mundo sobre lo que hoy es una triste y preocupante realidad, y aclaró que justamente a Fidel se debe la idea de la creación del potencial científico y tecnológico del país.
Ya Cuba cuenta con 220 unidades de ciencia y tecnología, de las cuales 115 son centros de investigación. Hay 65 centros de educación superior con estos fines y más de 800 empresas en perfeccionamiento.
Explicó que se ha evidenciado en el país un incremento de la temperatura media anual de 0,6 grados Celsius desde 1951, y hoy se expande el verano y se contrae la duración del invierno. En nuestro clima igualmente se han producido variaciones significativas desde mediados de los años 70 del siglo XX.
«El nivel del mar en los últimos 40 años ascendió 2,14 milímetros por año, según datos de la Estación Mediográfica de Siboney, en Ciudad de La Habana. Y la frecuencia de sequía se ha elevado notablemente, más en las provincias orientales», aseguró.
Recalcó que las lluvias intensas de los años 1980 fueron las mayores del siglo pasado, mientras que los brotes de tornados son más frecuentes desde 1977, aunque lo más sobresaliente han sido, a partir de 2000, los siete huracanes de gran intensidad.
Los principales problemas ambientales de Cuba en las épocas colonial y neocolonial —informó— fueron identificados en 1959 y enfrentados a partir de la primera estrategia ambiental nacional.
«La actual prioriza la degradación de los suelos, las afectaciones a la cobertura forestal, la contaminación, la pérdida de la diversidad biológica y la carencia de agua. El cambio climático agrava los problemas acumulados en la nación cubana, y se convierte poco a poco en un factor de riesgos de desastres», afirmó.
Cuba aprobó en octubre de 2007 el Programa de Enfrentamiento al Cambio Climático y hoy es pionera en el cumplimiento de la mitigación de sus efectos. «La Revolución Energética lo demuestra, pues solamente la reducción física de la quema de combustibles fósiles —por eficiencia o ahorro— constituye un ejemplo para todo el planeta. No obstante, nuestro país debe seguir priorizando la adaptación que el fenómeno exige para reducir vulnerabilidades.
Puntualizó que el cambio climático —cuya característica primordial es el calentamiento global gradual— es inequívoco y pudiera acelerarse en el futuro.
Durante el siglo XX ese calentamiento, (de 0,74 grados Celsius) más el deshielo por la disminución de la capa de nieve del hemisferio norte (en 2,7 por ciento), provocan un incremento de la dilatación del agua de los océanos.
«Es de esperar el agravamiento de los problemas ambientales acumulados por todos los países, y si no reducen sus vulnerabilidades, sufrirán impactos que serán verdaderos desastres. Las naciones ricas desarrolladas son las responsables máximas y deben asumir lo que les toca en la mitigación y la ayuda a los países pobres y subdesarrollados en la costosa adaptación», sentenció. (Luis Hernández Serrano)
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