(Fragmentos del discurso de Armando Hart Dávalos, ministro de Educación, el 14 de septiembre de 1959 cuando el campamento militar de Columbia se convierte en Ciudad Escolar Libertad)
Queríamos que este año se iniciara el Curso Escolar con una lección de Cívica; queríamos que lo primero que ustedes oyesen en la Escuela este curso fuera un ejemplo vivo de moral; queríamos que todos los niños de Cuba... concurriesen simbólicamente a una sola clase, a una sola lección.
[...] no se puede enseñar sin el ejemplo. Cuando el maestro les explique a ustedes cualquier materia pregúntenle por el ejemplo, que la vida, o que la naturaleza va a diario presentándonos y entonces ustedes verán cómo lo que antes no comprendieron lo entenderán mejor. Sobre todo en materia de Moral y de Cívica, es preciso enseñar con el ejemplo.
Por eso, niños cubanos, los hemos traído aquí, los hemos traído al antiguo campamento militar de Columbia, hoy orgullosa Ciudad Libertad, para decirles a ustedes lo que significan estos terrenos, para decirles a ustedes lo que significan estos muros, porque los niños de Cuba deben aprender la Historia de un pueblo que tuvo que conquistar con sangre el derecho que tienen los niños a mandar en este territorio, en estos terrenos hoy Ciudad Escolar.
Martí nos dijo que los hombres van por dos bandos, andan en dos bandos: los que aman y construyen, los que odian y destruyen. No crean ustedes nunca, niños de nuestra Patria, que existe otra diferencia entre los hombres. Los buenos, los que aman y construyen, gozan construyendo; los malos, los que odian y destruyen, gozan destruyendo. Esa es la única legítima diferencia que existe entre los hombres. No crean que existen otras diferencias entre los hombres.
Pues bien, aquí en este campamento se unieron un día todos los malos, todos lo que gozaban con el egoísmo, todos los que no gozaban construyendo, todos los que gozaban destruyendo. Y en este campamento formaron un ejército, mucho, pero mucho más poderoso que nuestro Ejército Rebelde: Al creer en su maldad, ellos creían que todos los hombres eran malos, que todos los hombres eran de su misma condición; y como los políticos cubanos le habían hecho perder la fe al pueblo, le habían hecho perder la confianza y la voluntad, el pueblo se sentía como decepcionado y creían que nunca podría aplastar al Ejército de los que odiaban y destruían.
Pero entonces el pueblo se fue uniendo, se fue uniendo tras una sola dirección, tras un solo grupo, se fue uniendo tras una sola revolución y fue así entonces, como el pueblo de Cuba fue uniéndose a los buenos, fue uniéndose a los virtuosos, fue uniéndose a los que amaban y construían, fue uniéndose a la Revolución Cubana.
Los malos creían que no podían vencerlos porque ellos estimaban que la virtud y que la bondad no eran fuerzas capaces de destruir a un ejército poderoso; ignoraban que lo que es indestructible es un pueblo con fe, con fe en sus destinos que es decir confianza en su acción, confianza en sus valores, confianza en los valores del hombre digno.
Y así fue que vimos derrotada la tiranía, y así fue que este pueblo pudo entregarle a los niños de Cuba este campamento, no ya convertido en campamento, sino convertido en escuela, y lo hemos hecho porque tenemos fe en los niños, porque sabemos que son generosos, porque como dijo Martí: "Los niños son los que saben querer, los niños son la esperanza del mundo".
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