Por Ernesto Pantaleón Medina / Televisión Camagüey
El sistema cubano de salud dista de la perfección o la excelencia, como todo el mundo sabe, y existen lamentables ejemplos de cuánto es preciso luchar para mejorar las condiciones de numerosas instalaciones en difícil estado constructivo, o suplir con eficiencia y dedicación los baches que deja un costoso suministro de medicamentos, en ocasiones desde remotos rincones del planeta, a un precio muy superior al original, y todo por culpa del bloqueo.
Y también ¿por qué no? Están los inconvenientes de orden subjetivo, esos que pasan por la conciencia del hombre y la mujer que pudieran hacer más en cuanto a sensibilidad y amor, en el cumplimiento de lo establecido por las normas de disciplina laboral y organización.
Pero hay méritos y logros que no pueden ocultarse ni soslayar, aún por el crítico más empecinado en hallar el lado oscuro de las cosas, incluso allí donde la mancha es sólo una sombra mínima, y la luz abunda.
Un ejemplo se dio a conocer recientemente, cuando una empresa camagüeyana, la Comercializadora DIVEP, recibió el diploma que la acredita como centro promotor de la salud, y se entregó esta condición precisamente cuando se cumplían dos importantes efemérides: el Día del trabajador Metalúrgico (rama a la que pertenece) y la jornada de lucha mundial contra la tuberculosis.
Fueron años de trabajo sistemático que incluyó la capacitación del personal sobre el tema, los chequeos clínicos a cuadros y trabajadores y el correspondiente seguimiento médico, la limpieza y embellecimiento de las áreas, la lucha contra vectores de enfermedades y la creación de mejores condiciones laborales.
No fue fácil, en medio de carencias y con un sin número de tareas que atender por los galenos y el personal de apoyo, quienes tuvieron en primera línea a los médicos y enfermeras de la familia en el área en que se ubica la empresa.
Pero lo importante es que se logró, y se creó en dirigentes, funcionarios, obreros, técnicos y especialistas, una nueva manera de pensar, una mayor sensibilidad con las medidas que tienden a evitar enfermedades perfectamente prevenibles, o minimizar el daño en aquellas que se han detectado cuando ya han iniciado su acción nociva.
Eso es calidad de vida, condiciones de trabajo que aunque no son las ideales, constituyen un avance, un modelo que bien pudieran seguir otros sistemas de salud, sin pretender que el nuestro esté al final del camino.
No se trata de un hecho aislado, sino de una estrategia que lleva el Ministerio de Salud Pública en el país en todos los niveles, bajo la divisa de que prevenir es mejor que curar.
Por eso, aún cuando algún que otro día se haga difícil acceder a un medicamento, cuando el servicio hospitalario no sea el óptimo, es necesario analizar el porqué, y si se trata de la simple conducta humana, exigir soluciones, pero si va más allá, apelar a la comprensión y recordar ejemplos como el de estas líneas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario