OSVALDO BAYER
Parece que está de moda hablar del hambre de los niños en el mundo. El papa Ratzinger, nuestro cardenal Bergoglio, empresarios del campo y tantos otros. Aquí en Alemania se está discutiendo esto a calzón quitado. Claro, se está ante elecciones nacionales. Entonces, lo que durante los gobiernos estables es un juego de transacciones y entendimientos, cuando se juega el poder se sale a decir la verdad. Y han salido a la luz las estadísticas oficiales y los estudios de organizaciones empresariales, religiosas, obreras, etcétera.
Como pocas veces, en Europa se sufre el aumento de la desocupación entre los jóvenes.
Sí, aunque nadie lo crea, Alemania, una especie de diamante del sistema, uno de los países mejor organizados dentro del capitalismo, presenta un cuadro actual que va dejando, una vez más, al desnudo a ese sistema. Lo bueno para la información es que, dada la disputa, surge la verdad. Fuentes informáticas del sistema sacan a la luz la realidad ante una vidriera de lujo que esconde lo que realmente sucede en el patio interior. Por ejemplo, la revista Stern —por cierto, no izquierdista— publica un estudio titulado "¿Qué hacer contra la desigualdad?", con el subtítulo "Dos terceras partes de la población alemana no poseen casi nada mientras que apenas una décima parte posee el 60% de la riqueza", y "nuestra sociedad se divide cada vez más entre los ricos cada vez más ricos y los que no tienen nada".
De acuerdo con la definición del Gobierno, se considera pobre a quien gana menos del 60% de lo que se necesita para mantener un hogar medio.
Debido a eso, el Instituto para la Investigación de la Economía señala que el 18% de los hogares alemanes está debajo de ese nivel, mientras que el gobierno sostiene que solo es el 13%. La pobreza aquí es más común entre las mujeres solas que crían a sus hijos que entre hombres, y más entre jóvenes y niños que entre ancianos. Y se ha comprobado que aquel que cae en la pobreza le cuesta mucho salir de ella.
Es que la llamada crisis mundial fue aprovechada por los más diestros en manejar el poder. Por ejemplo, está desapareciendo el clásico "lugar de trabajo" y va siendo reemplazado por trabajadores por hora, por trabajo de horario limitado, por trabajo por contrato, por trabajo sin salario básico, y por el desmantelamiento paso a paso del derecho de indemnización por despido. Es decir, el sistema se aprovecha de la crisis que ha producido por sí mismo para alcanzar una nueva era de capitalismo más profundo. O sea, la crisis va ahondando el neoliberalismo asocial. Que, claro, para los defensores del sistema puede dar un gran empujón hacia adelante a la economía. Es la receta de siempre.
La Oficina de Estadísticas de Alemania ha dado a conocer la información que los llamados empleados y obreros "atípicos", es decir, los que no tienen un empleo fijo, han aumentado de 5,3 a 7,7 millones, y ya se ha llegado a que esos "atípicos" representen el 22% de todos los que trabajan. El mismo estudio admite que el riesgo de caer en la pobreza, de esos trabajadores "atípicos", es del 14%.
Si ese es el panorama que nos presenta el sistema capitalista central, podemos ponernos a pensar qué ocurre con los llamados "países subdesarrollados".
Por ejemplo, el continente africano está siendo devorado poco a poco por la avidez del capital de los países industrializados. Se trata, en su mayor parte, de multinacionales, de bancos y de gobiernos. Compran los mejores campos, en especial con arroyos o fuentes de agua. Ya se han comprado alrededor de 20 millones de hectáreas. Este nuevo procedimiento ha sido llamado "neocolonialismo" o, en inglés, land grabbing. Esos campos son dedicados al cultivo de alimentos básicos que se exportan a los respectivos países. Es decir, se les quita esa tierra a los habitantes africanos, quienes justamente cultivaban allí sus alimentos.
También se aseguran los derechos sobre el agua y todo se convierte además de land grabbing en water grabbing. Todo esto provoca la emigración de las poblaciones autóctonas, ya que esas empresas traen trabajadores de sus propios países, o de otros, e imponen procedimientos mecánicos de producción. Se ha comprobado que se eliminaron grandes superficies boscosas y de plantas que las poblaciones empleaban como medicinales. De modo que toda esta nueva acción trae consigo problemas ecológicos. Todo esto obliga a que Naciones Unidas tome en sus manos, desde ya, con toda energía, el problema del desequilibrio ecológico y la defensa de los pobladores autóctonos.
Como pocas veces, en Europa se sufre el aumento de la desocupación entre los jóvenes. Uno de cada cinco europeos de menos de 25 años está buscando actualmente una ocupación. La ILO (Organización Internacional del Trabajo, por sus siglas en inglés) pronostica que este año el aumento de los desocupados va a ser de 30 millones, es decir, que se va a llegar a una cifra mundial de 240 millones de gente sin trabajo. En España la situación se ha vuelto dramática, uno de cada tres jóvenes está sin trabajo.
En Alemania ha comenzado a actuar un Partido de la Juventud que lleva el nombre de "Peto", que traducido del latín significa: "Yo exijo". Fue fundado por cinco estudiantes. En las elecciones comunales en Monheim, "Peto" presenta como candidato a burgomaestre a un joven de 27 años. Prometen gobernar para los jóvenes, y para quienes quedaron jóvenes y se sienten jóvenes. Ojalá que exijan y logren, por lo menos, eliminar para siempre los niveles de pobreza y que cada joven tenga trabajo. (Fragmentos. Tomado de Rebelión)
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