La obra que más identifica a Ramón Silverio es el centro de promoción cultural El Mejunje, un sitio emblemático de la ciudad de Santa Clara, donde lugareños, visitantes de otras provincias y del extranjero asisten y pasan un buen rato.
Como toda creación humana es factible de ser mejorada, su autor, exigente consigo mismo, estima que aún le falta, aunque realmente se pudiera afirmar que es su pieza más acabada.
Lo alcanzado por este amante de las tablas, no ha sido nada fácil, pues los más de 25 años de existencia de la instalación, con un sello tan distintivo, tiene una gran dosis de esfuerzo personal y tesón por parte de su iniciador, quien ha sabido aglutinar un valioso colectivo que le sigue y estima.
Al indagar sobre los antecedentes del artista, se debe tener en cuenta los orígenes como actor dramático, organizador de grupos teatrales campesinos, para los que escribió las obras que presentaban por la comarca.
De formación autodidacta alcanzó conocimientos de las artes escénicas a través de la lectura, muy joven fue maestro rural en la zona conocida por Minerva, próxima a la presa de igual nombre a pocos kilómetros de Santa Clara, donde nació y se crió apegado a su mamá.
Entre las características del teatro emprendido desde los primeros tiempos por Silverio, predomina el costumbrismo rural, con una buena cuota de humor y personajes típicos de nuestros campos, que han aparecido en varias piezas de su repertorio teatral.
Otra de las criaturas predilectas de este promotor cultural lo constituye el grupo Los Colines, con más de dos décadas de creado, el que realiza una gira anual por Arroyo Bermejo, donde se inició, y otras comunidades de la montaña en el Escambray villaclareño, en las que presentan espectáculos teatrales a la población de la serranía.
A su creación también se debe la compañía teatral Mejunje que actúa como parte de la programación habitual de la institución, con destaque en los Festivales Nacionales de Pequeño Formato, del cual ese centro anualmente es sede, además de presentaciones en otras provincias.
Uno de los principales méritos de quien fue merecedor del Premio Por la Cultura Comunitaria, en todos estos años de creación y búsqueda, ha sido la perseverancia y amor por el trabajo, pues tiene como principal divisa el optimismo, sin agobiarse, ni cruzarse de brazos ante dificultades e incomprensiones.
En un constante deambular por la ciudad, para asentarse como centro cultural, El Mejunje tuvo su inicio en 1984, en la sede del teatro Guiñol, de Santa Clara, y posteriormente en las ruinas de la antigua escuela de Artes Plásticas Leopoldo Romañac, refiere el artista.
Le siguió el patio de la biblioteca provincial Martí, donde estuvo un corto tiempo, hasta la actual sede, donde se asentó definitivamente y encontró un verdadero desarrollo y aceptación del público que lo visita y disfruta de una amplia programación cultural acorde con la variedad de gustos y preferencias.
De esa forma tienen cabida en la "casa de Silverio", los jóvenes amantes de la música más moderna e internacional hasta los que se inclinan por la trova, los bailadores, los momentos románticos del filin, del son, descargas de medianoche, hasta los nostálgicos que prefieren boleros y rancheras en la vitrola.
Lo expresado con anterioridad confirma el viejo proverbio de que no hay nada tan parecido a la obra como su autor.
También en el Mejunje se destacan las tandas infantiles del domingo, las programaciones teatrales y como sede y subsede de distintos eventos culturales nacionales y del territorio. (Por Eduardo Luis Martín, AIN)
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